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Cuando muera la Libertad

Redacción República
24 de febrero, 2014

Soy Libertario es mi primera afirmación. Esa es mi filosofía, mi estilo de vida, y mi defensa primera y última. Mi convicción es tal que es lo único por lo cual estaría dispuesto a luchar por todos los medios posibles es por ella. 

Extraña manera de pensar, dirán algunos, en una región donde se pide la Libertad, pero no se asumen las responsabilidades. Exigimos nuestros Derechos, pero olvidamos nuestras obligaciones. Libertad y Responsabilidad son una especie de “repetición,” ya que siempre la Libertad “es” Responsabilidad, y si no es así, entonces no sería Libertad, sino vil y cruel libertinaje. 
Creo en la Libertad como valor supremo. Por eso me opongo al avance del Estado, porque cualquier terreno que gane el Estado dentro de nuestras vidas privadas, ese “logro” lo hace a expensas de nuestra Libertad individual. 
La Libertad es, y siempre será, individual. Las personas son las únicas que pueden ser libres, no los pueblos, ni las colectividades. Los países serán independientes, los ciudadanos somos los libres. 
No creo en las colectividades. No existen para mi los “hombres masa;” de hecho, creo que los colectivismos son escondites perfectos para las irresponsabilidades individuales. 
Y tan letales como los colectivos son los escondites gremiales, verdaderas máquinas de privilegios y protecciones, verdaderos atentados contra la Libertad individual. 
Mi defensa de la Libertad es también una defensa de la Vida. Cualquier acto irresponsable e ilegal contra la Vida lo es también contra la Libertad. Es la Libertad el mejor ambiente para defender la Vida, y no defender la vida dentro de los parámetros del Derecho y la Justicia, es un hecho anti-Libertario, una amenaza a la Persona Humana. 
A la Libertad y la Vida sumo mi defensa del concepto fundamental de Propiedad Privada.
S
Son esos tres principios –Vida, Propiedad y Libertad—los que logran individuos desarrollados. Si se intenta destruir uno de ellos, también se está atentando contra los otros dos. 
Todo acto contra la Propiedad es también un acto contra la Vida y la Libertad. 
Cuáles son los límites, entonces, de mi poco comprendida propuesta. Existen varios, pero tomo dos “Instituciones” pilares para la vida de las personas libres: uno, el Estado de Derecho, y, dos, una Economía con base en el Mercado Libre. (Para mi las “fronteras” son inventos innecesarios y costosos, que solamente expresan un retroceso a condiciones mentales casi “tribalistas”, y de las cuales debimos haber salido hace siglos.) 
Estado de Derecho no es sólo un grupo de “leyes” no funcionales. El conjunto de leyes incoherentes es un vil estado de “legalismo,” nada más. El Estado de Derecho implica necesariamente leyes justas, buenas, correctas, nuestras, universales, abstractas, aplicables y conocidas. 
Como Libertario no comparto la visión de “leyes específicas.” Esas especificidades son las que permiten los proteccionismos y los privilegios. No comparto tampoco la visión de “leyes” especiales para “grupos,” menos si la base de esas leyes es el paternalismo disfrazado de “protección.” 
Y para la parte económica no puedo más que seguir insistiendo en el Mercado Libre como la forma más justa de “re-distribuir” la riqueza. 
Mi argumento siempre favorecerá la mayor apertura del Mercado, sin protección, ni privilegios, ni coerciones. 
¡Quiero Libertad, no libertadores! 
“Esta es mi poesía, y sigo siendo fiel a mi filosofía.”

Cuando muera la Libertad

Redacción República
24 de febrero, 2014

Soy Libertario es mi primera afirmación. Esa es mi filosofía, mi estilo de vida, y mi defensa primera y última. Mi convicción es tal que es lo único por lo cual estaría dispuesto a luchar por todos los medios posibles es por ella. 

Extraña manera de pensar, dirán algunos, en una región donde se pide la Libertad, pero no se asumen las responsabilidades. Exigimos nuestros Derechos, pero olvidamos nuestras obligaciones. Libertad y Responsabilidad son una especie de “repetición,” ya que siempre la Libertad “es” Responsabilidad, y si no es así, entonces no sería Libertad, sino vil y cruel libertinaje. 
Creo en la Libertad como valor supremo. Por eso me opongo al avance del Estado, porque cualquier terreno que gane el Estado dentro de nuestras vidas privadas, ese “logro” lo hace a expensas de nuestra Libertad individual. 
La Libertad es, y siempre será, individual. Las personas son las únicas que pueden ser libres, no los pueblos, ni las colectividades. Los países serán independientes, los ciudadanos somos los libres. 
No creo en las colectividades. No existen para mi los “hombres masa;” de hecho, creo que los colectivismos son escondites perfectos para las irresponsabilidades individuales. 
Y tan letales como los colectivos son los escondites gremiales, verdaderas máquinas de privilegios y protecciones, verdaderos atentados contra la Libertad individual. 
Mi defensa de la Libertad es también una defensa de la Vida. Cualquier acto irresponsable e ilegal contra la Vida lo es también contra la Libertad. Es la Libertad el mejor ambiente para defender la Vida, y no defender la vida dentro de los parámetros del Derecho y la Justicia, es un hecho anti-Libertario, una amenaza a la Persona Humana. 
A la Libertad y la Vida sumo mi defensa del concepto fundamental de Propiedad Privada.
S
Son esos tres principios –Vida, Propiedad y Libertad—los que logran individuos desarrollados. Si se intenta destruir uno de ellos, también se está atentando contra los otros dos. 
Todo acto contra la Propiedad es también un acto contra la Vida y la Libertad. 
Cuáles son los límites, entonces, de mi poco comprendida propuesta. Existen varios, pero tomo dos “Instituciones” pilares para la vida de las personas libres: uno, el Estado de Derecho, y, dos, una Economía con base en el Mercado Libre. (Para mi las “fronteras” son inventos innecesarios y costosos, que solamente expresan un retroceso a condiciones mentales casi “tribalistas”, y de las cuales debimos haber salido hace siglos.) 
Estado de Derecho no es sólo un grupo de “leyes” no funcionales. El conjunto de leyes incoherentes es un vil estado de “legalismo,” nada más. El Estado de Derecho implica necesariamente leyes justas, buenas, correctas, nuestras, universales, abstractas, aplicables y conocidas. 
Como Libertario no comparto la visión de “leyes específicas.” Esas especificidades son las que permiten los proteccionismos y los privilegios. No comparto tampoco la visión de “leyes” especiales para “grupos,” menos si la base de esas leyes es el paternalismo disfrazado de “protección.” 
Y para la parte económica no puedo más que seguir insistiendo en el Mercado Libre como la forma más justa de “re-distribuir” la riqueza. 
Mi argumento siempre favorecerá la mayor apertura del Mercado, sin protección, ni privilegios, ni coerciones. 
¡Quiero Libertad, no libertadores! 
“Esta es mi poesía, y sigo siendo fiel a mi filosofía.”