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Qué abunde el maiz, pero no la desnutrición, la enfermedad y la pobreza

Redacción
11 de mayo, 2014

Qué abunde el maíz, qué
abunde el frijol y que seas muy 
feliz!, es parte de la letra de una canción guatemalteca
que muchos aprendimos en la escuela primaria. 
Un vals tradicional que se usa en muchas bodas chapinas. Recuerdo que
desde niña entendí que hablaba de la vida y la prosperidad.

El maíz es parte de nuestra
cultura y de nuestra historia, por eso entiendo y respeto el significado de
declararlo patrimonio cultural. Lo que no se vale es que bajo el argumento de
la cultura ancestral se condene a miles de familias guatemaltecas a seguir en
el subdesarrollo, limitando las oportunidades de mejorar sus ingresos con la
diversificación de cultivos y con el uso de la tecnología de la 
época actual,
gracias a los avances basados en ciencia que son parte también, de la cultura
actual.

Me parece aún más lamentable
que según notas de prensa recientes, se hace público un tema que como el mismo
Ministro de Agricultura y la misma Vicepresidente reconocieron en la sesión
del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional: ‘no es
reciente y así llevamos más de 600 años’. 
El problema al que me refiero es a la presencia en valores alarmantes de
micotoxinas (incluidas aflatoxinas y fumonisinas) asociadas a enfermedades
cancerígenas, hepáticas, renales y peor aún, asociadas a los altos índices de
niños con problemas congénitos de tubo neural y espina bífida.  Y que como demuestran diversas
investigaciones que fueran presentadas en un foro recientemente organizado por
la SESAN, tienen una mayor prevalencia en el área rural en donde el consumo de
maíz es mayor.

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Los valores permitidos de
estas micotoxinas, según estudio de la SESAN y la investigación de la Dra.
Torres financiada por CONCYT,
  se
encuentran presentes hasta 20 veces más en promedio en la muestra nacional
sobre el valor máximo permitido. Y han encontrado muestras con 400 veces más
partes por billón que lo permitido.

La solución del MAGA, la
Vicepresidencia y la SESAN, es que se comprarán graneros y se dará
capacitación para el almacenamiento y secado adecuado, para que poco a poco se
vaya avanzando y los campesinos puedan ir recuperando las practicas ancestrales
del manejo que se han venido perdiendo… Y muy al estilo de la SAT o de la IGT
cuando se enfoca solo en el sector formal (por miopía y por comodidad),
  también incluye entre las medidas a
implementar, aumentar los controles y monitoreo de los productores, pero no el
de los grupos de la agricultura familiar y el autoconsumo (en donde se acentúa
el problema), sino el de los comercializadores y productores grandes de maíz,
los que por cierto,
  en su mayoría ya
están controlados y que venden mucho de su producto a empresas que lo
transforman en harina, cumpliendo con requisitos y controles de calidad e
inocuidad, que incluyen los valores máximos permitidos de partes por billón de
micotoxinas.
  Valores que vale la pena
aclarar, vienen de estándares y normativa de inocuidad internacional, pues no
existe localmente, valores también que son utilizados por el programa mundial
de alimentos para las compras de reservas de maíz de sus distintos programas.

A pesar de las
recomendaciones de científicos y expertos nacionales e internacionales que
participaron en el foro de la SESAN, al parecer todos ignoraron una de las
recomendaciones más importantes, y es la de utilizar variedades de 
maíz resistentes desarrolladas a través de biotecnología que pueden reducir en gran
medida el problema (sin obviar la importancia del manejo y secado) y a su vez
incrementar los ingresos y productividad de los pequeños productores hasta tres
veces.

La FAO ha dejado claro que
ante el crecimiento de la población mundial y la consecuente demanda de
alimentos, no descarta la idea de apoyar el uso de biotecnología y los avances
científicos disponibles. Y la revista The Economist en su última edición,
incluye un artículo muy interesante sobre como quienes se oponen a los
organismos genéticamente modificados se hacen los sordos y ciegos ante la
evidencia aplastante y como ejemplo menciona que en el mundo se estiman 3
millones 100 mil muertes por desnutrición, en niños menores a 5 años, mientras
que existen 0 muertes asociadas a los organismos genéticamente modificados.

En el mundo existen 27
países que utilizan biotecnología, 19 son países en vías de desarrollo. Y más
del 90% de quienes lo utilizan son pequeños agricultores. Países líderes en la
producción de alimentos a nivel mundial como Estados Unidos, Argentina y Brasil
la utilizan desde hace muchos. En la región México y Honduras nos llevan la
delantera.

En Guatemala se tienen
resultados exitosos de las parcelas experimentales, está en la cancha del MAGA,
del Presidente de la Repúbica y del Congreso avanzar para que podamos pasar a
la fase de comercialización.
  Ojalá sean
responsables y por primera vez en algún tema seamos testigos de decisiones
integrales y de largo plazo. Y no solo más de lo mismo, con programas
asistencialistas en donde los beneficiados son solo todos los involucrados en
la compra y repartición, así sean fertilizantes, o graneros.

