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La desigualdad y el capitalismo

Redacción
22 de abril, 2014

Thomas Piketty, economista francés, puso nuevamente el tema de la desigualdad en el centro del debate económico. En su reciente libro, ‘Capital in the Twenty-First Century’, Piketty detalla la evolución de la riqueza e ingresos en mercados desarrollados. Una de sus conclusiones es que no hay una tendencia general hacia la igualdad económica. Su libro menciona que las épocas cuando más ha existido igualdad económica ha sido el resultado de póliticas públicas diseñadas para eso. Entre dichas políticas se resaltan los impuestos progresivos y la reducción de la riqueza heredada. Piketty dice que estamos creando un ‘capitalismo patrimonial’, en donde el mundo es dominado por riqueza heredada. El libro no desarrolla un argumento económico o filosófico de por qué la desigualdad es importante, simplemente asume que lo es. 

El libro hace varias referencias a la concentración de riqueza, por ejemplo: ‘el 1% de la población más rica se apropió del 60% del incremento de la riqueza en Estados Unidos entre 1977 y 2007’. Piketty también resalta el surgimiento de los ‘super gerentes’, estos son los gerentes generales de las grandes empresas que han incrementado sus ingresos más rápido que la economía en general, incrementando la desigualdad de ingresos en el mercado laboral. Piketty también menciona que los salarios y bonos elevados son el resultado de una reducción de los impuestos en los niveles más altos de ingresos. Por ejemplo, en Inglaterra, si alguien gana 500,000 libras, paga 45% de impuestos y si alguien gana 10,000,000 tambien paga 45%. Piketty recomienda subir los impuestos al segundo individuo a una tasa de por lo menos 80%. También recomienda un impuesto a la riqueza que tenga aplicación global a raíz de su crítica sobre las estructuras que permiten a empresas o individuos reducir sus impuestos estableciendo sus operaciones o trasladando sus ingresos a territorios con bajos impuestos. 
La gran deficiencia de las recomendaciones de Piketty es que asumen que los hombres seguiran produciendo al mismo ritmo y a la misma intensidad si sus impuestos son 45% o si son 80%. No requiere de mucha evidencia asumir que los empresas y los ‘super-gerentes’ modificaran su comportamiento si los impuestos a sus próximos 1,000 dólares serán 450 dólares o 800 dólares. El tiempo es escaso para todos y si el fruto del trabajo no lo obtendrán ellos o sus familias, es claro que lo más probable es que disminuyan su tiempo de trabajo e incrementen su tiempo de ocio. Este efecto, multiplicado por miles o por millones de empresarios y gerentes, como sería el caso de un impuesto global a la riqueza, claramente disminuye la producción de bienes y servicios, provocando un número incalcuble de pérdidas de trabajo y reduciendo el ritmo de crecimiento. El proceso de creación de riqueza es precisamente eso, un proceso, e ignorarlo y solo concentrarse en la distribución de riqueza es un grave error. 
La economía no es algo que responde a nuestras preferencias morales, Piketty y muchas otras personas observan la desigualdad que el capitalismo provoca y lo perciben como injusto. Pero el ser humano es como es, de nada nos sirve criticar al hombre por ser egoista, por valorar el bienestar de él y el de su familia sobre el bienestar de otros, por querer ser dueño del resultado de sus esfuerzos o por proteger su propiedad. Estudiemos al hombre como es, no al hombre como en nuestra mente debería ser. El capitalismo no tiene como fin la igualdad o la superación de los vicios humanos, sino la de asignación de recursos. El efecto primordial del capitalismo es riqueza y prosperidad, en donde el que más ingresos tiene es el que más produce. Piketty no es el primero en exponer una teoría de re-distribución de la riqueza, simplemente es el más reciente.

La desigualdad y el capitalismo

Redacción
22 de abril, 2014

Thomas Piketty, economista francés, puso nuevamente el tema de la desigualdad en el centro del debate económico. En su reciente libro, ‘Capital in the Twenty-First Century’, Piketty detalla la evolución de la riqueza e ingresos en mercados desarrollados. Una de sus conclusiones es que no hay una tendencia general hacia la igualdad económica. Su libro menciona que las épocas cuando más ha existido igualdad económica ha sido el resultado de póliticas públicas diseñadas para eso. Entre dichas políticas se resaltan los impuestos progresivos y la reducción de la riqueza heredada. Piketty dice que estamos creando un ‘capitalismo patrimonial’, en donde el mundo es dominado por riqueza heredada. El libro no desarrolla un argumento económico o filosófico de por qué la desigualdad es importante, simplemente asume que lo es. 

El libro hace varias referencias a la concentración de riqueza, por ejemplo: ‘el 1% de la población más rica se apropió del 60% del incremento de la riqueza en Estados Unidos entre 1977 y 2007’. Piketty también resalta el surgimiento de los ‘super gerentes’, estos son los gerentes generales de las grandes empresas que han incrementado sus ingresos más rápido que la economía en general, incrementando la desigualdad de ingresos en el mercado laboral. Piketty también menciona que los salarios y bonos elevados son el resultado de una reducción de los impuestos en los niveles más altos de ingresos. Por ejemplo, en Inglaterra, si alguien gana 500,000 libras, paga 45% de impuestos y si alguien gana 10,000,000 tambien paga 45%. Piketty recomienda subir los impuestos al segundo individuo a una tasa de por lo menos 80%. También recomienda un impuesto a la riqueza que tenga aplicación global a raíz de su crítica sobre las estructuras que permiten a empresas o individuos reducir sus impuestos estableciendo sus operaciones o trasladando sus ingresos a territorios con bajos impuestos. 
La gran deficiencia de las recomendaciones de Piketty es que asumen que los hombres seguiran produciendo al mismo ritmo y a la misma intensidad si sus impuestos son 45% o si son 80%. No requiere de mucha evidencia asumir que los empresas y los ‘super-gerentes’ modificaran su comportamiento si los impuestos a sus próximos 1,000 dólares serán 450 dólares o 800 dólares. El tiempo es escaso para todos y si el fruto del trabajo no lo obtendrán ellos o sus familias, es claro que lo más probable es que disminuyan su tiempo de trabajo e incrementen su tiempo de ocio. Este efecto, multiplicado por miles o por millones de empresarios y gerentes, como sería el caso de un impuesto global a la riqueza, claramente disminuye la producción de bienes y servicios, provocando un número incalcuble de pérdidas de trabajo y reduciendo el ritmo de crecimiento. El proceso de creación de riqueza es precisamente eso, un proceso, e ignorarlo y solo concentrarse en la distribución de riqueza es un grave error. 
La economía no es algo que responde a nuestras preferencias morales, Piketty y muchas otras personas observan la desigualdad que el capitalismo provoca y lo perciben como injusto. Pero el ser humano es como es, de nada nos sirve criticar al hombre por ser egoista, por valorar el bienestar de él y el de su familia sobre el bienestar de otros, por querer ser dueño del resultado de sus esfuerzos o por proteger su propiedad. Estudiemos al hombre como es, no al hombre como en nuestra mente debería ser. El capitalismo no tiene como fin la igualdad o la superación de los vicios humanos, sino la de asignación de recursos. El efecto primordial del capitalismo es riqueza y prosperidad, en donde el que más ingresos tiene es el que más produce. Piketty no es el primero en exponer una teoría de re-distribución de la riqueza, simplemente es el más reciente.