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Analogía entre el Sumo y los Partidos Políticos contemporáneos

Redacción
25 de abril, 2014

El Sumo no sólo es el arte marcial más antiguo practicado en Japón desde el Siglo XII, sino que también ha sido el deporte nacional por excelencia, caracterizado por un fuerte nacionalismo y apegada a las creencias religiosas del Shinto. El Sumo como deporte se oficializó en el siglo XVII y alcanzó la cúspide de su popularidad entre las décadas de los 50s y 90s del Siglo XX. Sin embargo, algo empezó a cambiar radicalmente y se encuentra en la actualidad no sólo ante una crisis financiera sin precedentes como entidad deportiva, sino que también con posibilidades de desaparecer por completo por falta de practicantes y seguidores.

Observando más en detalle esta situación que atraviesa el Sumo, me vino a la mente una comparación con la crisis de los partidos políticos en Centro América, analizando algunos elementos que detallo a continuación:


a)Falta de identificación y representación.
Los jóvenes en Japón ya no se sienten identificados con las costumbres, rituales y valores que el Sumo demanda e impone; están muy distantes de ello. Ya no pueden adaptarse a tradiciones obsoletas para un Japón del Siglo XXI y buscan opciones más fáciles y emocionantes con las cuales se puedan ver más representados, lo que en materia deportiva les ofrecen las Artes Marciales Mixtas (MMA) o el Kickboxing, promocionados fuertemente en Japón a través del K-1. Similar situación atraviesan las organizaciones políticas en la actualidad, habiendo perdido su función principal de representación del anhelo y voz ciudadana, distanciando a la juventud cada vez más analítica y ansiosa por encontrar espacios de expresión que los partidos no les ofrecen. Por lo tanto optan por la incorporación a organizaciones de la sociedad civil más dinámicas, creativas, incluyentes y participativas.

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b)El fenómeno de los “outsiders” y falta de liderazgo.
El Sumo se vio invadido por una generación de luchadores procedentes de Hawaii. Dos de ellos llegaron a ocupar el más preciado y alto rango en el Sumo, el de Yokozuna o Gran Campeón. Posteriormente, fue el turno de Mongolia, generando cuatro Yokozunas consecutivos. Ésto no sólo generó controversia y llevó a cambios drásticos en la estructura administrativa del Sumo, sino que también causó un enorme daño en la percepción del ciudadano que se quedó sin un héroe nacional a quien seguir y admirar. El último Gran Campeón japonés fue hace más de catorce años, lo cual ha dejado un vacío muy difícil de llenar y fanáticos cada vez más escépticos. Los partidos han tenido también su cuota de “outsiders”, invitados a participar en política no por su vocación de servicio, sino que más que nada por su status de popularidad, como ha sido el caso de algunos deportistas, académicos, actores, periodistas, músicos e incluso religiosos. Los casos de éxito de un “outsider” en política se cuentan con los dedos de una mano, la mayoría no aporta lo esperado en una campaña electoral y mucho menos cuando llega a ocupar un cargo público. La ausencia de un fuerte liderazgo es también muy evidente en los partidos políticos, teniéndonos que conformar con políticos reciclados o figuras impuestas mediáticamente a la población.


c)La ausencia de seguidores.
El año pasado sólo 56 jóvenes japoneses ingresaron a las escuelas de Sumo en todo el país, el número más bajo en su existencia, comparado con el registro de 1992, cuando 2,223 jóvenes se inscribieron. Similar situación atraviesan los partidos, incapaces a veces de cumplir los mínimos requisitos de afiliación a nivel nacional o regional, llegando a inflar los números y ofreciendo prebendas a manos llenas.

En conclusión, el Sumo se mantiene aún con vida por el fuerte sentimiento nacionalista del Japón y por la esperanza de algún día ver nuevamente un Gran Campeón japonés. Los partidos se mantienen con vida, porque el ciudadano aún tiene fe en la democracia y por la oportunidad que cada ciclo electoral nos brinda para cambiar lo que está funcionando mal.


