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Sociedad Misógina

Redacción República
10 de marzo, 2014

Muchas mujeres podrán estar orgullosas que ya no es su obligación, al menos en estas partes del mundo, quedarse en casa y ocuparse exclusivamente de los oficios domésticos; pero seamos francos, la realidad es distinta. En la calle y los medios la publicidad relacionada con las típicas tareas domésticas está dirigida a la mujer. ¿No es la señorita Vergara quien viste ese cuerpazo con impecable vestido blanco y sostiene a su vez una bolsa de detergente? ¿Y qué hay de las lavadoras, secadoras y demás electrodomésticos que no sean una televisión? ¿Y si se trata de una nueva fórmula para sopitas, consomés, salsitas y demás? En estos casos si aparece un hombre es para mostrar lo inepto que es en la cocina, la lavandería e incluso la abarrotería. El mensaje resulta claro, acá es la mujer la que se ocupa del hogar y si quiere trabajar, pues que se consiga una ‘muchacha’. Al final de día la campaña más honesta resulta ser la de Aprofam.

A pesar de tener ahora dos cargas la mujer se posiciona de mejor manera en nuestro medio. Y con buena razón, aunque el hombre se jacta de ser quien lleva los pantalones resulta que aquí son las mujeres las que en verdad tienen las agallas. Piense por un instante en esa diputada que muchos aseguran que es la única con el valor de denunciar lo que los demás no se atreven. Y vea usted ahora el caso de la Fiscal General, nominada al Nobel, ¿había alguno de sus antecesores logrado eso? Y parece que muchos en el extranjero la quieren, y a diferencia de algunos de sus antecesores no es para juzgarla. Sabe, en el ejército de Guatemala la eficiencia y compromiso de las oficiales y especialistas es grande, asombra y me atrevo a decir que muchas de ellas superan en profesionalismo y entrega a un vasto número de la contraparte masculina.

Aun así la discriminación contra la mujer es latente. Resulta patético ver la manera en que se desprecia a la mujer por su condición o capacidad de ser madre. Si se les entrevista se les ataca con preguntas como: ¿Está casada? ¿Tiene hijos? ¿No? ¿Tiene novio entonces? ¿Se piensan casar? ¿Y… quieren tener hijos? ¿Cuántos? ¿¡Cuando!? Unos desconfiados incluso las someten al polígrafo. Estos patronos deben suponer que fue su padre quien entró en labor de parto para traerlos al mundo. La solución a este gran problema que provocan las mujeres lo pude encontrar en el Ministerio de Trabajo, sí, el bastión por excelencia de la protección al trabajador. Érase una vez una mujer que trabajaba allí ocupándose de la limpieza. Su condición revelaba que en cualquier minuto engendraría a otro más de nuestra tan dotada especie. Le preguntó aquel a quien yo acompañaba que cuando gozaría de su ‘prenatal’. Ella dijo que no tenía ese derecho pues no estaba ‘en planilla’ (no trabajaba bajo régimen de dependencia) sino que estaba allí por ‘contrato’ (de servicios profesionales supusimos por el uso que comúnmente se le da a esta expresión). Ya usted juzgará.

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¿Cuál es el origen de este odio? Lo desconozco, pero no se exalte si al sintonizar la radio logra escucha a la señorita Spears chillar con evidente orgullo, pero en inglés, algo así: “¡Más te vale trabajar perra! ¡Ahora ponte a trabajar perra!” Pues quizá la que le siga en la programación sea la de Arjona.


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10 de marzo, 2014

Muchas mujeres podrán estar orgullosas que ya no es su obligación, al menos en estas partes del mundo, quedarse en casa y ocuparse exclusivamente de los oficios domésticos; pero seamos francos, la realidad es distinta. En la calle y los medios la publicidad relacionada con las típicas tareas domésticas está dirigida a la mujer. ¿No es la señorita Vergara quien viste ese cuerpazo con impecable vestido blanco y sostiene a su vez una bolsa de detergente? ¿Y qué hay de las lavadoras, secadoras y demás electrodomésticos que no sean una televisión? ¿Y si se trata de una nueva fórmula para sopitas, consomés, salsitas y demás? En estos casos si aparece un hombre es para mostrar lo inepto que es en la cocina, la lavandería e incluso la abarrotería. El mensaje resulta claro, acá es la mujer la que se ocupa del hogar y si quiere trabajar, pues que se consiga una ‘muchacha’. Al final de día la campaña más honesta resulta ser la de Aprofam.

A pesar de tener ahora dos cargas la mujer se posiciona de mejor manera en nuestro medio. Y con buena razón, aunque el hombre se jacta de ser quien lleva los pantalones resulta que aquí son las mujeres las que en verdad tienen las agallas. Piense por un instante en esa diputada que muchos aseguran que es la única con el valor de denunciar lo que los demás no se atreven. Y vea usted ahora el caso de la Fiscal General, nominada al Nobel, ¿había alguno de sus antecesores logrado eso? Y parece que muchos en el extranjero la quieren, y a diferencia de algunos de sus antecesores no es para juzgarla. Sabe, en el ejército de Guatemala la eficiencia y compromiso de las oficiales y especialistas es grande, asombra y me atrevo a decir que muchas de ellas superan en profesionalismo y entrega a un vasto número de la contraparte masculina.

Aun así la discriminación contra la mujer es latente. Resulta patético ver la manera en que se desprecia a la mujer por su condición o capacidad de ser madre. Si se les entrevista se les ataca con preguntas como: ¿Está casada? ¿Tiene hijos? ¿No? ¿Tiene novio entonces? ¿Se piensan casar? ¿Y… quieren tener hijos? ¿Cuántos? ¿¡Cuando!? Unos desconfiados incluso las someten al polígrafo. Estos patronos deben suponer que fue su padre quien entró en labor de parto para traerlos al mundo. La solución a este gran problema que provocan las mujeres lo pude encontrar en el Ministerio de Trabajo, sí, el bastión por excelencia de la protección al trabajador. Érase una vez una mujer que trabajaba allí ocupándose de la limpieza. Su condición revelaba que en cualquier minuto engendraría a otro más de nuestra tan dotada especie. Le preguntó aquel a quien yo acompañaba que cuando gozaría de su ‘prenatal’. Ella dijo que no tenía ese derecho pues no estaba ‘en planilla’ (no trabajaba bajo régimen de dependencia) sino que estaba allí por ‘contrato’ (de servicios profesionales supusimos por el uso que comúnmente se le da a esta expresión). Ya usted juzgará.

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¿Cuál es el origen de este odio? Lo desconozco, pero no se exalte si al sintonizar la radio logra escucha a la señorita Spears chillar con evidente orgullo, pero en inglés, algo así: “¡Más te vale trabajar perra! ¡Ahora ponte a trabajar perra!” Pues quizá la que le siga en la programación sea la de Arjona.