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Pactos políticos

Redacción República
11 de marzo, 2014

Hay varias ideas alrededor del quehacer de los políticos, cuáles son sus funciones legítimas, si son de provecho para la sociedad o no. Y dentro de las muchas cosas que se oyen, concuerdo que la función de los políticos es alcanzar acuerdos, son negociadores por excelencia. Por supuesto, en las negociaciones políticas (a diferencia de las negociaciones del mercado) siempre hay ganadores y perdedores, y el éxito del político está en minimizar las perdidas, y saber explicar qué y quienes ganan, y por qué se justifica que alguien pierda. Por ejemplo, si impones requisitos mínimos más altos a los maestros que trabajan para el Ministerio de Educación, tendremos maestros que serán perdedores (despedidos o tendrán que invertir muchas horas en capacitación) y los ganadores, los niños y la educación. Pero claro, en el corto plazo, los perdedores son muy bulliciosos y organizados, mientras que los ganadores no, así que los pactos “políticos” van a favor de los maestros. Una incapacidad de los políticos de vender una reforma educativa seria con alcances de largo plazo. 

Los pactos para que funcionen necesitan algún grado de compromiso de las partes involucradas y sobre todo una dosis de divulgación, es decir, que no sean pactos secretos. Por eso los matrimonios se celebran con las familias, los contratos frente abogados, las ventas se hacen en lugares públicos y se promocionan, etc. 
Alcanzar pactos políticos que incluyan compromisos de largo plazo y con las futuras generaciones es lo que nos hace falta en nuestra política. Por supuesto los actuales diputados han fracasado en ese intento. La corrupción ha hecho que los pactos políticos sean cada vez de más corto plazo y más secretos. Lo vemos en el Congreso, el órgano de donde deben salir los pactos políticos, en el cual ya casi no hay discusiones en el pleno, pues se llegan con acuerdos debajo de la mesa, y las alianzas entre bancadas duran muy poco. La vida de los actores políticos en cada partido es muy corta, por lo que votan por pactos que tengan efectos inmediatos, ya se ha perdido la confianza, pues no hay compromisos duraderos en los actores. 
Pero claro que es muy fácil ver en los políticos a los principales culpables, pero ellos son la punta del Iceberg, son simplemente consecuencia de un sistema más complejo. Por ejemplo, si entrevistas a los líderes de colonias y barrios, que regularmente mueven a un porcentaje de votantes, te darás cuenta que son igual o más tránsfugas que los diputados, y siguen a un candidato, su mayoría al que mejor paga. Luego los votantes son típicos guatemaltecos que dejan sus decisiones regularmente a última hora, (lo ves en los pagos de calcomanías para circular, compra de útiles, etc.). Las encuestas lo señalan, a escasos días antes de una elección un porcentaje muy alto no ha decidió aún su voto, lo que hace de las elecciones una contienda que se define en los últimos meses. Y finalmente la élite empresarial no está interesada en financiar a futuros proyectos políticos, prefieren apostar por el caballo ganador, esto y otras cosas nos ha convertido en un país con alta preferencia por el presente, y poco interés en el largo plazo. 
Un país donde sus elites económicas y sociales no dona dinero o tiempo por principios o por una causa (que regularmente son proyectos de largo plazo) sino que por el contrario donan por preservar o aumentar sus intereses (muchas veces mercantilistas) o simplemente por ganar, es un país destinado a no tener rumbo ni principios, donde los acuerdos de largo plazo, que dan forma a la visión de país, no llegan. 
Tenemos que invertir tiempo y dinero en apoyar y descubrir nuevos líderes, y tener en mente que estos líderes necesitaran apoyo moral y económico. Recordemos esta famosa frase: si quieres cambiar el mundo, necesitas primero dinero para pagar la renta de tu casa.

Pactos políticos

Redacción República
11 de marzo, 2014

Hay varias ideas alrededor del quehacer de los políticos, cuáles son sus funciones legítimas, si son de provecho para la sociedad o no. Y dentro de las muchas cosas que se oyen, concuerdo que la función de los políticos es alcanzar acuerdos, son negociadores por excelencia. Por supuesto, en las negociaciones políticas (a diferencia de las negociaciones del mercado) siempre hay ganadores y perdedores, y el éxito del político está en minimizar las perdidas, y saber explicar qué y quienes ganan, y por qué se justifica que alguien pierda. Por ejemplo, si impones requisitos mínimos más altos a los maestros que trabajan para el Ministerio de Educación, tendremos maestros que serán perdedores (despedidos o tendrán que invertir muchas horas en capacitación) y los ganadores, los niños y la educación. Pero claro, en el corto plazo, los perdedores son muy bulliciosos y organizados, mientras que los ganadores no, así que los pactos “políticos” van a favor de los maestros. Una incapacidad de los políticos de vender una reforma educativa seria con alcances de largo plazo. 

Los pactos para que funcionen necesitan algún grado de compromiso de las partes involucradas y sobre todo una dosis de divulgación, es decir, que no sean pactos secretos. Por eso los matrimonios se celebran con las familias, los contratos frente abogados, las ventas se hacen en lugares públicos y se promocionan, etc. 
Alcanzar pactos políticos que incluyan compromisos de largo plazo y con las futuras generaciones es lo que nos hace falta en nuestra política. Por supuesto los actuales diputados han fracasado en ese intento. La corrupción ha hecho que los pactos políticos sean cada vez de más corto plazo y más secretos. Lo vemos en el Congreso, el órgano de donde deben salir los pactos políticos, en el cual ya casi no hay discusiones en el pleno, pues se llegan con acuerdos debajo de la mesa, y las alianzas entre bancadas duran muy poco. La vida de los actores políticos en cada partido es muy corta, por lo que votan por pactos que tengan efectos inmediatos, ya se ha perdido la confianza, pues no hay compromisos duraderos en los actores. 
Pero claro que es muy fácil ver en los políticos a los principales culpables, pero ellos son la punta del Iceberg, son simplemente consecuencia de un sistema más complejo. Por ejemplo, si entrevistas a los líderes de colonias y barrios, que regularmente mueven a un porcentaje de votantes, te darás cuenta que son igual o más tránsfugas que los diputados, y siguen a un candidato, su mayoría al que mejor paga. Luego los votantes son típicos guatemaltecos que dejan sus decisiones regularmente a última hora, (lo ves en los pagos de calcomanías para circular, compra de útiles, etc.). Las encuestas lo señalan, a escasos días antes de una elección un porcentaje muy alto no ha decidió aún su voto, lo que hace de las elecciones una contienda que se define en los últimos meses. Y finalmente la élite empresarial no está interesada en financiar a futuros proyectos políticos, prefieren apostar por el caballo ganador, esto y otras cosas nos ha convertido en un país con alta preferencia por el presente, y poco interés en el largo plazo. 
Un país donde sus elites económicas y sociales no dona dinero o tiempo por principios o por una causa (que regularmente son proyectos de largo plazo) sino que por el contrario donan por preservar o aumentar sus intereses (muchas veces mercantilistas) o simplemente por ganar, es un país destinado a no tener rumbo ni principios, donde los acuerdos de largo plazo, que dan forma a la visión de país, no llegan. 
Tenemos que invertir tiempo y dinero en apoyar y descubrir nuevos líderes, y tener en mente que estos líderes necesitaran apoyo moral y económico. Recordemos esta famosa frase: si quieres cambiar el mundo, necesitas primero dinero para pagar la renta de tu casa.