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Libertad económica y desempeño ambiental

Redacción
28 de abril, 2014

Dos recientes estudios dan lugar al título elegido para hoy: el Índice de desempeño ambiental 2014 (EPI) y el estudio sobre Libertad económica y calidad del aire. El primero ha sido generado por dos centros de investigación asociados a las universidades de Yale y Columbia en Estados Unidos, el Foro Económico Mundial y dos fundaciones privadas. El segundo ha sido lanzado por el Instituto Fraiser con sede en Canadá. 

Según el EPI 2014 Guatemala se ubica en la posición 98 de 178 países. Nuevamente por debajo de la media con 48,06 puntos sobre 100. De los 9 criterios y 20 indicadores evaluados, Guatemala registra una leve “mejora” (+8,63%) en los últimos 10 años. El punteo obtenido por esta clasificación evidencia una vez más el deterioro que se observa en los recursos naturales (bosques, suelo, agua, biodiversidad), no obstante encuentro necesario advertir que generalmente estas clasificaciones suponen que un país es mejor cuando deteriora menos el ambiente sin considerar que estos deben pasar inicialmente por una etapa de deterioro ambiental si apuestas a crecer económicamente y alcanzar cierto nivel de prosperidad. 
Y es que el segundo estudio aborda precisamente la relación crecimiento económico-calidad ambiental y cuyos aportes hiciera Simon Kuznets en 1955. La tesis original de este economista ruso-estadunidense condecorado con el Nobel en 1971 sugiere que durante las primeras etapas de crecimiento económico la desigualdad aumenta al estar localizando recursos, por concepto de inversión en infraestructura y bienes de capital, en aquellos que han ahorrado e invertido; pero a medida que el empleo aumenta, se incrementan los salarios y se logra una mejor distribución de los ingresos, disminuyendo con ello la desigualdad relativa. 
Esta tesis ha sido aplicada al desempeño ambiental derivado de la correlacción existente con los efectos de la inversión en infraestructura y bienes capital. Haciéndolo simple, transitar de una economía basada en recursos (naturales o primarios) a una economía basada en servicos, tecnología e innovación tiene un costo alto para los recursos naturales. Esto justifica que los países en etapas tempranas de crecimiento económico aparezcan en la parte baja de las clasificaciones de desempeño ambiental y ello aunque es negativo en el corto plazo, en el largo plazo conviene para un mejor desempeño ambiental, y para una mejor distribución del ingreso. 
Muchos estudios se han desarrollado sobre la aplicación de la Curva Ambiental de Kuznets. Sin embargo, encuentro que el valor agregado del estudio realizado por Joel Wood e Ian Herzog del Instituto Fraiser es intentar controlar las variables que tienden a crear relaciones confunsas y medir el efecto directo que tiene la libertad económica sobre dos indicadores ambientales: concentración de partículas finas y emisiones de dióxido de carbono. Para ello examinaron un conjunto de datos de más 100 países para el período 2000-2010. 
Después de controlar los efectos del ingreso y otras variables secundarias, los autores encontraron que, el incremento sostenido en un punto porcentual (1%) en el índice de libertad económica resulta en un decremento de 7,15% en las concentraciones de partículas finas (contaminación) en el largo plazo. Este hallazgo, según los autores, es robusto para varias especificaciones de modelos econométricos y es estadísticamente significativo.

Guatemala no debe aspirar a los primeros puestos del índice de desempeño ambiental, al menos de momento, ya que aún se encuentra en las primeras etapas de crecimiento económico; si ello lo consideramos bueno y necesario, será entonces bueno y necesario esperar ciertos niveles de contaminación y deterioro de los recursos naturales. A lo que sí debemos aspirar es a establecer claros derechos de propiedad sobre los recursos naturales para que exista un mercado que propicie su intercambio pacífico y voluntario, y a un sólido sistema de justicia que sepa dirimir con diligencia los conflictos eventuales derivados de la contaminación. Estas instituciones económicas son fundamentalmente críticas y aún más eficaces que las instituciones políticas, para que exista en el largo plazo un buen desempeño ambiental. 

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Jorge David Chapas es co-fundador y director ejecutivo de RedRana, empresario, ex-alumno del PERC Enviropreneur Institute e investigador asociado al CEES.

