Dos recientes estudios dan lugar al título elegido para hoy: el Índice de desempeño ambiental 2014 (EPI) y el estudio sobre Libertad económica y calidad del aire. El primero ha sido generado por dos centros de investigación asociados a las universidades de Yale y Columbia en Estados Unidos, el Foro Económico Mundial y dos fundaciones privadas. El segundo ha sido lanzado por el Instituto Fraiser con sede en Canadá.
Guatemala no debe aspirar a los primeros puestos del índice de desempeño ambiental, al menos de momento, ya que aún se encuentra en las primeras etapas de crecimiento económico; si ello lo consideramos bueno y necesario, será entonces bueno y necesario esperar ciertos niveles de contaminación y deterioro de los recursos naturales. A lo que sí debemos aspirar es a establecer claros derechos de propiedad sobre los recursos naturales para que exista un mercado que propicie su intercambio pacífico y voluntario, y a un sólido sistema de justicia que sepa dirimir con diligencia los conflictos eventuales derivados de la contaminación. Estas instituciones económicas son fundamentalmente críticas y aún más eficaces que las instituciones políticas, para que exista en el largo plazo un buen desempeño ambiental.
Dos recientes estudios dan lugar al título elegido para hoy: el Índice de desempeño ambiental 2014 (EPI) y el estudio sobre Libertad económica y calidad del aire. El primero ha sido generado por dos centros de investigación asociados a las universidades de Yale y Columbia en Estados Unidos, el Foro Económico Mundial y dos fundaciones privadas. El segundo ha sido lanzado por el Instituto Fraiser con sede en Canadá.
Guatemala no debe aspirar a los primeros puestos del índice de desempeño ambiental, al menos de momento, ya que aún se encuentra en las primeras etapas de crecimiento económico; si ello lo consideramos bueno y necesario, será entonces bueno y necesario esperar ciertos niveles de contaminación y deterioro de los recursos naturales. A lo que sí debemos aspirar es a establecer claros derechos de propiedad sobre los recursos naturales para que exista un mercado que propicie su intercambio pacífico y voluntario, y a un sólido sistema de justicia que sepa dirimir con diligencia los conflictos eventuales derivados de la contaminación. Estas instituciones económicas son fundamentalmente críticas y aún más eficaces que las instituciones políticas, para que exista en el largo plazo un buen desempeño ambiental.