Redacción
11 de abril, 2014
Existe una tendencia recurrente a calificar a los habitantes de los países en bloque como si todos ellos fueran clones con iguales sentimientos y aspiraciones. En España ocurre lo mismo entre los diferentes territorios que conforman el país.
Así a los andaluces se les considera “vagos”, a los vascos “brutos”, a los catalanes “avaros” y a los madrileños “engreídos” (en realidad “chulos” que en España no quiere decir lindos sino prepotentes). Esto, en sí mismo, es motivo de chistes y chanzas de las que casi todos nos reímos mucho.
La situación es más grave, y por lo tanto se complica, cuando entran a colación otros temas más peliagudos como la propia razón de ser de un país y la identidad nacional. Y más ahora cuando teóricamente Cataluña quiere independizarse y los catalanes no quieren ser españoles. Esa es la imagen que predomina fuera de Cataluña, en el resto de España, por su puesto, y quizá en el Mundo entero (los catalanes aspiran a ser una nación independiente).
Pero la realidad es más compleja (la realidad siempre lo es). Los catalanes no son un cuerpo monolítico. Si lo fueran hace años -quizá siglos- que Cataluña sería una república independiente. En Cataluña hay de todo: empezando, por qué negarlo, por aquellos catalanes que desean cortar todo vínculo con España. Es el caso de la secretaria general de Esquerra Republicana de Cataluña, Marta Rovira quien no duda en decir abiertamente: ‘Queremos llegar a un acuerdo con el Gobierno español para que en Catalunya se celebre el próximo 9 de noviembre un referéndum para la independencia”.
Los hay posibilistas que desean mayor grado de autogobierno para Cataluña pero dentro de España. Es el caso del portavoz de CiU en el Congreso y líder de UDC, Josep Antoni Duran, quien ha advertido de que es un ‘error’ “hacer declaraciones día sí, día también, que identifiquen consulta con independencia es un error que, como he dicho, no encaja con la necesidad que tenemos de hacer muy bien todo lo que hace falta’.
Y por último hay otros claramente que se sienten más españoles que catalanes, respetan el marco autonómico y rechazan cualquier tipo de “consulta para decidir”. Es el caso de Albert Rivera, líder del partido Ciutadans quien acusa al presidente de la Generalitat Artur Mas de ser ‘el líder de la ruptura de Cataluña con el conjunto de España’.
¿Qué son y qué representan Rovira, Durán y Rivera? Son tres catalanes que aman Cataluña, el catalán y hasta los tres son del Barça. Son tres maneras diferentes de entender la identidad española (en el caso de Rovira “antiespañola” o al menos “no española”) y catalana pues finalmente eso es Cataluña una sociedad plural política, sociológica y culturalmente.
Por eso, como creo que en Cataluña hay de todo, un castellano por los cuatro costados como yo, se siente, por el mero hecho de ser español, también un poco catalán. Retomando las palabras de uno de los grandes estadistas españoles (y también catalanes) del siglo XX, Francesc Cambó, solo aspiro a que exista ‘una Cataluña grande, en una España grande’.
Así pues, ya no hablemos más de “los catalanes” como un todo ni de que “Cataluña quiere” o “Cataluña aspira”. Hablamos, mejor, de estrategias políticas de determinados sectores para conseguir determinados objetivos.
Por mi parte solo espero que al final sean mayoritarios los que piensan como la escritora Laura Freixas quien señala que “el monopolio que los nacionalismos periféricos pretenden ejercer sobre sentimientos, paisajes o hitos históricos es el mismo que ejerció el franquismo, secuestrando lo que nos pertenecía a todos. No nos dejemos engañar: podemos elegir ser españoles sin ser por ello menos catalanes; ser catalanes puede ser el contenido concreto, vivencial, que damos a nuestra identidad española. Algo que por lo demás la mayoría de los catalanes ya saben, pues el grupo más numeroso de entre ellos, según todas las encuestas, es el formado por quienes nos consideramos, a la vez y con la misma intensidad, catalanes y españoles”.
