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Ausencia de valores

Redacción
01 de mayo, 2014

Tristeza y desesperanza ha provocado en muchos guatemaltecos el nuevo espectáculo de salvajismo que parece popularizarse en nuestro país con la frecuencia de hechos criminales que se producen en total desigualdad de condiciones y que golpea particularmente a personas indefensas. 

El caso de las hermanas Nancy Paola y Karla Daniela Oscal Pérez, asesinadas cuando se dirigían al Instituto Normal para Señoritas, INCA, tuvo la repulsa de los muchos ciudadanos conscientes del valor de la vida humana y el respeto a la misma, como el mínimo de los valores éticos que requiere una sociedad con pretensiones de civilidad. 
Pero a pocos días de tan repudiable hecho, ahora se replica en San Pedro Ayampuc el crimen contra otras jóvenes mujeres, también menores de edad, y también hermanas, asesinadas por las cobardes y desalmadas bandas de criminales que parecen haber consolidado su estrategia de muerte para cometer los hechos más deleznables como son los delitos contra la vida. Me refiero a las hermanas Palala 
En otra dimensión, también se manifiesta la perdida de los valores más esenciales que a lo largo de la historia han hecho posible la vida en sociedad, en otro tipo de agresiones: aquellas en las que las turbas de fieras colectivizadas se aprovechan del anonimato del número y de la suma de fuerza física tumultuaria para dar salida a sus furias cobardes y salvajes y sentirse poderosos y realizados ante el sufrimiento humano y la destrucción de una vida. Así fue el caso del joven Kevin Díaz, aficionado del equipo de futbol Comunicaciones. 
La visión que prevalece en ese caso es que todo se debe al fanatismo de los ¨aficionados,¨ (hinchas) y algún descuido de las autoridades responsables de los equipos y la competencia en el futbol; no lo veo así. Considero que ese linchamiento es consecuencia del odio a flor de piel y el descontrol sobre la conducta criminal. 
Esa misma corriente parece ir ganando terreno en muchos adolescentes y jóvenes, que desprecian la consideración, el respeto, la cortesía y el trato educado entre los seres humanos. Es producto del desprecio a lo que consideran obsoleto. Está relacionado con el vocabulario soez, el uso de alcohol y drogas para subirse a una nube sin reparo a la caída que en su momento llega, el irrespeto a los adultos, y la visión de un mundo burdo, grosero y pendenciero. Es el estilo que el crimen organizado aprovecha para incorporar en sus filas a sus operadores. 
La única diferencia es que los jóvenes que han crecido en familias decentes y trabajadoras con el ejemplo de padres generosos y trabajadores no se incorporan a los grupos de delincuentes, mientras aquellos que no han tenido una guía y una enseñanza de valores, son presa fácil de las pandillas y otras organizaciones criminales. 
En otro contexto distinto pero igualmente despreciable, se hizo de conocimiento público la amenaza sufrida por el Decano de Derecho de la UFM, Lic. Milton Argueta, a quien anónimamente se le hicieron llegar mensajes conteniendo una cobarde amenaza para que se retirara de la Comisión de Postulación para Fiscal General, bajo la advertencia de que atentarían contra la vida de su esposa si no se retiraba. ¿Quién tenía interés en obstaculizar su participación y quienes intentan dominar los procesos de postulación mediante actos de agresión, amparados en el anonimato de los grupos vandálicos y criminales. Se identificará a los responsables? 
La ausencia de valores alimenta la criminalidad y la impunidad la fortalece.

Ausencia de valores

Redacción
01 de mayo, 2014

Tristeza y desesperanza ha provocado en muchos guatemaltecos el nuevo espectáculo de salvajismo que parece popularizarse en nuestro país con la frecuencia de hechos criminales que se producen en total desigualdad de condiciones y que golpea particularmente a personas indefensas. 

El caso de las hermanas Nancy Paola y Karla Daniela Oscal Pérez, asesinadas cuando se dirigían al Instituto Normal para Señoritas, INCA, tuvo la repulsa de los muchos ciudadanos conscientes del valor de la vida humana y el respeto a la misma, como el mínimo de los valores éticos que requiere una sociedad con pretensiones de civilidad. 
Pero a pocos días de tan repudiable hecho, ahora se replica en San Pedro Ayampuc el crimen contra otras jóvenes mujeres, también menores de edad, y también hermanas, asesinadas por las cobardes y desalmadas bandas de criminales que parecen haber consolidado su estrategia de muerte para cometer los hechos más deleznables como son los delitos contra la vida. Me refiero a las hermanas Palala 
En otra dimensión, también se manifiesta la perdida de los valores más esenciales que a lo largo de la historia han hecho posible la vida en sociedad, en otro tipo de agresiones: aquellas en las que las turbas de fieras colectivizadas se aprovechan del anonimato del número y de la suma de fuerza física tumultuaria para dar salida a sus furias cobardes y salvajes y sentirse poderosos y realizados ante el sufrimiento humano y la destrucción de una vida. Así fue el caso del joven Kevin Díaz, aficionado del equipo de futbol Comunicaciones. 
La visión que prevalece en ese caso es que todo se debe al fanatismo de los ¨aficionados,¨ (hinchas) y algún descuido de las autoridades responsables de los equipos y la competencia en el futbol; no lo veo así. Considero que ese linchamiento es consecuencia del odio a flor de piel y el descontrol sobre la conducta criminal. 
Esa misma corriente parece ir ganando terreno en muchos adolescentes y jóvenes, que desprecian la consideración, el respeto, la cortesía y el trato educado entre los seres humanos. Es producto del desprecio a lo que consideran obsoleto. Está relacionado con el vocabulario soez, el uso de alcohol y drogas para subirse a una nube sin reparo a la caída que en su momento llega, el irrespeto a los adultos, y la visión de un mundo burdo, grosero y pendenciero. Es el estilo que el crimen organizado aprovecha para incorporar en sus filas a sus operadores. 
La única diferencia es que los jóvenes que han crecido en familias decentes y trabajadoras con el ejemplo de padres generosos y trabajadores no se incorporan a los grupos de delincuentes, mientras aquellos que no han tenido una guía y una enseñanza de valores, son presa fácil de las pandillas y otras organizaciones criminales. 
En otro contexto distinto pero igualmente despreciable, se hizo de conocimiento público la amenaza sufrida por el Decano de Derecho de la UFM, Lic. Milton Argueta, a quien anónimamente se le hicieron llegar mensajes conteniendo una cobarde amenaza para que se retirara de la Comisión de Postulación para Fiscal General, bajo la advertencia de que atentarían contra la vida de su esposa si no se retiraba. ¿Quién tenía interés en obstaculizar su participación y quienes intentan dominar los procesos de postulación mediante actos de agresión, amparados en el anonimato de los grupos vandálicos y criminales. Se identificará a los responsables? 
La ausencia de valores alimenta la criminalidad y la impunidad la fortalece.