Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Podemos ser otra Venezuela? (Parte 1)

Redacción
26 de febrero, 2014

Bien, aquí estamos en este nuevo medio, República.Gt, celebrando su surgimiento y augurando éxitos para su equipo. Que sirva esta primera nota para empezar una reflexión sobre un tema que, según he podido comprobar incluso en reuniones sociales, provoca inquietud en muchos. ¿Puede nuestro país convertirse en otra Venezuela? No tenemos petróleo, es verdad, ni nexos hondos e innegables con Irán y demás estados locos, que así les llaman. Lo que sí tenemos, por desgracia, es una clase política bastante mediocre y por eso más propensa a ese fenómeno tan latinoamericano y empobrecedor: el populismo. El más representativo de esa mezquina casta es, por supuesto, Manuel Baldizón. 

Para intentar responder a la interrogante que titula esta reflexión, comencemos por establecer qué define a los estados totalitarios, en vista de que Venezuela parece estarse convirtiendo en uno. El segundo en América Latina de hecho, pues el dudoso honor de haber instaurado el primer monstruoso régimen de este tipo en las Américas le corresponde sin duda alguna a Castro el mayor. El menor se ha limitado a continuarlo y maquillarlo un tanto. 
A los estados totalitarios los caracterizan una serie de rasgos. El primero es una ideología oficial. En Venezuela esta característica estuvo a punto de concurrir en 2007: Chávez convocó a un referéndum (que perdió) para declarar a Venezuela un estado socialista. Eso hubiese acabado con el pluralismo político. Y es la oposición hoy la que está plantándole cara al sátrapa Maduro, con más o con menos éxito, pero eso no es lo relevante, sino el hecho que todavía existe. 
¿Podríamos en Guatemala asistir al espectáculo de un politiquero intentando establecer una ideología oficial? No lo creo. Y la razón es que en nuestro país, si lo comparamos con Venezuela, existe una masa crítica porcentualmente mucho más numerosa que desconfía de un estado todopoderoso, y que es mucho más escéptica de la verborrea demagógica, gracias en parte a medios como este. En los años que van de este siglo, nos han dicho que “unidos seguro salimos adelante”, que “la solidaridad es el camino” y, últimamente, que “ahora sí” vamos para adelante. Esa no es ideología oficial aclaro, sino propaganda oficialista. Pero el punto es que tal propaganda nunca ha tenido calado, no al menos en núcleos urbanos e interconectados. Es sólo en las áreas rurales o en las urbanas depauperadas donde tales eslóganes adquieren alguna relevancia. No es casualidad que esas regiones sean las más susceptibles de caer en los tentáculos del clientelismo político, que inutiliza a la gente haciéndola dependiente del gobierno. 
Los políticos serán demagogos pero estúpidos, no. Y saben que tienen que estar en sintonía al menos parcial y al menos con una buena parte de su electorado. Así que fuera del mencionado Baldizón no considero que alguno de ellos intentaría las de Chávez, es decir el establecimiento de una ideología oficial. ¿Y porqué pienso que ese individuo sí intentaría una cosa semejante? Porque es la excepción: su caso es interesantísimo me parece, para un psiquiatra o un experto en trastornos de la conducta. Yo no soy ni lo uno ni lo otro, pero sí sé que la megalomanía es común denominador de sátrapas y tiranos de toda laya, y el tipo se ha encargado de exhibirla desvergonzadamente. 
…..Continuará.

facebook.com/karen.cancinos@KarenCancinos

¿Podemos ser otra Venezuela? (Parte 1)

Redacción
26 de febrero, 2014

Bien, aquí estamos en este nuevo medio, República.Gt, celebrando su surgimiento y augurando éxitos para su equipo. Que sirva esta primera nota para empezar una reflexión sobre un tema que, según he podido comprobar incluso en reuniones sociales, provoca inquietud en muchos. ¿Puede nuestro país convertirse en otra Venezuela? No tenemos petróleo, es verdad, ni nexos hondos e innegables con Irán y demás estados locos, que así les llaman. Lo que sí tenemos, por desgracia, es una clase política bastante mediocre y por eso más propensa a ese fenómeno tan latinoamericano y empobrecedor: el populismo. El más representativo de esa mezquina casta es, por supuesto, Manuel Baldizón. 

Para intentar responder a la interrogante que titula esta reflexión, comencemos por establecer qué define a los estados totalitarios, en vista de que Venezuela parece estarse convirtiendo en uno. El segundo en América Latina de hecho, pues el dudoso honor de haber instaurado el primer monstruoso régimen de este tipo en las Américas le corresponde sin duda alguna a Castro el mayor. El menor se ha limitado a continuarlo y maquillarlo un tanto. 
A los estados totalitarios los caracterizan una serie de rasgos. El primero es una ideología oficial. En Venezuela esta característica estuvo a punto de concurrir en 2007: Chávez convocó a un referéndum (que perdió) para declarar a Venezuela un estado socialista. Eso hubiese acabado con el pluralismo político. Y es la oposición hoy la que está plantándole cara al sátrapa Maduro, con más o con menos éxito, pero eso no es lo relevante, sino el hecho que todavía existe. 
¿Podríamos en Guatemala asistir al espectáculo de un politiquero intentando establecer una ideología oficial? No lo creo. Y la razón es que en nuestro país, si lo comparamos con Venezuela, existe una masa crítica porcentualmente mucho más numerosa que desconfía de un estado todopoderoso, y que es mucho más escéptica de la verborrea demagógica, gracias en parte a medios como este. En los años que van de este siglo, nos han dicho que “unidos seguro salimos adelante”, que “la solidaridad es el camino” y, últimamente, que “ahora sí” vamos para adelante. Esa no es ideología oficial aclaro, sino propaganda oficialista. Pero el punto es que tal propaganda nunca ha tenido calado, no al menos en núcleos urbanos e interconectados. Es sólo en las áreas rurales o en las urbanas depauperadas donde tales eslóganes adquieren alguna relevancia. No es casualidad que esas regiones sean las más susceptibles de caer en los tentáculos del clientelismo político, que inutiliza a la gente haciéndola dependiente del gobierno. 
Los políticos serán demagogos pero estúpidos, no. Y saben que tienen que estar en sintonía al menos parcial y al menos con una buena parte de su electorado. Así que fuera del mencionado Baldizón no considero que alguno de ellos intentaría las de Chávez, es decir el establecimiento de una ideología oficial. ¿Y porqué pienso que ese individuo sí intentaría una cosa semejante? Porque es la excepción: su caso es interesantísimo me parece, para un psiquiatra o un experto en trastornos de la conducta. Yo no soy ni lo uno ni lo otro, pero sí sé que la megalomanía es común denominador de sátrapas y tiranos de toda laya, y el tipo se ha encargado de exhibirla desvergonzadamente. 
…..Continuará.

facebook.com/karen.cancinos@KarenCancinos