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Buscando una Ciudadanía electoral

Redacción
25 de marzo, 2014

Se acerca el proceso electoral. De acuerdo a inveterada costumbre en nuestro sistema político, se comenzarán a reproducir los tan predecibles patrones que suelen acompañarle, y que cada 4 años dan a las elecciones ese sabor de ”remake”. Podemos anticipar, por ejemplo, la judicialización de casos relacionados con posibles candidatos, el incremento en la utilización del rumor político como instrumento de campaña, los cortejos a grupos sociales de gran capital político, la aparición de los consejeros electorales internacionales, el transfuguismo acomodaticio en el Congreso de la República, la selección del Vicepresidenciable en la esperanza de que éste aporte caudales electorales significativos y por último las denuncias, fundadas o no, de la utilización de recursos públicos en la campaña electoral. 

Todo este esquema de cosas que pueblan nuestro panorama eleccionario no será fácil cambiarlo. Pero está en manos de la ciudadanía empezar a producir cambios desde ella misma, buscando que este evento electoral sea diferente a los otros. Quizá ese primer cambio de actitud pueda aportar a la tan ansiada renovación de la cultura política del país y por qué no, llegar al corazón mismo de los Partidos Políticos. Qué elementos como mínimo deberían constituir esa nueva ciudadanía electoral que se propone? Veamos. 
Demandar profundidad en las propuestas. Las campañas suelen ser una sucesión vertiginosa de ofrecimientos, que nadie toma tan siquiera un minuto para reflexionar sobre su sensatez o su viabilidad. Una forma de abordarlo con mayor seriedad consiste en que organizaciones tomen como propio dar seguimiento a una iniciativa en particular, la analicen, la contrasten y presenten sus conclusiones a la sociedad. Convenientemente distribuida esta tarea, el abanico de ofrecimientos de los Partidos podría ser sujeto de examen riguroso por parte de organizaciones sociales y así poder determinar su pertinencia. Ello puede ayudar a la mejor toma de decisiones. 
Mejorar el debate político. Desde ya los medios de comunicación pueden anunciar un cambio en el formato de los debates. En lugar de convertirse en una sucesión aburrida de discursos, sin interacción alguna, los moderadores pueden provocar un verdadero ejercicio de ideas. ¿Cómo? Sustrayéndose de la zona de confort: por ejemplo, cuestionando a los candidatos en aquellos temas en los que las posiciones ambiguas no sean posibles, es decir, donde realmente tengan que fijar una posición que excluya necesariamente la de su contendiente; o facilitando la interacción entre candidatos e insistiendo en el cómo de sus propuestas. Esto realmente hará sentir al elector más próximo a uno u otro proyecto. 
Conociendo a los candidatos. Usualmente los candidatos se presentan con un ramillete de ofrecimientos a futuro, sin que nadie repare en sus ejecutorias pasadas. Es difícil que alguien llegue a actuar de manera diferente a cómo ha actuado en el pasado. Por lo tanto un análisis de comportamiento en el ejercicio público es una pauta valiosísima de lo que vendrá. 
Conociendo a los equipos. Siempre se insiste en la importancia de los equipos que acompañan pero se hacen poco evidentes ante la intensidad de la campaña y el atractivo que ofrecen los propios candidatos. Un ejercicio temprano de demandar un debate entre equipos, dar a conocer a la ciudadanía los círculos que acompañan al candidato o prefigurar los gabinetes sombra en cada proyecto puede arrojar igualmente datos interesantes. 
Análisis de coherencia. Una forma interesante y poco estudiada en el análisis político local es hacer un perfil del comportamiento partidario en que se contraste la agenda legislativa propuesta en la legislatura pasada versus su comportamiento de voto real. Hoy es muy sencillo, con los instrumentos de medición existentes en el Congreso, hacer repaso al voto en bloque e individual de Congresistas y Partidos. La premisa de este análisis es que si en la legislatura pasada no fueron consistentes, porque habrían ahora de serlo. 
En conclusión, mejor ciudadanía demanda mejor política. Un programa ordenado de seguimiento puede comenzar a exigir del político en campaña lo que luego se le podrá exigir cuando haga gobierno. Ese primer paso al menos está en nosotros.

