Hace unas semanas atrás, platicaba con un amigo sobre las manifestaciones que se estaban dando en Venezuela y Ucrania. Hablábamos sobre lo lamentable que era la situación, en ambos países, pero también reconocíamos la valentía de los ciudadanos, al salir a las calles para que sus voces fueran escuchadas con más fuerza.
Y si eso fuera poco, también estamos situados entre los países más corruptos de Latinoamérica, en el mismo grupo con Venezuela, Paraguay, Honduras y Nicaragua.
Si algo deberíamos aprender de Venezuela y Ucrania, debería ser la capacidad de solidarizarse por ellos mismos, y por sus conciudadanos.
Provienen de nuestros gobernantes que siguen interponiendo sus intereses particulares por encima de los intereses de quienes votamos por ellos.
Hace unas semanas atrás, platicaba con un amigo sobre las manifestaciones que se estaban dando en Venezuela y Ucrania. Hablábamos sobre lo lamentable que era la situación, en ambos países, pero también reconocíamos la valentía de los ciudadanos, al salir a las calles para que sus voces fueran escuchadas con más fuerza.
Y si eso fuera poco, también estamos situados entre los países más corruptos de Latinoamérica, en el mismo grupo con Venezuela, Paraguay, Honduras y Nicaragua.
Si algo deberíamos aprender de Venezuela y Ucrania, debería ser la capacidad de solidarizarse por ellos mismos, y por sus conciudadanos.
Provienen de nuestros gobernantes que siguen interponiendo sus intereses particulares por encima de los intereses de quienes votamos por ellos.