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¿Qué se podría hacer con Q70 mil 600 millones?

Redacción
05 de diciembre, 2014

Cada quetzal que se va al Presupuesto de la Nación es un quetzal que jamás será invertido en proyectos privados, ya sean comerciales o individuales, que generen riqueza y bienestar para las personas.  El Presupuesto del Estado para 2015 asciende a nada menos que Q 70,600 millones y la vicepresidenta  Baldetti ya dejó claro que el Ejecutivo no vetará el decreto. Q54.701.1 millones serán financiados con impuestos,  Q4 mil millones con deuda pública interna y más de Q8 mil millones con deuda pública externa. El Presupuesto además crea un nuevo impuesto a la telefonía móvil.

Guatemala es una enorme paradoja, sus instituciones públicas no funcionan, eso es una verdad tan evidente como la gravedad, y sin embargo el presupuesto público engorda con los años. ¿Qué se podría hacer con tanto dinero? Con Q70 mil 600 millones se podrían pagar 7 millones 60 mil sueldos de Q 10 mil cada uno;  905 mil 128 familias podrían hacer un súper semanal de Q 1,500 por un año; 2 millones 353 mil 333 estudiantes podrían pagar la universidad por un año; se podría donar Q1 millón a 70 mil 600 fundaciones de caridad;  67 mil 884 familias podrían comprar una casa de US$ 130 mil; 706,000 personas podrían comprar un vehículo de Q 100 mil;  se podrían constituir 14 millones 120 mil sociedades mercantiles con un capital mínimo de Q 5 mil y se le podría entregar Q4,584 a cada una de las 15 millones 400 mil personas que habitan Guatemala.  Nada de eso sucederá.

Dudo mucho que el aumento del presupuesto público alegre a alguien en cualquier parte del mundo. La gente paga sus impuestos a regañadientes pero  en los países civilizados los contribuyentes al menos miran resultados aceptables: hay un buen sistema de justicia y policías, tienen  un ejército profesional, buenas carreteras y hospitales y escuelas aceptables.

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Guatemala no es el caso. Aquí la regla es la inoperancia estatal, la excepción sería una entidad que funcione bien (¿alguien conoce una?). Nuestro sistema de justicia es inoperante, da fe de ello la turbia elección a magistrados que tuvimos este año. La PNC es corrupta, cada tanto nos enteramos de un jefe de la policía vinculado al narco o a actos de corrupción. Nuestros hospitales públicos dan vergüenza. Leyendo un libro publicado en los 50 caí en cuenta que nada ha cambiado desde entonces. El libro describía la situación de los hospitales públicos: pacientes sin camillas obligados dormir en el suelo y falta de insumos igual que ahora, con la adición de los constante paros de servicios de parte de los médicos. La educación pública ni hablar, el futuro académico de muchos niños está en las manos de un sindicalista rabioso como Joviel Acevedo.

El sector público y el sector privado operan bajo distintos principios. La disciplina del mercado obliga a los empresarios ineficientes, aquellos que sólo obtienen pérdidas, a cerrar sus negocios para que los recursos sean asignados a actividades más productivas. En el Estado, en cambio, si un programa no funciona la receta es inyectarle más dinero. Ridículo ¿no?

¿Qué se podría hacer con Q70 mil 600 millones?

Redacción
05 de diciembre, 2014

Cada quetzal que se va al Presupuesto de la Nación es un quetzal que jamás será invertido en proyectos privados, ya sean comerciales o individuales, que generen riqueza y bienestar para las personas.  El Presupuesto del Estado para 2015 asciende a nada menos que Q 70,600 millones y la vicepresidenta  Baldetti ya dejó claro que el Ejecutivo no vetará el decreto. Q54.701.1 millones serán financiados con impuestos,  Q4 mil millones con deuda pública interna y más de Q8 mil millones con deuda pública externa. El Presupuesto además crea un nuevo impuesto a la telefonía móvil.

Guatemala es una enorme paradoja, sus instituciones públicas no funcionan, eso es una verdad tan evidente como la gravedad, y sin embargo el presupuesto público engorda con los años. ¿Qué se podría hacer con tanto dinero? Con Q70 mil 600 millones se podrían pagar 7 millones 60 mil sueldos de Q 10 mil cada uno;  905 mil 128 familias podrían hacer un súper semanal de Q 1,500 por un año; 2 millones 353 mil 333 estudiantes podrían pagar la universidad por un año; se podría donar Q1 millón a 70 mil 600 fundaciones de caridad;  67 mil 884 familias podrían comprar una casa de US$ 130 mil; 706,000 personas podrían comprar un vehículo de Q 100 mil;  se podrían constituir 14 millones 120 mil sociedades mercantiles con un capital mínimo de Q 5 mil y se le podría entregar Q4,584 a cada una de las 15 millones 400 mil personas que habitan Guatemala.  Nada de eso sucederá.

Dudo mucho que el aumento del presupuesto público alegre a alguien en cualquier parte del mundo. La gente paga sus impuestos a regañadientes pero  en los países civilizados los contribuyentes al menos miran resultados aceptables: hay un buen sistema de justicia y policías, tienen  un ejército profesional, buenas carreteras y hospitales y escuelas aceptables.

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Guatemala no es el caso. Aquí la regla es la inoperancia estatal, la excepción sería una entidad que funcione bien (¿alguien conoce una?). Nuestro sistema de justicia es inoperante, da fe de ello la turbia elección a magistrados que tuvimos este año. La PNC es corrupta, cada tanto nos enteramos de un jefe de la policía vinculado al narco o a actos de corrupción. Nuestros hospitales públicos dan vergüenza. Leyendo un libro publicado en los 50 caí en cuenta que nada ha cambiado desde entonces. El libro describía la situación de los hospitales públicos: pacientes sin camillas obligados dormir en el suelo y falta de insumos igual que ahora, con la adición de los constante paros de servicios de parte de los médicos. La educación pública ni hablar, el futuro académico de muchos niños está en las manos de un sindicalista rabioso como Joviel Acevedo.

El sector público y el sector privado operan bajo distintos principios. La disciplina del mercado obliga a los empresarios ineficientes, aquellos que sólo obtienen pérdidas, a cerrar sus negocios para que los recursos sean asignados a actividades más productivas. En el Estado, en cambio, si un programa no funciona la receta es inyectarle más dinero. Ridículo ¿no?