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El intervencionismo liberal: el caso de Venezuela

Redacción
06 de marzo, 2014

La represión de las manifestaciones populares en pro de la libertad y la dignidad humana en Venezuela nos presenta una interesante interrogante: ¿Será que los países y/o personas bendecidas con vivir bajo regímenes liberales, caracterizados por instituciones republicanas y economías de mercado, tienen alguna responsabilidad o interés en apoyar quienes luchan por lo mismo en otros países? 

La pregunta forma parte de un debate filosófico moral y político que se ha dado entre pensadores liberales desde que nació la era liberal moderna con la Declaración de Independencia de Estados Unidos y su separación de Gran Bretaña. 
Desde la perspectiva intervencionista, gente como el ilustrado congresista Henry Clay y Secretario de Estado Daniel Webster afirmaban tajantemente que la nueva República Americana tenía la obligación moral y el interés propio en fomentar el liberalismo por todo el mundo. En el caso contrario, llamando a la cautela en contra de las intervenciones extranjeras, estaba John Quincy Adams, presidente de Estados Unidos de 1825-29, en el tiempo en que sucedían los movimientos de independencia de las colonias americanas de la corona española. Adams aconsejaba cautela en apoyar movimientos liberales en países donde la gente no tenia costumbres ni instituciones republicanas. Puntualmente, Adams dudaba que latinoamericanos tenían la costumbre, la cultura, el conocimiento, el coraje y el carácter para implantar instituciones republicanas solidas en sus países. La famosa doctrina Monroe fue nada mas que un intento pragmático de aproximar un medio consensuado entre estos dos extremos, reservando el hemisferio americano para el liberalismo republicano. 
Interesante los pocos cambios que se han dado desde la época cuando los Próceres nacionales de apellidos como Arroyave, Aycinena, Beltranena y otros declararon nuestra independencia de España. Por lo general, los latinoamericanos aún hoy no se han mostrado capaces de implantar con solidez el republicanismo en la región. Se genera a medias, y siempre surgen regímenes totalmente endógenos que amenazan con llevar sus países (y vecinos si pueden) al colapso, como lo vemos ahora en Argentina y Venezuela. 
Hoy en Venezuela ocurre un estallido sociopolítico que inspira el mismo debate entre círculos académicos como los movimientos de independencia de América Latina dispararon en Estados Unidos hace casi 200 años. Quieran o no, nuestra reacción a este acontecimiento señalará si tenemos o no las cualidades los latinos que John Quincy Adams ponía en tela de duda. 
¿Tenemos los guatemaltecos una obligación con el pueblo venezolano? ¿Tenemos una obligación de no entrometernos como país en los asuntos internos de un país vecino? Y si tenemos esa obligación como país, tenemos esa obligación como individuos amantes de la libertad política y económica? Aparte de la moral, tenemos el interés en hacerlo? 
Adams llamaba a ser nada más que un ejemplo benigno de las bendiciones de la libertad. Pero ¿es benigno el ejemplo que el liberalismo representa? Es obvio que si eres un socialista como Nicolás Maduro, la respuesta es no. En toda ocasión y momento se busca el pretexto para acusar al imperio Yanqui, cuna del republicanismo hemisférico, de conspirar contra el Socialismo del Siglo 21, el Modelo Bolivariano. 
Es entendible la ira y aprensión de Maduro. Si uno encabeza un régimen que llegó al poder por fraude, trampa e intimidación, que preside por la inflación mas alta y el déficit fiscal más grande de la región, una escasez aguda de todo tipo de bien que abunda en cualquier economía de mercado con gobierno fundamentalmente liberal, quedan muy pocas alternativas que rematar contra “el enemigo”. 
¿Si ya nos odian, que se pierde en darles una buena razón? En la era de independencia de América Latina, ciudadanos comunes en Estados Unidos apoyaban material y moralmente a los movimientos liberales en la región. ¿Por qué no podemos hoy apoyar al pueblo hermano venezolano con algo mas que expresiones baratas en las redes sociales? Si bien los gobiernos latinoamericanos esquivan la ruda pelea y callan ante la rebelión del pueblo venezolano contra la tiranía política y económica, eso no establece que los ciudadanos de países como Guatemala y otros de la región deben hacer lo mismo. ¿Estamos a la altura del llamado?

