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Reflexiones sobre las posibilidades de un golpe de estado en Venezuela

Redacción
21 de marzo, 2014

De nuevo las Fuerzas Armadas Bolivarianas se convierten en centro de atención. La crisis política existente en el país hace volver las miradas de muchos hacia los militares, debido a dos motivos fundamentalmente. En primer lugar por la incapacidad de los actores implicados, tanto del gobierno como la oposición, de sentarse a negociar para resolver la presente crisis. Aunque sin duda recae más responsabilidad sobre el gobierno, por el hecho de serlo y no ser capaz de superar esta situación de enfrentamiento que no conduce a ningún lugar y además lleva consigo que el número de víctimas mortales no deje de crecer. 

De acuerdo a las características del conflicto todo apunta a que podría prolongarse y de mantenerse en los términos actuales, no tendría visos de solución. Esta situación es la que impulsa a muchos a buscar a un tercer actor que resolviera una crisis que para los venezolanos, chavistas o antichavistas, es insostenible y muy desgastante para el gobierno como para la oposición. Este actor sin duda serían las Fuerzas Armadas, motivo por el que se está observando cualquier movimiento o declaración militar. 
Sin embargo conviene detenerse en algunas de las particularidades de este ejército, para poder sopesar si realmente podría ser previsible su intervención en la crisis y a favor de quién. Pese a las permanentes especulaciones sobre la existencia de corrientes disidentes en contra del gobierno en su seno, por el momento y de manera mayoritaria todo indica que las FAS mantienen su fidelidad al régimen chavista y al Presidente Maduro. Este es un ejército muy politizado en los principios del socialismo chavista. Su adhesión al régimen les ha proporcionado poder y un extraordinaria autonomía corporativa, además de una presencia en toda la administración estatal extraordinaria. Buena parte de esta posición privilegiada se debe a la condición de agente revolucionario que desde 1999, les otorgó el Presidente Chávez. 
La depuración de los opositores y la promoción de sus seguidores, en el interior de la institución, ha sido un elemento fundamental al que habría que sumar la sustancial mejora en el nivel de vida de los militares. En su caso Maduro, quizás para compensar su falta de liderazgo, no ha dudado no sólo en reconocer sino además en reforzar la importancia de las fuerzas armadas con el fin de asegurar su apoyo y lealtad. De manera que aunque no cabe duda que hay un número de militares retirados, y algunos en activo, en contra del régimen chavista no parece suficiente para que el ejército rompiera su lealtad al Presidente. Por estos motivos, si por el momento, se descarta entonces la posibilidad de un golpe de Estado por el ejército en apoyo a la oposición. Tampoco parece muy probable la intervención militar contra la oposición militar y a favor del gobierno. 
Las FAS no se han manifestado en ningún momento y todo son especulaciones, como esta misma reflexión. Pero cuesta trabajo pensar en el establecimiento de una dictadura militar para dar continuidad al chavismo. La sociedad venezolana no lo aceptaría, ni tampoco los chavistas, porque ni el propio Chávez impuso una dictadura militar para gobernar. En cuanto a la oposición democrática, una dictadura le produce la misma repugnancia y rechazo que al resto de la comunidad internacional, en general, y latinoamericana en particular. 
Por diferentes motivos parece que un golpe de estado militar ni es posible, ni recomendable, por las consecuencias de asilamiento que tendrían para el país. Dicho esto de lo que no hay duda es que la solución solo pasa por un diálogo abierto en el que se contemple a toda la sociedad venezolana. La posibilidad de buscar otras vías solo agudizara el extraordinario nivel de polarización que existe en el país y alejara cada vez más a Venezuela de una convivencia democrática.
* Sonia Alda Mejías, Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (Madrid)

Reflexiones sobre las posibilidades de un golpe de estado en Venezuela

Redacción
21 de marzo, 2014

De nuevo las Fuerzas Armadas Bolivarianas se convierten en centro de atención. La crisis política existente en el país hace volver las miradas de muchos hacia los militares, debido a dos motivos fundamentalmente. En primer lugar por la incapacidad de los actores implicados, tanto del gobierno como la oposición, de sentarse a negociar para resolver la presente crisis. Aunque sin duda recae más responsabilidad sobre el gobierno, por el hecho de serlo y no ser capaz de superar esta situación de enfrentamiento que no conduce a ningún lugar y además lleva consigo que el número de víctimas mortales no deje de crecer. 

De acuerdo a las características del conflicto todo apunta a que podría prolongarse y de mantenerse en los términos actuales, no tendría visos de solución. Esta situación es la que impulsa a muchos a buscar a un tercer actor que resolviera una crisis que para los venezolanos, chavistas o antichavistas, es insostenible y muy desgastante para el gobierno como para la oposición. Este actor sin duda serían las Fuerzas Armadas, motivo por el que se está observando cualquier movimiento o declaración militar. 
Sin embargo conviene detenerse en algunas de las particularidades de este ejército, para poder sopesar si realmente podría ser previsible su intervención en la crisis y a favor de quién. Pese a las permanentes especulaciones sobre la existencia de corrientes disidentes en contra del gobierno en su seno, por el momento y de manera mayoritaria todo indica que las FAS mantienen su fidelidad al régimen chavista y al Presidente Maduro. Este es un ejército muy politizado en los principios del socialismo chavista. Su adhesión al régimen les ha proporcionado poder y un extraordinaria autonomía corporativa, además de una presencia en toda la administración estatal extraordinaria. Buena parte de esta posición privilegiada se debe a la condición de agente revolucionario que desde 1999, les otorgó el Presidente Chávez. 
La depuración de los opositores y la promoción de sus seguidores, en el interior de la institución, ha sido un elemento fundamental al que habría que sumar la sustancial mejora en el nivel de vida de los militares. En su caso Maduro, quizás para compensar su falta de liderazgo, no ha dudado no sólo en reconocer sino además en reforzar la importancia de las fuerzas armadas con el fin de asegurar su apoyo y lealtad. De manera que aunque no cabe duda que hay un número de militares retirados, y algunos en activo, en contra del régimen chavista no parece suficiente para que el ejército rompiera su lealtad al Presidente. Por estos motivos, si por el momento, se descarta entonces la posibilidad de un golpe de Estado por el ejército en apoyo a la oposición. Tampoco parece muy probable la intervención militar contra la oposición militar y a favor del gobierno. 
Las FAS no se han manifestado en ningún momento y todo son especulaciones, como esta misma reflexión. Pero cuesta trabajo pensar en el establecimiento de una dictadura militar para dar continuidad al chavismo. La sociedad venezolana no lo aceptaría, ni tampoco los chavistas, porque ni el propio Chávez impuso una dictadura militar para gobernar. En cuanto a la oposición democrática, una dictadura le produce la misma repugnancia y rechazo que al resto de la comunidad internacional, en general, y latinoamericana en particular. 
Por diferentes motivos parece que un golpe de estado militar ni es posible, ni recomendable, por las consecuencias de asilamiento que tendrían para el país. Dicho esto de lo que no hay duda es que la solución solo pasa por un diálogo abierto en el que se contemple a toda la sociedad venezolana. La posibilidad de buscar otras vías solo agudizara el extraordinario nivel de polarización que existe en el país y alejara cada vez más a Venezuela de una convivencia democrática.
* Sonia Alda Mejías, Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (Madrid)