Buscando una Ciudadanía electoral

Redacción
25 de marzo, 2014

Se acerca el proceso electoral. De acuerdo a inveterada costumbre en nuestro sistema político, se comenzarán a reproducir los tan predecibles patrones que suelen acompañarle, y que cada 4 años dan a las elecciones ese sabor de ”remake”. Podemos anticipar, por ejemplo, la judicialización de casos relacionados con posibles candidatos, el incremento en la utilización del rumor político como instrumento de campaña, los cortejos a grupos sociales de gran capital político, la aparición de los consejeros electorales internacionales, el transfuguismo acomodaticio en el Congreso de la República, la selección del Vicepresidenciable en la esperanza de que éste aporte caudales electorales significativos y por último las denuncias, fundadas o no, de la utilización de recursos públicos en la campaña electoral. 

Todo este esquema de cosas que pueblan nuestro panorama eleccionario no será fácil cambiarlo. Pero está en manos de la ciudadanía empezar a producir cambios desde ella misma, buscando que este evento electoral sea diferente a los otros. Quizá ese primer cambio de actitud pueda aportar a la tan ansiada renovación de la cultura política del país y por qué no, llegar al corazón mismo de los Partidos Políticos. Qué elementos como mínimo deberían constituir esa nueva ciudadanía electoral que se propone? Veamos. 
Demandar profundidad en las propuestas. Las campañas suelen ser una sucesión vertiginosa de ofrecimientos, que nadie toma tan siquiera un minuto para reflexionar sobre su sensatez o su viabilidad. Una forma de abordarlo con mayor seriedad consiste en que organizaciones tomen como propio dar seguimiento a una iniciativa en particular, la analicen, la contrasten y presenten sus conclusiones a la sociedad. Convenientemente distribuida esta tarea, el abanico de ofrecimientos de los Partidos podría ser sujeto de examen riguroso por parte de organizaciones sociales y así poder determinar su pertinencia. Ello puede ayudar a la mejor toma de decisiones. 
Mejorar el debate político. Desde ya los medios de comunicación pueden anunciar un cambio en el formato de los debates. En lugar de convertirse en una sucesión aburrida de discursos, sin interacción alguna, los moderadores pueden provocar un verdadero ejercicio de ideas. ¿Cómo? Sustrayéndose de la zona de confort: por ejemplo, cuestionando a los candidatos en aquellos temas en los que las posiciones ambiguas no sean posibles, es decir, donde realmente tengan que fijar una posición que excluya necesariamente la de su contendiente; o facilitando la interacción entre candidatos e insistiendo en el cómo de sus propuestas. Esto realmente hará sentir al elector más próximo a uno u otro proyecto. 
Conociendo a los candidatos. Usualmente los candidatos se presentan con un ramillete de ofrecimientos a futuro, sin que nadie repare en sus ejecutorias pasadas. Es difícil que alguien llegue a actuar de manera diferente a cómo ha actuado en el pasado. Por lo tanto un análisis de comportamiento en el ejercicio público es una pauta valiosísima de lo que vendrá. 
Conociendo a los equipos. Siempre se insiste en la importancia de los equipos que acompañan pero se hacen poco evidentes ante la intensidad de la campaña y el atractivo que ofrecen los propios candidatos. Un ejercicio temprano de demandar un debate entre equipos, dar a conocer a la ciudadanía los círculos que acompañan al candidato o prefigurar los gabinetes sombra en cada proyecto puede arrojar igualmente datos interesantes. 
Análisis de coherencia. Una forma interesante y poco estudiada en el análisis político local es hacer un perfil del comportamiento partidario en que se contraste la agenda legislativa propuesta en la legislatura pasada versus su comportamiento de voto real. Hoy es muy sencillo, con los instrumentos de medición existentes en el Congreso, hacer repaso al voto en bloque e individual de Congresistas y Partidos. La premisa de este análisis es que si en la legislatura pasada no fueron consistentes, porque habrían ahora de serlo. 
En conclusión, mejor ciudadanía demanda mejor política. Un programa ordenado de seguimiento puede comenzar a exigir del político en campaña lo que luego se le podrá exigir cuando haga gobierno. Ese primer paso al menos está en nosotros.