El intervencionismo liberal: el caso de Venezuela

Redacción
06 de marzo, 2014

La represión de las manifestaciones populares en pro de la libertad y la dignidad humana en Venezuela nos presenta una interesante interrogante: ¿Será que los países y/o personas bendecidas con vivir bajo regímenes liberales, caracterizados por instituciones republicanas y economías de mercado, tienen alguna responsabilidad o interés en apoyar quienes luchan por lo mismo en otros países? 

La pregunta forma parte de un debate filosófico moral y político que se ha dado entre pensadores liberales desde que nació la era liberal moderna con la Declaración de Independencia de Estados Unidos y su separación de Gran Bretaña. 
Desde la perspectiva intervencionista, gente como el ilustrado congresista Henry Clay y Secretario de Estado Daniel Webster afirmaban tajantemente que la nueva República Americana tenía la obligación moral y el interés propio en fomentar el liberalismo por todo el mundo. En el caso contrario, llamando a la cautela en contra de las intervenciones extranjeras, estaba John Quincy Adams, presidente de Estados Unidos de 1825-29, en el tiempo en que sucedían los movimientos de independencia de las colonias americanas de la corona española. Adams aconsejaba cautela en apoyar movimientos liberales en países donde la gente no tenia costumbres ni instituciones republicanas. Puntualmente, Adams dudaba que latinoamericanos tenían la costumbre, la cultura, el conocimiento, el coraje y el carácter para implantar instituciones republicanas solidas en sus países. La famosa doctrina Monroe fue nada mas que un intento pragmático de aproximar un medio consensuado entre estos dos extremos, reservando el hemisferio americano para el liberalismo republicano. 
Interesante los pocos cambios que se han dado desde la época cuando los Próceres nacionales de apellidos como Arroyave, Aycinena, Beltranena y otros declararon nuestra independencia de España. Por lo general, los latinoamericanos aún hoy no se han mostrado capaces de implantar con solidez el republicanismo en la región. Se genera a medias, y siempre surgen regímenes totalmente endógenos que amenazan con llevar sus países (y vecinos si pueden) al colapso, como lo vemos ahora en Argentina y Venezuela. 
Hoy en Venezuela ocurre un estallido sociopolítico que inspira el mismo debate entre círculos académicos como los movimientos de independencia de América Latina dispararon en Estados Unidos hace casi 200 años. Quieran o no, nuestra reacción a este acontecimiento señalará si tenemos o no las cualidades los latinos que John Quincy Adams ponía en tela de duda. 
¿Tenemos los guatemaltecos una obligación con el pueblo venezolano? ¿Tenemos una obligación de no entrometernos como país en los asuntos internos de un país vecino? Y si tenemos esa obligación como país, tenemos esa obligación como individuos amantes de la libertad política y económica? Aparte de la moral, tenemos el interés en hacerlo? 
Adams llamaba a ser nada más que un ejemplo benigno de las bendiciones de la libertad. Pero ¿es benigno el ejemplo que el liberalismo representa? Es obvio que si eres un socialista como Nicolás Maduro, la respuesta es no. En toda ocasión y momento se busca el pretexto para acusar al imperio Yanqui, cuna del republicanismo hemisférico, de conspirar contra el Socialismo del Siglo 21, el Modelo Bolivariano. 
Es entendible la ira y aprensión de Maduro. Si uno encabeza un régimen que llegó al poder por fraude, trampa e intimidación, que preside por la inflación mas alta y el déficit fiscal más grande de la región, una escasez aguda de todo tipo de bien que abunda en cualquier economía de mercado con gobierno fundamentalmente liberal, quedan muy pocas alternativas que rematar contra “el enemigo”. 
¿Si ya nos odian, que se pierde en darles una buena razón? En la era de independencia de América Latina, ciudadanos comunes en Estados Unidos apoyaban material y moralmente a los movimientos liberales en la región. ¿Por qué no podemos hoy apoyar al pueblo hermano venezolano con algo mas que expresiones baratas en las redes sociales? Si bien los gobiernos latinoamericanos esquivan la ruda pelea y callan ante la rebelión del pueblo venezolano contra la tiranía política y económica, eso no establece que los ciudadanos de países como Guatemala y otros de la región deben hacer lo mismo. ¿Estamos a la altura del llamado?