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Pre-promesas de pre-campaña

Redacción
04 de marzo, 2014

En plena campaña electoral “anticipada” muchos son los pre-candidatos presidenciales que andan haciendo promesas a los votantes del país, las promesas son de lo más variopintas, desde programas solidarios, ‘ahora sí echar punta’, reformar la Constitución, Bono 15 y derecho a un trabajo digno, por mencionar algunas. 

En cuanto a las “pre-promesas” de “pre-campaña” (porque según los candidatos en cuestión sólo es propaganda para afiliación a sus partidos) la mayoría tienen en común la intención de seguir repartiendo la riqueza ajena y dar mayor poder arbitrario al gobernante. Estas dos características deben alarmar a cualquier ciudadano que quiere sustentar su vida de forma digna, ya que para poder cumplirlas se requiere necesariamente disponer de la propiedad privada (propiedad que a usted y a mí nos ha representado un esfuerzo obtener y mantener) así como leyes que les otorguen estas facultades. 
Estas promesas al analizar sus consecuencias a largo plazo, serían más aterradoras que llamativas para el votante. Promesas que ofrecen facilitarle a los vividores del Estado seguir manteniéndose a través de negocios, privilegios o dádivas sociales a costa de quienes producen. Promesas que confunden los derechos con necesidades. 
Si la vivienda, el trabajo, la educación, la salud incluyendo la salud reproductiva, la recreación y la lista podría continuar, son derechos, entonces ¿quién está obligado a proporcionarlo? La respuesta común sería el Gobierno. Pero si seguimos analizando, nos damos cuenta que el Gobierno no genera riqueza; entonces ¿de dónde saca los recursos para cumplir con estos derechos? Muy fácil, de quienes sí la generan de manera legítima. Es decir, el Gobierno le quita parte de su propiedad para dársela a alguien más, por lo general a sus aliados.
Es aquí donde debemos hacer un alto para entender y por consiguiente poder diferenciar entre un derecho y una necesidad. Esta diferenciación es importante para quitarle la careta a los populistas de turno que pretenden repartir con quienes tienen alianzas (y de paso quedarse con buena parte) la riqueza creada por alguien más. Estos populistas buscan convertir en derechos las necesidades, es un negocio redondo: se queda bien con quienes reciben el reparto, aumentan su riqueza personal y quienes ponen los recursos quedan convencidos que esa es la función del Gobierno. 
Si entendemos que el ejercicio de un derecho no debe implicar costo alguno a sus conciudadanos, (caso contrario no estamos hablando de un derecho), la historia será otra. Comprenderemos que no estamos obligados a mantener la vida de nadie más, salvo aquellas que voluntariamente hemos decidido libremente sustentar, y que nadie por ende está obligado a mantenernos. Entenderemos que una necesidad no genera un derecho. Que la solidaridad es voluntaria y no impuesta.
No les pediremos a estos candidatos que resuelvan nuestras necesidades sino que respeten y hagan respetar nuestros derechos básicos. Comprenderemos que tenemos la capacidad de salir adelante por nuestros medios. Les exigiremos promesas de acciones y leyes que respeten nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra búsqueda de la felicidad. No tendrán excusa para meter la mano en su bolsillo y quitarle lo que es suyo.
Cada vez que un político nos hable de un derecho debemos hacerle la pregunta ¿a costa de quién? En el reflejo del espejo obtendrá la respuesta.

Pre-promesas de pre-campaña

Redacción
04 de marzo, 2014

En plena campaña electoral “anticipada” muchos son los pre-candidatos presidenciales que andan haciendo promesas a los votantes del país, las promesas son de lo más variopintas, desde programas solidarios, ‘ahora sí echar punta’, reformar la Constitución, Bono 15 y derecho a un trabajo digno, por mencionar algunas. 

En cuanto a las “pre-promesas” de “pre-campaña” (porque según los candidatos en cuestión sólo es propaganda para afiliación a sus partidos) la mayoría tienen en común la intención de seguir repartiendo la riqueza ajena y dar mayor poder arbitrario al gobernante. Estas dos características deben alarmar a cualquier ciudadano que quiere sustentar su vida de forma digna, ya que para poder cumplirlas se requiere necesariamente disponer de la propiedad privada (propiedad que a usted y a mí nos ha representado un esfuerzo obtener y mantener) así como leyes que les otorguen estas facultades. 
Estas promesas al analizar sus consecuencias a largo plazo, serían más aterradoras que llamativas para el votante. Promesas que ofrecen facilitarle a los vividores del Estado seguir manteniéndose a través de negocios, privilegios o dádivas sociales a costa de quienes producen. Promesas que confunden los derechos con necesidades. 
Si la vivienda, el trabajo, la educación, la salud incluyendo la salud reproductiva, la recreación y la lista podría continuar, son derechos, entonces ¿quién está obligado a proporcionarlo? La respuesta común sería el Gobierno. Pero si seguimos analizando, nos damos cuenta que el Gobierno no genera riqueza; entonces ¿de dónde saca los recursos para cumplir con estos derechos? Muy fácil, de quienes sí la generan de manera legítima. Es decir, el Gobierno le quita parte de su propiedad para dársela a alguien más, por lo general a sus aliados.
Es aquí donde debemos hacer un alto para entender y por consiguiente poder diferenciar entre un derecho y una necesidad. Esta diferenciación es importante para quitarle la careta a los populistas de turno que pretenden repartir con quienes tienen alianzas (y de paso quedarse con buena parte) la riqueza creada por alguien más. Estos populistas buscan convertir en derechos las necesidades, es un negocio redondo: se queda bien con quienes reciben el reparto, aumentan su riqueza personal y quienes ponen los recursos quedan convencidos que esa es la función del Gobierno. 
Si entendemos que el ejercicio de un derecho no debe implicar costo alguno a sus conciudadanos, (caso contrario no estamos hablando de un derecho), la historia será otra. Comprenderemos que no estamos obligados a mantener la vida de nadie más, salvo aquellas que voluntariamente hemos decidido libremente sustentar, y que nadie por ende está obligado a mantenernos. Entenderemos que una necesidad no genera un derecho. Que la solidaridad es voluntaria y no impuesta.
No les pediremos a estos candidatos que resuelvan nuestras necesidades sino que respeten y hagan respetar nuestros derechos básicos. Comprenderemos que tenemos la capacidad de salir adelante por nuestros medios. Les exigiremos promesas de acciones y leyes que respeten nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra búsqueda de la felicidad. No tendrán excusa para meter la mano en su bolsillo y quitarle lo que es suyo.
Cada vez que un político nos hable de un derecho debemos hacerle la pregunta ¿a costa de quién? En el reflejo del espejo obtendrá la respuesta.