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El nuevo multilateralismo americano

Redacción República
31 de marzo, 2014

Nuestra incapacidad para analizar lo más objetivo posible lo que fue la Venezuela de Hugo Chávez se debe en gran parte a la ignorancia y desdén que muchos tienen por disciplinas académicas como la Historia, la Ciencia Política y las Relaciones Internacionales. A Chávez se le ama o se le odia, se opina con el corazón o con el hígado pero son excepcionales los momentos en los que se le analiza con la razón.
En Guatemala esto resulta aún más difícil debido a la ausencia casi absoluta de los debates de ideas puesto lo que tenemos es una confrontación de descalificaciones.
Si a esto le agregamos el componente pasional que despierta la política en muchos de nuestros países entonces fácilmente podemos ser presa de apreciar sólo los accidentes de la tan mentada coyuntura política e ignorar los cambios estructurales que nos pueden afectar en el corto y largo plazo. 

Podemos identificar tres grandes etapas en los procesos integracionistas americanos: el hispanoamericanismo, que se da desde las gestas independentistas hasta finales del siglo XIX; el Panamericanismo, impulsado por los EEUU y que dura desde el inicio del siglo XX hasta 1948; y el Sistema Interamericano que es básicamente la estructura bajo la cual opera la Organización de Estados Americanos (OEA). 
Bajo el manto del socialismo del siglo XXI, ideado por Dieterich Stephan e implementado, muy a su modo, por Hugo Chávez deberíamos de hablar de una cuarta etapa. Por el momento nombrarla es algo muy atrevido y poco oportuno, pero su característica fundamental es que funciona en diferentes niveles y a través de diferentes procesos, por lo que aceptamos el reto de hablar de un multi – americanismo. Digo esto porque el Sistema Interamericano se mantiene vigente y es el único diplomáticamente sostenible. A pesar de ellos hemos iniciado a ver procesos muy dinámicos como lo son la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el UNASUR y CELAC que sumados a la reactivación del UNASUR pintan un panorama distinto para la región. 
Cada uno de los procesos anteriores se hizo bajo la luz guía de Venezuela y sus petrodólares y hasta hace algunos años mostraban signos vitales más fuertes que los de la OEA. Sin embargo, los que han sido los males que han contagiado a la OEA parecen ahora contagiar al resto. Ahora que Venezuela atraviesa su peor crisis en 25 años pareciera que los emergentes y dinámicos procesos multilaterales de UNASUR y CELAC están hibernando tal y como se le critica a la OEA. Muchos olvidan que esta última se debe a su carta constitutiva y a lo que dicen sus países y muchos olvidan de las voces silenciosas del sur ante la inestabilidad regional: ¡Aló Chile, Argentina y en especial Brasil! Pero y el resto, esas que solucionaron conflictos como el de Bolivia o el Colombia – Ecuador. Pareciera que han aprendido la lección de que calladitas se ven más bonitas. 
El nuevo multilateralismo regional en AL necesita de líderes de peso y ese es el gran problema, porque sin un ‘primer motor’ como lo es Alemania para Europa entonces seguiremos en la vorágine de las repúblicas bananeras o ante liderazgos efímeros como el de Venezuela con el ALBA y compañía.

El nuevo multilateralismo americano

Redacción República
31 de marzo, 2014

Nuestra incapacidad para analizar lo más objetivo posible lo que fue la Venezuela de Hugo Chávez se debe en gran parte a la ignorancia y desdén que muchos tienen por disciplinas académicas como la Historia, la Ciencia Política y las Relaciones Internacionales. A Chávez se le ama o se le odia, se opina con el corazón o con el hígado pero son excepcionales los momentos en los que se le analiza con la razón.
En Guatemala esto resulta aún más difícil debido a la ausencia casi absoluta de los debates de ideas puesto lo que tenemos es una confrontación de descalificaciones.
Si a esto le agregamos el componente pasional que despierta la política en muchos de nuestros países entonces fácilmente podemos ser presa de apreciar sólo los accidentes de la tan mentada coyuntura política e ignorar los cambios estructurales que nos pueden afectar en el corto y largo plazo. 

Podemos identificar tres grandes etapas en los procesos integracionistas americanos: el hispanoamericanismo, que se da desde las gestas independentistas hasta finales del siglo XIX; el Panamericanismo, impulsado por los EEUU y que dura desde el inicio del siglo XX hasta 1948; y el Sistema Interamericano que es básicamente la estructura bajo la cual opera la Organización de Estados Americanos (OEA). 
Bajo el manto del socialismo del siglo XXI, ideado por Dieterich Stephan e implementado, muy a su modo, por Hugo Chávez deberíamos de hablar de una cuarta etapa. Por el momento nombrarla es algo muy atrevido y poco oportuno, pero su característica fundamental es que funciona en diferentes niveles y a través de diferentes procesos, por lo que aceptamos el reto de hablar de un multi – americanismo. Digo esto porque el Sistema Interamericano se mantiene vigente y es el único diplomáticamente sostenible. A pesar de ellos hemos iniciado a ver procesos muy dinámicos como lo son la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el UNASUR y CELAC que sumados a la reactivación del UNASUR pintan un panorama distinto para la región. 
Cada uno de los procesos anteriores se hizo bajo la luz guía de Venezuela y sus petrodólares y hasta hace algunos años mostraban signos vitales más fuertes que los de la OEA. Sin embargo, los que han sido los males que han contagiado a la OEA parecen ahora contagiar al resto. Ahora que Venezuela atraviesa su peor crisis en 25 años pareciera que los emergentes y dinámicos procesos multilaterales de UNASUR y CELAC están hibernando tal y como se le critica a la OEA. Muchos olvidan que esta última se debe a su carta constitutiva y a lo que dicen sus países y muchos olvidan de las voces silenciosas del sur ante la inestabilidad regional: ¡Aló Chile, Argentina y en especial Brasil! Pero y el resto, esas que solucionaron conflictos como el de Bolivia o el Colombia – Ecuador. Pareciera que han aprendido la lección de que calladitas se ven más bonitas. 
El nuevo multilateralismo regional en AL necesita de líderes de peso y ese es el gran problema, porque sin un ‘primer motor’ como lo es Alemania para Europa entonces seguiremos en la vorágine de las repúblicas bananeras o ante liderazgos efímeros como el de Venezuela con el ALBA y compañía.