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“Candil para la calle, obscuridad para la casa”

Redacción República
12 de marzo, 2014

Hace unas semanas atrás, platicaba con un amigo sobre las manifestaciones que se estaban dando en Venezuela y Ucrania. Hablábamos sobre lo lamentable que era la situación, en ambos países, pero también reconocíamos la valentía de los ciudadanos, al salir a las calles para que sus voces fueran escuchadas con más fuerza. 

Aunque tratamos que la discusión se enfocará en dichos países, ninguno de los dos pudimos evitar hablar sobre lo que sucedía en Guatemala. Ambos nos percatamos de esa gran ola de videos, comentarios, artículos sobre Venezuela y Ucrania en nuestras redes sociales. Todos parecían indignados por la violencia que se había desatado en las manifestaciones y a su vez, la mayoría parecía compartir ese rechazo hacia el gobierno de dichos países. 
Al ver todo esa empatía hacia los otros países, me vino a la mente algo que mi madre suele decir: “candil para la calle, obscuridad para la casa”. Ese dicho continuamente me venía a la mente cada vez que leía ¡Sos Venezuela! o escuchaba a compañeros hablar tan apasionadamente sobre Ucrania. No es que me molestase que se indignarán por lo que está sucediendo en otras naciones, con toda razón, todos deberíamos indignarnos por la represión y la violencia en contra de los manifestantes, pero me molestaba que no lograrán indignarse por lo que sucede en nuestro país, cuando tenemos varias razones para hacerlo. 
Al igual que Venezuela, Guatemala está entre los países más violentos del mundo, con una tasa de 33 muertos por cada 100 mil habitantes, según los informes del Central American Business Intelligence. Además, el Banco Mundial reportó que más del 50% de guatemaltecos viven en pobreza, lo que quiere decir, que una gran parte del país no tiene acceso continuo a productos y servicios básicos.
Y si eso fuera poco, también estamos situados entre los países más corruptos de Latinoamérica, en el mismo grupo con Venezuela, Paraguay, Honduras y Nicaragua. 
Cuando tenemos bastantes razones para indignarnos, y aún así, logramos solidarizarnos más con otros países que por nosotros mismos, es cuando ese viejo dicho de “candil para la calle y obscuridad para la casa” empieza a aplicarse a cada uno de nosotros.

Si algo deberíamos aprender de Venezuela y Ucrania, debería ser la capacidad de solidarizarse por ellos mismos, y por sus conciudadanos. 

Deberíamos considerar que a pesar que en muchas ocasiones no compartamos las demandas de aquellas personas que toman las principales calles del país reclamando por energía, educación o tierras, esos problemas provienen de la misma raíz que los nuestros, provienen de la incapacidad de nuestra elite política en proponer soluciones y ejecutarlas en beneficio de la sociedad.
Provienen de nuestros gobernantes que siguen interponiendo sus intereses particulares por encima de los intereses de quienes votamos por ellos.

“Candil para la calle, obscuridad para la casa”

Redacción República
12 de marzo, 2014

Hace unas semanas atrás, platicaba con un amigo sobre las manifestaciones que se estaban dando en Venezuela y Ucrania. Hablábamos sobre lo lamentable que era la situación, en ambos países, pero también reconocíamos la valentía de los ciudadanos, al salir a las calles para que sus voces fueran escuchadas con más fuerza. 

Aunque tratamos que la discusión se enfocará en dichos países, ninguno de los dos pudimos evitar hablar sobre lo que sucedía en Guatemala. Ambos nos percatamos de esa gran ola de videos, comentarios, artículos sobre Venezuela y Ucrania en nuestras redes sociales. Todos parecían indignados por la violencia que se había desatado en las manifestaciones y a su vez, la mayoría parecía compartir ese rechazo hacia el gobierno de dichos países. 
Al ver todo esa empatía hacia los otros países, me vino a la mente algo que mi madre suele decir: “candil para la calle, obscuridad para la casa”. Ese dicho continuamente me venía a la mente cada vez que leía ¡Sos Venezuela! o escuchaba a compañeros hablar tan apasionadamente sobre Ucrania. No es que me molestase que se indignarán por lo que está sucediendo en otras naciones, con toda razón, todos deberíamos indignarnos por la represión y la violencia en contra de los manifestantes, pero me molestaba que no lograrán indignarse por lo que sucede en nuestro país, cuando tenemos varias razones para hacerlo. 
Al igual que Venezuela, Guatemala está entre los países más violentos del mundo, con una tasa de 33 muertos por cada 100 mil habitantes, según los informes del Central American Business Intelligence. Además, el Banco Mundial reportó que más del 50% de guatemaltecos viven en pobreza, lo que quiere decir, que una gran parte del país no tiene acceso continuo a productos y servicios básicos.
Y si eso fuera poco, también estamos situados entre los países más corruptos de Latinoamérica, en el mismo grupo con Venezuela, Paraguay, Honduras y Nicaragua. 
Cuando tenemos bastantes razones para indignarnos, y aún así, logramos solidarizarnos más con otros países que por nosotros mismos, es cuando ese viejo dicho de “candil para la calle y obscuridad para la casa” empieza a aplicarse a cada uno de nosotros.

Si algo deberíamos aprender de Venezuela y Ucrania, debería ser la capacidad de solidarizarse por ellos mismos, y por sus conciudadanos. 

Deberíamos considerar que a pesar que en muchas ocasiones no compartamos las demandas de aquellas personas que toman las principales calles del país reclamando por energía, educación o tierras, esos problemas provienen de la misma raíz que los nuestros, provienen de la incapacidad de nuestra elite política en proponer soluciones y ejecutarlas en beneficio de la sociedad.
Provienen de nuestros gobernantes que siguen interponiendo sus intereses particulares por encima de los intereses de quienes votamos por ellos.