Qué abunde el maiz, pero no la desnutrición, la enfermedad y la pobreza

Redacción
11 de mayo, 2014

Qué abunde el maíz, qué
abunde el frijol y que seas muy 
feliz!, es parte de la letra de una canción guatemalteca
que muchos aprendimos en la escuela primaria. 
Un vals tradicional que se usa en muchas bodas chapinas. Recuerdo que
desde niña entendí que hablaba de la vida y la prosperidad.

El maíz es parte de nuestra
cultura y de nuestra historia, por eso entiendo y respeto el significado de
declararlo patrimonio cultural. Lo que no se vale es que bajo el argumento de
la cultura ancestral se condene a miles de familias guatemaltecas a seguir en
el subdesarrollo, limitando las oportunidades de mejorar sus ingresos con la
diversificación de cultivos y con el uso de la tecnología de la 
época actual,
gracias a los avances basados en ciencia que son parte también, de la cultura
actual.

Me parece aún más lamentable
que según notas de prensa recientes, se hace público un tema que como el mismo
Ministro de Agricultura y la misma Vicepresidente reconocieron en la sesión
del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional: ‘no es
reciente y así llevamos más de 600 años’. 
El problema al que me refiero es a la presencia en valores alarmantes de
micotoxinas (incluidas aflatoxinas y fumonisinas) asociadas a enfermedades
cancerígenas, hepáticas, renales y peor aún, asociadas a los altos índices de
niños con problemas congénitos de tubo neural y espina bífida.  Y que como demuestran diversas
investigaciones que fueran presentadas en un foro recientemente organizado por
la SESAN, tienen una mayor prevalencia en el área rural en donde el consumo de
maíz es mayor.

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Los valores permitidos de
estas micotoxinas, según estudio de la SESAN y la investigación de la Dra.
Torres financiada por CONCYT,
  se
encuentran presentes hasta 20 veces más en promedio en la muestra nacional
sobre el valor máximo permitido. Y han encontrado muestras con 400 veces más
partes por billón que lo permitido.

La solución del MAGA, la
Vicepresidencia y la SESAN, es que se comprarán graneros y se dará
capacitación para el almacenamiento y secado adecuado, para que poco a poco se
vaya avanzando y los campesinos puedan ir recuperando las practicas ancestrales
del manejo que se han venido perdiendo… Y muy al estilo de la SAT o de la IGT
cuando se enfoca solo en el sector formal (por miopía y por comodidad),
  también incluye entre las medidas a
implementar, aumentar los controles y monitoreo de los productores, pero no el
de los grupos de la agricultura familiar y el autoconsumo (en donde se acentúa
el problema), sino el de los comercializadores y productores grandes de maíz,
los que por cierto,
  en su mayoría ya
están controlados y que venden mucho de su producto a empresas que lo
transforman en harina, cumpliendo con requisitos y controles de calidad e
inocuidad, que incluyen los valores máximos permitidos de partes por billón de
micotoxinas.
  Valores que vale la pena
aclarar, vienen de estándares y normativa de inocuidad internacional, pues no
existe localmente, valores también que son utilizados por el programa mundial
de alimentos para las compras de reservas de maíz de sus distintos programas.

A pesar de las
recomendaciones de científicos y expertos nacionales e internacionales que
participaron en el foro de la SESAN, al parecer todos ignoraron una de las
recomendaciones más importantes, y es la de utilizar variedades de 
maíz resistentes desarrolladas a través de biotecnología que pueden reducir en gran
medida el problema (sin obviar la importancia del manejo y secado) y a su vez
incrementar los ingresos y productividad de los pequeños productores hasta tres
veces.

La FAO ha dejado claro que
ante el crecimiento de la población mundial y la consecuente demanda de
alimentos, no descarta la idea de apoyar el uso de biotecnología y los avances
científicos disponibles. Y la revista The Economist en su última edición,
incluye un artículo muy interesante sobre como quienes se oponen a los
organismos genéticamente modificados se hacen los sordos y ciegos ante la
evidencia aplastante y como ejemplo menciona que en el mundo se estiman 3
millones 100 mil muertes por desnutrición, en niños menores a 5 años, mientras
que existen 0 muertes asociadas a los organismos genéticamente modificados.

En el mundo existen 27
países que utilizan biotecnología, 19 son países en vías de desarrollo. Y más
del 90% de quienes lo utilizan son pequeños agricultores. Países líderes en la
producción de alimentos a nivel mundial como Estados Unidos, Argentina y Brasil
la utilizan desde hace muchos. En la región México y Honduras nos llevan la
delantera.

En Guatemala se tienen
resultados exitosos de las parcelas experimentales, está en la cancha del MAGA,
del Presidente de la Repúbica y del Congreso avanzar para que podamos pasar a
la fase de comercialización.
  Ojalá sean
responsables y por primera vez en algún tema seamos testigos de decisiones
integrales y de largo plazo. Y no solo más de lo mismo, con programas
asistencialistas en donde los beneficiados son solo todos los involucrados en
la compra y repartición, así sean fertilizantes, o graneros.