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Croce, Hegel y los campos pagados en Guatemala

Redacción República
22 de abril, 2014

Titular un artículo con el nombre de dos filósofos destacados de la época moderna es siempre un riesgo. El problema es que se perciba que el artículo pretenda hacer una presentación densa del pensamiento de ambos filósofos. Pero todo lo contrario. He querido citar a estos dos pensadores, porque me parece que nos ofrecen una pista muy importante para entender asuntos absolutamente cotidianos de la vida práctica de nuestro país. Paso a exponerlo. 

Hegel, pensador connotado del idealismo alemán planteó en su modelo el llamado proceso dialéctico, entendido esto como la confrontación de dos opuestos de los cuales se extrae siempre una conclusión superior. En opinión de él, todos los procesos sufren esta contradicción y del hecho de confrontar se produce siempre y necesariamente el avance. No es casualidad que el Marxismo tomara de Hegel esta idea de contraponer opuestos para justificar la lucha de clases, subrayando que todo proceso histórico está irremediablemente condenado a la lucha y confrontación de los factores de producción. Esa explicación los marxistas la llevaron no solo al campo de la economía y la historia sino hasta la botánica misma. 
Pero años después de esta interpretación tan particular, surge un pensador italiano, Benedetto Croce, quien siendo Marxista en sus primeros años, llegó a ser uno de sus principales críticos. El elemento nuevo que aportó Croce es afirmar que Hegel cometió un error básico desde el inicio. Croce afirma que Hegel olvidó que no todos los procesos están dominados por “la lucha de opuestos o contrarios”, sino que mucho de lo que sucede es producto más bien del “nexo entre diferentes”. Este pensamiento claramente contribuía a superar esa visión de conflicto perpetuo que Hegel proponía y retornaba a la idea, sensata por demás, de que las diferencias no significan contradicciones y que a partir de los puntos de encuentro también se construyen nuevas realidades. 
Pero todo esto a que nos viene?. He leído cuidadosamente documentos producidos por algunos centros de pensamiento de la izquierda, de “think tanks” de militancia tributaria, de organizaciones no gubernamentales agraristas, en fin, de una gama variada de la intelectualidad de la izquierda. Lo que leo, me preocupa. Encerrados en un Hegelianismo gastado, todo lo que encuentro es una visión de oposiciones. Leer estos documentos es empantanarse en una visión maníquea del mundo, muy del gusto de “la lucha de contrarios”, donde el oponerse por sistema a quien no piensa como yo, crea la falsa sensación de una ganancia. Por ejemplo, cerrarse a cualquier propuesta que proviene del sector empresarial, solamente demuestra una falta de apetito intelectual. A ratos esta lectura me sugiere que estos grupos ven al sector económico de Guatemala como a un Partido Político, cuya ideología hay que resistir a toda costa. 
Este Hegelianismo es muy cómodo. Crea espíritu de grupo, crea un adversario, genera lealtades, simplifica hasta el absurdo los procesos políticos, evita el tener que profundizar en los temas. Pero llegar a hacer aportes, esa es otra cosa. En ese espíritu de predicarle al coro, por esa ruta uno se va quedando cada vez con menos público. Por ello, hacer propuestas que hagan sentido partiendo de esa visión bipolar del mundo poco atrae y poco logra. 
Hace falta una buena dosis del pensamiento de Croce en nuestro actuar. Encontrar los puntos de coincidencia y no solo las divergencias, es el camino para proponer soluciones prácticas y reales a los problemas. Veámonos como diferentes pero como complementarios. Comencemos por acercar lenguajes, eliminemos las generalizaciones, tengamos el valor de aceptar que en otros hay fragmentos importantes de la verdad, revisemos preconcepciones. Dicen que el Marxismo es un método para interpretar la realidad. Bueno, pues yo propongo un método para analizar los documentos que nuestros intelectuales producen, para descubrir en ellos el hegelianismo polarizador o un Crocismo que integra. Ese es el desafío.

