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Consideraciones sobre el socialismo (IV): hipocresía mundial

Redacción República
15 de mayo, 2014

Cuando el Príncipe Harry usó la esvástica nazi en una
fiesta de disfraces, los medios se estremecieron y el hecho fue noticia
mundial. ¿Se justificaba la indignación? Sí. Harry es una figura pública y
política: está en el cuarto lugar para suceder al trono de Gran Bretaña, Inglaterra
es uno de los países más civilizados del mundo y se le debe al carácter de uno
de sus ministros, Churchill, el hecho que Europa entera no cayera en las fauces
de Hitler.

¿Hubiese Harry causado la misma alergia si en vez de
la esvástica fuera la hoz y el martillo, la estrella roja o una camisa del Che?
Estoy seguro que no, pero ello sólo es una manifestación de un problema mayor.
Según un acucioso estudio de unos socialistas franceses, la magnitud del crimen
comunista es espantoso y supera al de los nazis: la URSS mató a 20 millones de
personas, China 65 millones, Vietnam 1 millón, Corea del Norte 2 millones,
Europa central 1 millón, América Latina 150,000, África 1,7 millones y
Afganistán 1,5 millones.

¿Por qué entonces la historia trata de manera tan
blanda el legado comunista? Universidades y académicos, unos de manera solapada
y otros sin tapujos, le dan palmadas de apoyo, difunden la doctrina, disipan el
olor a sangre que dejó. Una cosa es considerarse un socialista democrático, otra
es rendir honores a una doctrina asesina. Se le perdona (o tal vez no) al joven
que usa la camisa del Che y que grita versos anti yanquis, porque la juventud son
años de rebeldía, de oposición a las costumbres de los mayores, y el comunismo
no es otra cosa que una filosofía rebelde, indomable para los cánones morales
tradicionales. No se perdona en cambio, al académico que sigue enseñando que
esa ideología tiene algo rescatable.

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Las razones de esta hipocresía son muchas. Aquí enumero
unas:

1. La Unión Soviética fue uno de los aliados en la
Segunda Guerra Mundial. Su carta de presentación ante el mundo fue la de
libertador del fascismo. Pero hay que matizar su participación en la guerra.
Antes de unirse los aliados, la URSS y Alemania colaboraban bastante y en el
infame Pacto Molotov-Ribentrop acordaron secretamente repartirse Europa.  Derrotados los alemanes, los soviéticos no
destruyeron sus campos de concentración, 
siguieron usándolos para lo mismo: mantener presos a disidentes
políticos, a contrarrevolucionarios, y practicar torturas.

2. China y Rusia (URSS) son miembros permanentes del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde su creación. Eso sin duda les
ayudó a mantener un balance de poder y evitar que se aprobaran resoluciones
perjudiciales para los comunistas. Por ejemplo, la URSS evitó que se incluyera el
extermino de grupos políticos como delito de genocidio en la Convención del 48.

3. Alemanes de pura cepa no los hay en todos los
países; en cambio obreros, campesinos, proletarios, marginados existen en todo
el mundo, y son mayoría. El comunismo, en sus distintas formas, apela a ellos y
promete venganza por la mala fortuna que la historia les asignó.

4. Los divulgadores del comunismo fueron bastante
activos en el siglo XX. Penetraron en colegios y escuelas, en sindicatos, en
grupos intelectuales, en el arte y la cultura, tanto que sus efectos son
palpables al día de hoy.

5. En el siglo XX los medios de comunicación no
vigilaban todo el mundo como hoy lo hacen. Eso les permitió mantener en secreto
la infinidad de atrocidades que cometieron.

Pese a que todavía hay brotes del socialismo radical
(Venezuela), creo que es una doctrina destinada a morir, pero sólo el tiempo le
dará la puñalada final. Así que paciencia.

Consideraciones sobre el socialismo (IV): hipocresía mundial

Redacción República
15 de mayo, 2014

Cuando el Príncipe Harry usó la esvástica nazi en una
fiesta de disfraces, los medios se estremecieron y el hecho fue noticia
mundial. ¿Se justificaba la indignación? Sí. Harry es una figura pública y
política: está en el cuarto lugar para suceder al trono de Gran Bretaña, Inglaterra
es uno de los países más civilizados del mundo y se le debe al carácter de uno
de sus ministros, Churchill, el hecho que Europa entera no cayera en las fauces
de Hitler.

¿Hubiese Harry causado la misma alergia si en vez de
la esvástica fuera la hoz y el martillo, la estrella roja o una camisa del Che?
Estoy seguro que no, pero ello sólo es una manifestación de un problema mayor.
Según un acucioso estudio de unos socialistas franceses, la magnitud del crimen
comunista es espantoso y supera al de los nazis: la URSS mató a 20 millones de
personas, China 65 millones, Vietnam 1 millón, Corea del Norte 2 millones,
Europa central 1 millón, América Latina 150,000, África 1,7 millones y
Afganistán 1,5 millones.

¿Por qué entonces la historia trata de manera tan
blanda el legado comunista? Universidades y académicos, unos de manera solapada
y otros sin tapujos, le dan palmadas de apoyo, difunden la doctrina, disipan el
olor a sangre que dejó. Una cosa es considerarse un socialista democrático, otra
es rendir honores a una doctrina asesina. Se le perdona (o tal vez no) al joven
que usa la camisa del Che y que grita versos anti yanquis, porque la juventud son
años de rebeldía, de oposición a las costumbres de los mayores, y el comunismo
no es otra cosa que una filosofía rebelde, indomable para los cánones morales
tradicionales. No se perdona en cambio, al académico que sigue enseñando que
esa ideología tiene algo rescatable.

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unas:

1. La Unión Soviética fue uno de los aliados en la
Segunda Guerra Mundial. Su carta de presentación ante el mundo fue la de
libertador del fascismo. Pero hay que matizar su participación en la guerra.
Antes de unirse los aliados, la URSS y Alemania colaboraban bastante y en el
infame Pacto Molotov-Ribentrop acordaron secretamente repartirse Europa.  Derrotados los alemanes, los soviéticos no
destruyeron sus campos de concentración, 
siguieron usándolos para lo mismo: mantener presos a disidentes
políticos, a contrarrevolucionarios, y practicar torturas.

2. China y Rusia (URSS) son miembros permanentes del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde su creación. Eso sin duda les
ayudó a mantener un balance de poder y evitar que se aprobaran resoluciones
perjudiciales para los comunistas. Por ejemplo, la URSS evitó que se incluyera el
extermino de grupos políticos como delito de genocidio en la Convención del 48.

3. Alemanes de pura cepa no los hay en todos los
países; en cambio obreros, campesinos, proletarios, marginados existen en todo
el mundo, y son mayoría. El comunismo, en sus distintas formas, apela a ellos y
promete venganza por la mala fortuna que la historia les asignó.

4. Los divulgadores del comunismo fueron bastante
activos en el siglo XX. Penetraron en colegios y escuelas, en sindicatos, en
grupos intelectuales, en el arte y la cultura, tanto que sus efectos son
palpables al día de hoy.

5. En el siglo XX los medios de comunicación no
vigilaban todo el mundo como hoy lo hacen. Eso les permitió mantener en secreto
la infinidad de atrocidades que cometieron.

Pese a que todavía hay brotes del socialismo radical
(Venezuela), creo que es una doctrina destinada a morir, pero sólo el tiempo le
dará la puñalada final. Así que paciencia.