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Desafíos para las mujeres guatemaltecas

Redacción
09 de marzo, 2014

Recién se celebró el Día Internacional de la Mujer, ocasión propicia para reflexionar sobre la situación de las mujeres en nuestro país. La ley otorga igualdad a hombres y mujeres; no hace distinción en cuanto a derechos constitucionales ni civiles y electorales. Sin embargo, la diferenciación que se hace en roles es muchas veces un tema cultural. En algunas regiones del país persisten estereotipos sobre el papel de las mujeres en la sociedad. En el área rural aún se considera que la mujer tiene un rol doméstico que cumplir, en atención al marido y a los hijos, sin posibilidades de un desarrollo personal que le lleve a la autorrealización económica y social. 

Aunque ya ha mejorado el acceso de las niñas a la educación, pues en primer grado es prácticamente igual el porcentaje de niños y niñas que son inscritos, aún hay muchas alumnas que desertan antes de concluir el sexto grado. Muchas veces, ante las carencias económicas, se privilegia la oportunidad de los varones de estudiar. Y, en algunas aulas, los docentes dan más atención a los niños. Todavía se debe fortalecer el desarrollo integral de las niñas, especialmente velando porque continúen y concluyan su educación. 
El lema acuñado hace más de una década ‘Niña Educada, Madre del Desarrollo’ es una realidad. Los indicadores de desnutrición indican que el principal factor de incidencia es el analfabetismo de la madre. Si la madre concluye la educación primaria y los básicos, el riesgo de tener hijos desnutridos se reduce significativamente. Los programas de apoyo a la mujer que se han conocido como Creciendo Bien o Mejores Familias constituyen un pilar fundamental para lograr hábitos saludables que redundan en el desarrollo pleno y saludable de los niños y de las familias de manera integral. Las acciones comprendidas en la Ventana de los mil días son importantes para lograr un mejor nivel de vida para las madres y sus hijos. 
Según las encuestas, las principales aspiraciones de las mujeres están relacionadas a la seguridad y un empleo digno. Existen múltiples reportes de violencia doméstica, que aún es un hecho bastante generalizado, especialmente en áreas urbano-marginales y rurales. La aspiración de un empleo formal que brinde un salario superior al mínimo y condiciones laborales que le permitan superarse y contribuir adecuadamente al sustento familiar es todavía el principal desafío que enfrentan las mujeres. Muchas carecen de la preparación que les permitiría acceder a empleos de un mayor nivel de responsabilidad y el consecuentemente con mayor salario. 
Dejar de lado los estereotipos es clave para impulsar el desarrollo integral de las mujeres y apuntalar la igualdad de acceso a las oportunidades laborales. Por ejemplo, la conducción de buses y camiones no ha sido un rol en el que las mujeres tengan protagonismo. Ya hay mujeres que conducen autobuses urbanos, especialmente el Transmetro y buses escolares. Pero, no se conocen mujeres que conduzcan buses extraurbanos, cuando seguramente serían más responsables que los hombres en respetar los límites de velocidad y la cantidad de pasajeros permitida. 
En los centros de capacitación, como INTECAP, hay participación femenina, incluso en carreras como electricidad o mecánica. En el deporte, las mujeres destacan por sus éxitos internacionales en gimnasia, natación, marcha, triatlón, pentatlón moderno y karate, entre otras disciplinas. Podemos concluir que aunque hay avances en cuanto a la participación de la mujer en diversos ámbitos sociales, es deseable fomentar una mayor participación laboral y social, que le permita su autorrealización y el cumplimiento pleno de su rol en el hogar, especialmente en cuanto a la nutrición y desarrollo integral de sus hijos.

Desafíos para las mujeres guatemaltecas

Redacción
09 de marzo, 2014

Recién se celebró el Día Internacional de la Mujer, ocasión propicia para reflexionar sobre la situación de las mujeres en nuestro país. La ley otorga igualdad a hombres y mujeres; no hace distinción en cuanto a derechos constitucionales ni civiles y electorales. Sin embargo, la diferenciación que se hace en roles es muchas veces un tema cultural. En algunas regiones del país persisten estereotipos sobre el papel de las mujeres en la sociedad. En el área rural aún se considera que la mujer tiene un rol doméstico que cumplir, en atención al marido y a los hijos, sin posibilidades de un desarrollo personal que le lleve a la autorrealización económica y social. 

Aunque ya ha mejorado el acceso de las niñas a la educación, pues en primer grado es prácticamente igual el porcentaje de niños y niñas que son inscritos, aún hay muchas alumnas que desertan antes de concluir el sexto grado. Muchas veces, ante las carencias económicas, se privilegia la oportunidad de los varones de estudiar. Y, en algunas aulas, los docentes dan más atención a los niños. Todavía se debe fortalecer el desarrollo integral de las niñas, especialmente velando porque continúen y concluyan su educación. 
El lema acuñado hace más de una década ‘Niña Educada, Madre del Desarrollo’ es una realidad. Los indicadores de desnutrición indican que el principal factor de incidencia es el analfabetismo de la madre. Si la madre concluye la educación primaria y los básicos, el riesgo de tener hijos desnutridos se reduce significativamente. Los programas de apoyo a la mujer que se han conocido como Creciendo Bien o Mejores Familias constituyen un pilar fundamental para lograr hábitos saludables que redundan en el desarrollo pleno y saludable de los niños y de las familias de manera integral. Las acciones comprendidas en la Ventana de los mil días son importantes para lograr un mejor nivel de vida para las madres y sus hijos. 
Según las encuestas, las principales aspiraciones de las mujeres están relacionadas a la seguridad y un empleo digno. Existen múltiples reportes de violencia doméstica, que aún es un hecho bastante generalizado, especialmente en áreas urbano-marginales y rurales. La aspiración de un empleo formal que brinde un salario superior al mínimo y condiciones laborales que le permitan superarse y contribuir adecuadamente al sustento familiar es todavía el principal desafío que enfrentan las mujeres. Muchas carecen de la preparación que les permitiría acceder a empleos de un mayor nivel de responsabilidad y el consecuentemente con mayor salario. 
Dejar de lado los estereotipos es clave para impulsar el desarrollo integral de las mujeres y apuntalar la igualdad de acceso a las oportunidades laborales. Por ejemplo, la conducción de buses y camiones no ha sido un rol en el que las mujeres tengan protagonismo. Ya hay mujeres que conducen autobuses urbanos, especialmente el Transmetro y buses escolares. Pero, no se conocen mujeres que conduzcan buses extraurbanos, cuando seguramente serían más responsables que los hombres en respetar los límites de velocidad y la cantidad de pasajeros permitida. 
En los centros de capacitación, como INTECAP, hay participación femenina, incluso en carreras como electricidad o mecánica. En el deporte, las mujeres destacan por sus éxitos internacionales en gimnasia, natación, marcha, triatlón, pentatlón moderno y karate, entre otras disciplinas. Podemos concluir que aunque hay avances en cuanto a la participación de la mujer en diversos ámbitos sociales, es deseable fomentar una mayor participación laboral y social, que le permita su autorrealización y el cumplimiento pleno de su rol en el hogar, especialmente en cuanto a la nutrición y desarrollo integral de sus hijos.