Libertad económica y desempeño ambiental

Redacción
28 de abril, 2014

Dos recientes estudios dan lugar al título elegido para hoy: el Índice de desempeño ambiental 2014 (EPI) y el estudio sobre Libertad económica y calidad del aire. El primero ha sido generado por dos centros de investigación asociados a las universidades de Yale y Columbia en Estados Unidos, el Foro Económico Mundial y dos fundaciones privadas. El segundo ha sido lanzado por el Instituto Fraiser con sede en Canadá. 

Según el EPI 2014 Guatemala se ubica en la posición 98 de 178 países. Nuevamente por debajo de la media con 48,06 puntos sobre 100. De los 9 criterios y 20 indicadores evaluados, Guatemala registra una leve “mejora” (+8,63%) en los últimos 10 años. El punteo obtenido por esta clasificación evidencia una vez más el deterioro que se observa en los recursos naturales (bosques, suelo, agua, biodiversidad), no obstante encuentro necesario advertir que generalmente estas clasificaciones suponen que un país es mejor cuando deteriora menos el ambiente sin considerar que estos deben pasar inicialmente por una etapa de deterioro ambiental si apuestas a crecer económicamente y alcanzar cierto nivel de prosperidad. 
Y es que el segundo estudio aborda precisamente la relación crecimiento económico-calidad ambiental y cuyos aportes hiciera Simon Kuznets en 1955. La tesis original de este economista ruso-estadunidense condecorado con el Nobel en 1971 sugiere que durante las primeras etapas de crecimiento económico la desigualdad aumenta al estar localizando recursos, por concepto de inversión en infraestructura y bienes de capital, en aquellos que han ahorrado e invertido; pero a medida que el empleo aumenta, se incrementan los salarios y se logra una mejor distribución de los ingresos, disminuyendo con ello la desigualdad relativa. 
Esta tesis ha sido aplicada al desempeño ambiental derivado de la correlacción existente con los efectos de la inversión en infraestructura y bienes capital. Haciéndolo simple, transitar de una economía basada en recursos (naturales o primarios) a una economía basada en servicos, tecnología e innovación tiene un costo alto para los recursos naturales. Esto justifica que los países en etapas tempranas de crecimiento económico aparezcan en la parte baja de las clasificaciones de desempeño ambiental y ello aunque es negativo en el corto plazo, en el largo plazo conviene para un mejor desempeño ambiental, y para una mejor distribución del ingreso. 
Muchos estudios se han desarrollado sobre la aplicación de la Curva Ambiental de Kuznets. Sin embargo, encuentro que el valor agregado del estudio realizado por Joel Wood e Ian Herzog del Instituto Fraiser es intentar controlar las variables que tienden a crear relaciones confunsas y medir el efecto directo que tiene la libertad económica sobre dos indicadores ambientales: concentración de partículas finas y emisiones de dióxido de carbono. Para ello examinaron un conjunto de datos de más 100 países para el período 2000-2010. 
Después de controlar los efectos del ingreso y otras variables secundarias, los autores encontraron que, el incremento sostenido en un punto porcentual (1%) en el índice de libertad económica resulta en un decremento de 7,15% en las concentraciones de partículas finas (contaminación) en el largo plazo. Este hallazgo, según los autores, es robusto para varias especificaciones de modelos econométricos y es estadísticamente significativo.

Guatemala no debe aspirar a los primeros puestos del índice de desempeño ambiental, al menos de momento, ya que aún se encuentra en las primeras etapas de crecimiento económico; si ello lo consideramos bueno y necesario, será entonces bueno y necesario esperar ciertos niveles de contaminación y deterioro de los recursos naturales. A lo que sí debemos aspirar es a establecer claros derechos de propiedad sobre los recursos naturales para que exista un mercado que propicie su intercambio pacífico y voluntario, y a un sólido sistema de justicia que sepa dirimir con diligencia los conflictos eventuales derivados de la contaminación. Estas instituciones económicas son fundamentalmente críticas y aún más eficaces que las instituciones políticas, para que exista en el largo plazo un buen desempeño ambiental. 

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Jorge David Chapas es co-fundador y director ejecutivo de RedRana, empresario, ex-alumno del PERC Enviropreneur Institute e investigador asociado al CEES.