Croce, Hegel y los campos pagados en Guatemala

Redacción República
22 de abril, 2014

Titular un artículo con el nombre de dos filósofos destacados de la época moderna es siempre un riesgo. El problema es que se perciba que el artículo pretenda hacer una presentación densa del pensamiento de ambos filósofos. Pero todo lo contrario. He querido citar a estos dos pensadores, porque me parece que nos ofrecen una pista muy importante para entender asuntos absolutamente cotidianos de la vida práctica de nuestro país. Paso a exponerlo. 

Hegel, pensador connotado del idealismo alemán planteó en su modelo el llamado proceso dialéctico, entendido esto como la confrontación de dos opuestos de los cuales se extrae siempre una conclusión superior. En opinión de él, todos los procesos sufren esta contradicción y del hecho de confrontar se produce siempre y necesariamente el avance. No es casualidad que el Marxismo tomara de Hegel esta idea de contraponer opuestos para justificar la lucha de clases, subrayando que todo proceso histórico está irremediablemente condenado a la lucha y confrontación de los factores de producción. Esa explicación los marxistas la llevaron no solo al campo de la economía y la historia sino hasta la botánica misma. 
Pero años después de esta interpretación tan particular, surge un pensador italiano, Benedetto Croce, quien siendo Marxista en sus primeros años, llegó a ser uno de sus principales críticos. El elemento nuevo que aportó Croce es afirmar que Hegel cometió un error básico desde el inicio. Croce afirma que Hegel olvidó que no todos los procesos están dominados por “la lucha de opuestos o contrarios”, sino que mucho de lo que sucede es producto más bien del “nexo entre diferentes”. Este pensamiento claramente contribuía a superar esa visión de conflicto perpetuo que Hegel proponía y retornaba a la idea, sensata por demás, de que las diferencias no significan contradicciones y que a partir de los puntos de encuentro también se construyen nuevas realidades. 
Pero todo esto a que nos viene?. He leído cuidadosamente documentos producidos por algunos centros de pensamiento de la izquierda, de “think tanks” de militancia tributaria, de organizaciones no gubernamentales agraristas, en fin, de una gama variada de la intelectualidad de la izquierda. Lo que leo, me preocupa. Encerrados en un Hegelianismo gastado, todo lo que encuentro es una visión de oposiciones. Leer estos documentos es empantanarse en una visión maníquea del mundo, muy del gusto de “la lucha de contrarios”, donde el oponerse por sistema a quien no piensa como yo, crea la falsa sensación de una ganancia. Por ejemplo, cerrarse a cualquier propuesta que proviene del sector empresarial, solamente demuestra una falta de apetito intelectual. A ratos esta lectura me sugiere que estos grupos ven al sector económico de Guatemala como a un Partido Político, cuya ideología hay que resistir a toda costa. 
Este Hegelianismo es muy cómodo. Crea espíritu de grupo, crea un adversario, genera lealtades, simplifica hasta el absurdo los procesos políticos, evita el tener que profundizar en los temas. Pero llegar a hacer aportes, esa es otra cosa. En ese espíritu de predicarle al coro, por esa ruta uno se va quedando cada vez con menos público. Por ello, hacer propuestas que hagan sentido partiendo de esa visión bipolar del mundo poco atrae y poco logra. 
Hace falta una buena dosis del pensamiento de Croce en nuestro actuar. Encontrar los puntos de coincidencia y no solo las divergencias, es el camino para proponer soluciones prácticas y reales a los problemas. Veámonos como diferentes pero como complementarios. Comencemos por acercar lenguajes, eliminemos las generalizaciones, tengamos el valor de aceptar que en otros hay fragmentos importantes de la verdad, revisemos preconcepciones. Dicen que el Marxismo es un método para interpretar la realidad. Bueno, pues yo propongo un método para analizar los documentos que nuestros intelectuales producen, para descubrir en ellos el hegelianismo polarizador o un Crocismo que integra. Ese es el desafío.