Analogía entre el Sumo y los Partidos Políticos contemporáneos

Redacción
25 de abril, 2014

El Sumo no sólo es el arte marcial más antiguo practicado en Japón desde el Siglo XII, sino que también ha sido el deporte nacional por excelencia, caracterizado por un fuerte nacionalismo y apegada a las creencias religiosas del Shinto. El Sumo como deporte se oficializó en el siglo XVII y alcanzó la cúspide de su popularidad entre las décadas de los 50s y 90s del Siglo XX. Sin embargo, algo empezó a cambiar radicalmente y se encuentra en la actualidad no sólo ante una crisis financiera sin precedentes como entidad deportiva, sino que también con posibilidades de desaparecer por completo por falta de practicantes y seguidores.

Observando más en detalle esta situación que atraviesa el Sumo, me vino a la mente una comparación con la crisis de los partidos políticos en Centro América, analizando algunos elementos que detallo a continuación:


a)Falta de identificación y representación.
Los jóvenes en Japón ya no se sienten identificados con las costumbres, rituales y valores que el Sumo demanda e impone; están muy distantes de ello. Ya no pueden adaptarse a tradiciones obsoletas para un Japón del Siglo XXI y buscan opciones más fáciles y emocionantes con las cuales se puedan ver más representados, lo que en materia deportiva les ofrecen las Artes Marciales Mixtas (MMA) o el Kickboxing, promocionados fuertemente en Japón a través del K-1. Similar situación atraviesan las organizaciones políticas en la actualidad, habiendo perdido su función principal de representación del anhelo y voz ciudadana, distanciando a la juventud cada vez más analítica y ansiosa por encontrar espacios de expresión que los partidos no les ofrecen. Por lo tanto optan por la incorporación a organizaciones de la sociedad civil más dinámicas, creativas, incluyentes y participativas.

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b)El fenómeno de los “outsiders” y falta de liderazgo.
El Sumo se vio invadido por una generación de luchadores procedentes de Hawaii. Dos de ellos llegaron a ocupar el más preciado y alto rango en el Sumo, el de Yokozuna o Gran Campeón. Posteriormente, fue el turno de Mongolia, generando cuatro Yokozunas consecutivos. Ésto no sólo generó controversia y llevó a cambios drásticos en la estructura administrativa del Sumo, sino que también causó un enorme daño en la percepción del ciudadano que se quedó sin un héroe nacional a quien seguir y admirar. El último Gran Campeón japonés fue hace más de catorce años, lo cual ha dejado un vacío muy difícil de llenar y fanáticos cada vez más escépticos. Los partidos han tenido también su cuota de “outsiders”, invitados a participar en política no por su vocación de servicio, sino que más que nada por su status de popularidad, como ha sido el caso de algunos deportistas, académicos, actores, periodistas, músicos e incluso religiosos. Los casos de éxito de un “outsider” en política se cuentan con los dedos de una mano, la mayoría no aporta lo esperado en una campaña electoral y mucho menos cuando llega a ocupar un cargo público. La ausencia de un fuerte liderazgo es también muy evidente en los partidos políticos, teniéndonos que conformar con políticos reciclados o figuras impuestas mediáticamente a la población.


c)La ausencia de seguidores.
El año pasado sólo 56 jóvenes japoneses ingresaron a las escuelas de Sumo en todo el país, el número más bajo en su existencia, comparado con el registro de 1992, cuando 2,223 jóvenes se inscribieron. Similar situación atraviesan los partidos, incapaces a veces de cumplir los mínimos requisitos de afiliación a nivel nacional o regional, llegando a inflar los números y ofreciendo prebendas a manos llenas.

En conclusión, el Sumo se mantiene aún con vida por el fuerte sentimiento nacionalista del Japón y por la esperanza de algún día ver nuevamente un Gran Campeón japonés. Los partidos se mantienen con vida, porque el ciudadano aún tiene fe en la democracia y por la oportunidad que cada ciclo electoral nos brinda para cambiar lo que está funcionando mal.