Redacción
11 de abril, 2014
Existe una tendencia recurrente a calificar a los habitantes de los países en bloque como si todos ellos fueran clones con iguales sentimientos y aspiraciones. En España ocurre lo mismo entre los diferentes territorios que conforman el país.
Así a los andaluces se les considera “vagos”, a los vascos “brutos”, a los catalanes “avaros” y a los madrileños “engreídos” (en realidad “chulos” que en España no quiere decir lindos sino prepotentes). Esto, en sí mismo, es motivo de chistes y chanzas de las que casi todos nos reímos mucho.
La situación es más grave, y por lo tanto se complica, cuando entran a colación otros temas más peliagudos como la propia razón de ser de un país y la identidad nacional. Y más ahora cuando teóricamente Cataluña quiere independizarse y los catalanes no quieren ser españoles. Esa es la imagen que predomina fuera de Cataluña, en el resto de España, por su puesto, y quizá en el Mundo entero (los catalanes aspiran a ser una nación independiente).
Pero la realidad es más compleja (la realidad siempre lo es). Los catalanes no son un cuerpo monolítico. Si lo fueran hace años -quizá siglos- que Cataluña sería una república independiente. En Cataluña hay de todo: empezando, por qué negarlo, por aquellos catalanes que desean cortar todo vínculo con España. Es el caso de la secretaria general de Esquerra Republicana de Cataluña, Marta Rovira quien no duda en decir abiertamente: ‘Queremos llegar a un acuerdo con el Gobierno español para que en Catalunya se celebre el próximo 9 de noviembre un referéndum para la independencia”.
Los hay posibilistas que desean mayor grado de autogobierno para Cataluña pero dentro de España. Es el caso del portavoz de CiU en el Congreso y líder de UDC, Josep Antoni Duran, quien ha advertido de que es un ‘error’ “hacer declaraciones día sí, día también, que identifiquen consulta con independencia es un error que, como he dicho, no encaja con la necesidad que tenemos de hacer muy bien todo lo que hace falta’.
Y por último hay otros claramente que se sienten más españoles que catalanes, respetan el marco autonómico y rechazan cualquier tipo de “consulta para decidir”. Es el caso de Albert Rivera, líder del partido Ciutadans quien acusa al presidente de la Generalitat Artur Mas de ser ‘el líder de la ruptura de Cataluña con el conjunto de España’.
¿Qué son y qué representan Rovira, Durán y Rivera? Son tres catalanes que aman Cataluña, el catalán y hasta los tres son del Barça. Son tres maneras diferentes de entender la identidad española (en el caso de Rovira “antiespañola” o al menos “no española”) y catalana pues finalmente eso es Cataluña una sociedad plural política, sociológica y culturalmente.
Por eso, como creo que en Cataluña hay de todo, un castellano por los cuatro costados como yo, se siente, por el mero hecho de ser español, también un poco catalán. Retomando las palabras de uno de los grandes estadistas españoles (y también catalanes) del siglo XX, Francesc Cambó, solo aspiro a que exista ‘una Cataluña grande, en una España grande’.
Así pues, ya no hablemos más de “los catalanes” como un todo ni de que “Cataluña quiere” o “Cataluña aspira”. Hablamos, mejor, de estrategias políticas de determinados sectores para conseguir determinados objetivos.
Por mi parte solo espero que al final sean mayoritarios los que piensan como la escritora Laura Freixas quien señala que “el monopolio que los nacionalismos periféricos pretenden ejercer sobre sentimientos, paisajes o hitos históricos es el mismo que ejerció el franquismo, secuestrando lo que nos pertenecía a todos. No nos dejemos engañar: podemos elegir ser españoles sin ser por ello menos catalanes; ser catalanes puede ser el contenido concreto, vivencial, que damos a nuestra identidad española. Algo que por lo demás la mayoría de los catalanes ya saben, pues el grupo más numeroso de entre ellos, según todas las encuestas, es el formado por quienes nos consideramos, a la vez y con la misma intensidad, catalanes y españoles”.