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Conservadores, liberales, libertarios…

Redacción
14 de abril, 2014

El libro “Ideología Burguesa y Democracia” de Álvaro Velásquez ha desatado un interesante debate sobre los libertarios y el pensamiento de derecha en Guatemala.

Sin embargo, en la discusión posterior han relucido errores conceptuales, algunos legítimos y otros prejuiciosos. Si bien el libertarianismo es la expresión más visible del pensamiento liberal, asumir que existe un monopolio de ideas es una falacia por generalización. Sólo entre la derecha guatemalteca es fácil identificar dos grandes corrientes filosóficas: conservadurismo y liberalismo. Mientras el primero enfatiza la continuidad, el respeto por las instituciones tradicionales y la estabilidad, el segundo es en realidad un movimiento reformador, pues anhela construir un sistema social individualista, donde predomine la libertad, los derechos individuales y la economía de laissez faire frente a la interferencia estatal. Por ello, algunas ramas liberales propugnan un Estado mínimo, mientras los conservadores abogan por un Estado fuerte pero limitado. 

O veamos las libertades sociales. Mientras el liberalismo rehúye del tradicionalismo religioso, el conservadurismo valora lo tradicional y se opone a temas como el aborto o la despenalización. Por ello, calificar a un segmento como “libertario-conservador” es una contradicción en sí misma.

También existe confusión respecto a las categorías, pues si bien todos los libertarios son liberales, no todos los liberales son libertarios. Veamos al liberalismo social, individualista en su concepción pero que defiende un Estado benefactor con niveladores sociales para reducir la desigualdad. ¿Nada libertario verdad? Tampoco el ordoliberalismo y la Economía Social de Mercado.

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La diversidad también se evidencia entre escuelas y recetas. Por ejemplo, el Monetarismo reconoce la banca central y utiliza econometría para modelar el comportamiento humano, mientras la Escuela Austriaca propugna la libre moneda y rehúye de modelos. En lo político ocurre lo mismo. Desde el anarquismo objetivista y randeano, pasando por el minarquismo libertario, el republicanismo o la democracia liberal, las recetas sobre formas de gobierno son muy variadas.

Esa diversidad se refleja en la UFM. Desde sus fundadores y ahora entre autoridades y claustro, es posible identificar personajes de pensamiento conservador, otros más republicanos, varios socialcristianos, y algunos liberales sociales. No todos son libertarios, como no todos son economistas austriacos. Incluso, aquellos con mayor incidencia pública responden más al monetarismo de Friedman y los Chicago-boys, que a la línea austriaca de Hayek y Rothbard.

El otro error es equiparar visibilidad con incidencia. Para muestra, ¿qué temas de agenda pública han tenido un marcado componente libertario? O acaso, si fuese válida la premisa que la ideología de las élites es única, ¿no debería ser Guatemala un paraíso libertario? 

Y por si lo está pensando. No soy libertario ni liberal. Soy conservador.

Conservadores, liberales, libertarios…

Redacción
14 de abril, 2014

El libro “Ideología Burguesa y Democracia” de Álvaro Velásquez ha desatado un interesante debate sobre los libertarios y el pensamiento de derecha en Guatemala.

Sin embargo, en la discusión posterior han relucido errores conceptuales, algunos legítimos y otros prejuiciosos. Si bien el libertarianismo es la expresión más visible del pensamiento liberal, asumir que existe un monopolio de ideas es una falacia por generalización. Sólo entre la derecha guatemalteca es fácil identificar dos grandes corrientes filosóficas: conservadurismo y liberalismo. Mientras el primero enfatiza la continuidad, el respeto por las instituciones tradicionales y la estabilidad, el segundo es en realidad un movimiento reformador, pues anhela construir un sistema social individualista, donde predomine la libertad, los derechos individuales y la economía de laissez faire frente a la interferencia estatal. Por ello, algunas ramas liberales propugnan un Estado mínimo, mientras los conservadores abogan por un Estado fuerte pero limitado. 

O veamos las libertades sociales. Mientras el liberalismo rehúye del tradicionalismo religioso, el conservadurismo valora lo tradicional y se opone a temas como el aborto o la despenalización. Por ello, calificar a un segmento como “libertario-conservador” es una contradicción en sí misma.

También existe confusión respecto a las categorías, pues si bien todos los libertarios son liberales, no todos los liberales son libertarios. Veamos al liberalismo social, individualista en su concepción pero que defiende un Estado benefactor con niveladores sociales para reducir la desigualdad. ¿Nada libertario verdad? Tampoco el ordoliberalismo y la Economía Social de Mercado.

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La diversidad también se evidencia entre escuelas y recetas. Por ejemplo, el Monetarismo reconoce la banca central y utiliza econometría para modelar el comportamiento humano, mientras la Escuela Austriaca propugna la libre moneda y rehúye de modelos. En lo político ocurre lo mismo. Desde el anarquismo objetivista y randeano, pasando por el minarquismo libertario, el republicanismo o la democracia liberal, las recetas sobre formas de gobierno son muy variadas.

Esa diversidad se refleja en la UFM. Desde sus fundadores y ahora entre autoridades y claustro, es posible identificar personajes de pensamiento conservador, otros más republicanos, varios socialcristianos, y algunos liberales sociales. No todos son libertarios, como no todos son economistas austriacos. Incluso, aquellos con mayor incidencia pública responden más al monetarismo de Friedman y los Chicago-boys, que a la línea austriaca de Hayek y Rothbard.

El otro error es equiparar visibilidad con incidencia. Para muestra, ¿qué temas de agenda pública han tenido un marcado componente libertario? O acaso, si fuese válida la premisa que la ideología de las élites es única, ¿no debería ser Guatemala un paraíso libertario? 

Y por si lo está pensando. No soy libertario ni liberal. Soy conservador.