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Agenda Empresarial
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Agenda light

Redacción
24 de marzo, 2014

Ese es el nombre que dan a la agenda los diputados del Congreso cuando en las sesiones se tratan temas, a su juicio, ligeros, poco polémicos o irrelevantes. Es la forma que encuentran para ganar tiempo en sus negociaciones, hacer cómo que trabajan por el bien de sus representados (entendiéndose a éstos como el pueblo y no sus patrocinadores), así como demostrar a la prensa que laboran arduamente debido a todos los acuerdos, decretos, puntos resolutivos y demás que aprueban en estas sesiones con agendas “light”. 

Dos aspectos llaman mi atención en este tema: primero, el uso y abuso de este tipo de agendas para diversos motivos, entre ellos ganar tiempo para negociar los privilegios de sus patrocinadores, grupos de presión o aquellos que les generen ganancias de cualquier tipo, así como bloquear aquellos temas que los afecten directa o indirectamente (aquellas pocas iniciativas que eliminan privilegios o limitan el poder a los gobernantes). Esta es una práctica que se ha vuelto común en todas las legislaturas, no pasa un año sin que leamos en la prensa la presentación de una agenda de este tipo. 
El segundo aspecto que llama mi atención es la actitud “light” de los diputados en el análisis de todos los temas sin importar el tipo de agenda que se trate, “light” o “heavy”. Es aquí donde la situación se vuelve preocupante sino dramática. La falta de compromiso de muchos diputados que sólo levantan la mano (por no decir la pata como rebaño) o incluso votan con el trasero (como el triste caso de un diputado que usaba de asiento su tablero para votar); sin importar qué estén aprobando, si es contradictorio con la postura que tuvieron en legislaturas anteriores o incluso en esta misma. Esa actitud “light” está sólidamente fundamentada en la ausencia de consecuencias de sus actos en el Congreso, igual pueden votar por un “paquetazo fiscal” o una “ley anti-inversión” que salir a decir que han aprobado préstamos y aumentado el presupuesto por el bien del pueblo. 
Solo basta recordar cuántos decretos se han aprobado de “urgencia nacional” como si esas palabras les dispensaran de pensar, analizar y decidir responsablemente respecto a lo que aprueban, como si la palabra “urgencia nacional” implica aprobar a rajatabla, no importa qué ni cómo, tampoco importa si se viola la Constitución o el derecho individual. Eso sí, todo se hace democráticamente a través de votaciones en tableros que no funcionan o donde se les impide el uso de la palabra a aquellos que disienten de la “urgencia”. 
La falta de seriedad se manifiesta en todos los sentidos, aprobando nuevamente de “urgencia nacional” presupuestos desfinanciados, donde de antemano los simples mortales de la calle sin asesores como los diputados sabíamos que no se llegaría a la meta de recaudación. Ahora tienen el tupé de decir que no son responsables de las posibles violaciones a la Constitución en las reformas que aprobaron a la Ley Electoral y de Partidos Políticos y es la Corte de Constitucionalidad la responsable de corregirles la plana (por no decir, cambiarles el pañal por las causas conocidas). 
La mayoría de los diputados en el Congreso están muy confiados en la actitud “light” de sus votantes, confían en que nadie se interesará por contarles las costillas, confían en una inoperante fiscalía contra la corrupción en el Ministerio Público, donde la dirigencia está más preocupada por la política y las relaciones internacionales que por buscar la justicia. Confían que un año es mucho tiempo para que sus votantes recuerden por qué no votar por él en las próximas elecciones. Pero principalmente confían en el sistema del “cuchumbo” donde democráticamente pueden enquistarse en el poder.
@Md30

Agenda light

Redacción
24 de marzo, 2014

Ese es el nombre que dan a la agenda los diputados del Congreso cuando en las sesiones se tratan temas, a su juicio, ligeros, poco polémicos o irrelevantes. Es la forma que encuentran para ganar tiempo en sus negociaciones, hacer cómo que trabajan por el bien de sus representados (entendiéndose a éstos como el pueblo y no sus patrocinadores), así como demostrar a la prensa que laboran arduamente debido a todos los acuerdos, decretos, puntos resolutivos y demás que aprueban en estas sesiones con agendas “light”. 

Dos aspectos llaman mi atención en este tema: primero, el uso y abuso de este tipo de agendas para diversos motivos, entre ellos ganar tiempo para negociar los privilegios de sus patrocinadores, grupos de presión o aquellos que les generen ganancias de cualquier tipo, así como bloquear aquellos temas que los afecten directa o indirectamente (aquellas pocas iniciativas que eliminan privilegios o limitan el poder a los gobernantes). Esta es una práctica que se ha vuelto común en todas las legislaturas, no pasa un año sin que leamos en la prensa la presentación de una agenda de este tipo. 
El segundo aspecto que llama mi atención es la actitud “light” de los diputados en el análisis de todos los temas sin importar el tipo de agenda que se trate, “light” o “heavy”. Es aquí donde la situación se vuelve preocupante sino dramática. La falta de compromiso de muchos diputados que sólo levantan la mano (por no decir la pata como rebaño) o incluso votan con el trasero (como el triste caso de un diputado que usaba de asiento su tablero para votar); sin importar qué estén aprobando, si es contradictorio con la postura que tuvieron en legislaturas anteriores o incluso en esta misma. Esa actitud “light” está sólidamente fundamentada en la ausencia de consecuencias de sus actos en el Congreso, igual pueden votar por un “paquetazo fiscal” o una “ley anti-inversión” que salir a decir que han aprobado préstamos y aumentado el presupuesto por el bien del pueblo. 
Solo basta recordar cuántos decretos se han aprobado de “urgencia nacional” como si esas palabras les dispensaran de pensar, analizar y decidir responsablemente respecto a lo que aprueban, como si la palabra “urgencia nacional” implica aprobar a rajatabla, no importa qué ni cómo, tampoco importa si se viola la Constitución o el derecho individual. Eso sí, todo se hace democráticamente a través de votaciones en tableros que no funcionan o donde se les impide el uso de la palabra a aquellos que disienten de la “urgencia”. 
La falta de seriedad se manifiesta en todos los sentidos, aprobando nuevamente de “urgencia nacional” presupuestos desfinanciados, donde de antemano los simples mortales de la calle sin asesores como los diputados sabíamos que no se llegaría a la meta de recaudación. Ahora tienen el tupé de decir que no son responsables de las posibles violaciones a la Constitución en las reformas que aprobaron a la Ley Electoral y de Partidos Políticos y es la Corte de Constitucionalidad la responsable de corregirles la plana (por no decir, cambiarles el pañal por las causas conocidas). 
La mayoría de los diputados en el Congreso están muy confiados en la actitud “light” de sus votantes, confían en que nadie se interesará por contarles las costillas, confían en una inoperante fiscalía contra la corrupción en el Ministerio Público, donde la dirigencia está más preocupada por la política y las relaciones internacionales que por buscar la justicia. Confían que un año es mucho tiempo para que sus votantes recuerden por qué no votar por él en las próximas elecciones. Pero principalmente confían en el sistema del “cuchumbo” donde democráticamente pueden enquistarse en el poder.
@Md30