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El menos peor

Redacción República
28 de abril, 2014

Vaya opción la que tenemos cada cuatro años ante las elecciones. Nuestra democracia es realmente una lotería para que, con suerte, nos toque el gobernante menos peor que podamos tener, como popularmente se suele decir. Sin embargo, otro factor “folklórico” de nuestras elecciones es que suele quedar alguien quien ya ha estado en la contienda electoral en el pasado. En resumidas cuentas los peores siempre llegan al poder. 

A menos que se hagan cambios profundos a la ley electoral y de partidos políticos o se realice una reestructuración del sistema político, esta situación no va a cambiar. Para empeorar las cosas quienes actualmente tienen los medios para realizar estos cambios son los diputados en el Congreso de la República quienes son los que más se benefician del status quo. La otra opción sería una revolución y al parecer Guatemala está muy lejos de otra primavera. Seamos francos, un cambio en nuestro sistema no se avizora cercano. 
La situación es crítica pero esto realmente depende desde que ángulo se vea. El verdadero problema que enfrentamos como país cada cuatro años es la esperanza que un presidente, hombre o mujer, mejore la situación política, económica y social del país y sus ciudadanos. La creencia errada de que el gobierno debe existir para solucionar todos nuestros problemas es una de las razones que nos ha llevado por el camino de las dictaduras y de crisis políticas y económicas, es una fórmula peligrosa aquella de alargar y aumentar los tentáculos de la cosa pública. Es por esta razón que deben existir otras opciones más allá de la búsqueda de un presidente salvador y dejar la creencia de una fórmula mágica para gobernar que solucione no solo los problemas nacionales sino también los problemas personales. 
Dicho esto, la realidad es que independientemente de que llegamos a tener un buen presidente este no podrá hacer los cambios estructurales que el país necesita. Se necesita un compromiso de mayor ciudadanía pero no por buscar un solo presidente sino por depurar el sistema político desde abajo hacia arriba. Esto se inicia con los alcaldes y los diputados, la fiscalización ciudadana sobre las actividades de estos es esencial para el buen funcionamiento de una república. No podemos esperar que un presidente solucione los problemas de todo el país, pero si podemos esperar y debemos exigir un mejor trabajo de nuestras autoridades locales, desde los jefes ediles has nuestros representantes en el congreso. 
 @robertoantoniow

El menos peor

Redacción República
28 de abril, 2014

Vaya opción la que tenemos cada cuatro años ante las elecciones. Nuestra democracia es realmente una lotería para que, con suerte, nos toque el gobernante menos peor que podamos tener, como popularmente se suele decir. Sin embargo, otro factor “folklórico” de nuestras elecciones es que suele quedar alguien quien ya ha estado en la contienda electoral en el pasado. En resumidas cuentas los peores siempre llegan al poder. 

A menos que se hagan cambios profundos a la ley electoral y de partidos políticos o se realice una reestructuración del sistema político, esta situación no va a cambiar. Para empeorar las cosas quienes actualmente tienen los medios para realizar estos cambios son los diputados en el Congreso de la República quienes son los que más se benefician del status quo. La otra opción sería una revolución y al parecer Guatemala está muy lejos de otra primavera. Seamos francos, un cambio en nuestro sistema no se avizora cercano. 
La situación es crítica pero esto realmente depende desde que ángulo se vea. El verdadero problema que enfrentamos como país cada cuatro años es la esperanza que un presidente, hombre o mujer, mejore la situación política, económica y social del país y sus ciudadanos. La creencia errada de que el gobierno debe existir para solucionar todos nuestros problemas es una de las razones que nos ha llevado por el camino de las dictaduras y de crisis políticas y económicas, es una fórmula peligrosa aquella de alargar y aumentar los tentáculos de la cosa pública. Es por esta razón que deben existir otras opciones más allá de la búsqueda de un presidente salvador y dejar la creencia de una fórmula mágica para gobernar que solucione no solo los problemas nacionales sino también los problemas personales. 
Dicho esto, la realidad es que independientemente de que llegamos a tener un buen presidente este no podrá hacer los cambios estructurales que el país necesita. Se necesita un compromiso de mayor ciudadanía pero no por buscar un solo presidente sino por depurar el sistema político desde abajo hacia arriba. Esto se inicia con los alcaldes y los diputados, la fiscalización ciudadana sobre las actividades de estos es esencial para el buen funcionamiento de una república. No podemos esperar que un presidente solucione los problemas de todo el país, pero si podemos esperar y debemos exigir un mejor trabajo de nuestras autoridades locales, desde los jefes ediles has nuestros representantes en el congreso. 
 @robertoantoniow