Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Alto a los grupos que siembran terror

Redacción
21 de mayo, 2014

Hace unos días, Guatemala volvió a ser el centro de una noticia negativa. Un grupo de delincuentes, bien armados, atacaron las instalaciones de una hidroeléctrica, destruyeron la maquinaria e hirieron a dos trabajadores, que no hacían más que cumplir con su trabajo y llevar sustento a sus familias. 

No necesitamos, en realidad, la habilidad de Sherlock Holmes para saber de dónde pudo haber provenido el ataque, sobre todo si tomamos en cuenta que Guatemala no es un país tan grande e intrincado como para que las fuerzas de seguridad no tengan sospechas de los responsables, materiales e intelectuales. 
Irrita, desde luego, saber que este tipo de delincuentes hayan actuado con tanta libertad e incluso que a su paso haya encontrado a varios policías en una autopatrulla, supuestamente con problemas mecánicos, y que los haya desarmado. E intriga, porque de no caer sobre ellos el peso de la ley, seguramente volverán a sus andadas, y quizá con peores consecuencias. 
Indigna, además, las condiciones políticas que lo provocan, porque antes nuestros ojos se siguen fortaleciendo estos grupos de delincuentes que siguen recibiendo financiamiento de oenegés internacionales y de grupos nacionales con intereses no confesados. Preocupa, asimismo, que quienes abiertamente apoyan estos hechos delictivos aparezcan en los medios de comunicación lavándose las manos y evadiendo responsabilidades. 
Me resisto a creer que tengan que ocurrir cosas más espectaculares para que las autoridades se dispongan a hacer algo, como me resulta inverosímil que los responsables sigan recibiendo apoyo de diversa naturaleza y que sus “ingenuos” financistas no se percaten del daño que le están ocasionando a un país que trata de salir adelante. 
En lo que sí creo es que somos más los buenos guatemaltecos. En que debemos apoyar a las empresas que corren riesgos e invierten en zonas rurales que necesitan de proyectos productivos. Todos debemos pronunciarnos y exigir que se ponga un alto a los grupos que viven de la zozobra, del enfrentamiento y de la pobreza de nuestros hermanos guatemaltecos. 
Es urgente que prevalezca el imperio de la Ley, y que los buenos guatemaltecos, como los de San Mateo Ixtatán, no se sientan avasallados ni intimidados por personas que se han especializado en la intimidación y la amenaza, como mecanismo para alcanzar sus fines. Esta banda delictiva seguirá exhibiendo su capacidad destructiva y criminal, mientras las instituciones responsables de hacer prevalecer el respeto al Estado de Derecho no les pongan un alto definitivo. 
Es urgente tomar cartas en el asunto, porque esta banda delictiva seguirá aprovechando los constantes fallos en la seguridad ciudadana y seguirá siendo protegida y aupada por quienes tienen el deshonroso papel de protegerla y financiarla.

Alto a los grupos que siembran terror

Redacción
21 de mayo, 2014

Hace unos días, Guatemala volvió a ser el centro de una noticia negativa. Un grupo de delincuentes, bien armados, atacaron las instalaciones de una hidroeléctrica, destruyeron la maquinaria e hirieron a dos trabajadores, que no hacían más que cumplir con su trabajo y llevar sustento a sus familias. 

No necesitamos, en realidad, la habilidad de Sherlock Holmes para saber de dónde pudo haber provenido el ataque, sobre todo si tomamos en cuenta que Guatemala no es un país tan grande e intrincado como para que las fuerzas de seguridad no tengan sospechas de los responsables, materiales e intelectuales. 
Irrita, desde luego, saber que este tipo de delincuentes hayan actuado con tanta libertad e incluso que a su paso haya encontrado a varios policías en una autopatrulla, supuestamente con problemas mecánicos, y que los haya desarmado. E intriga, porque de no caer sobre ellos el peso de la ley, seguramente volverán a sus andadas, y quizá con peores consecuencias. 
Indigna, además, las condiciones políticas que lo provocan, porque antes nuestros ojos se siguen fortaleciendo estos grupos de delincuentes que siguen recibiendo financiamiento de oenegés internacionales y de grupos nacionales con intereses no confesados. Preocupa, asimismo, que quienes abiertamente apoyan estos hechos delictivos aparezcan en los medios de comunicación lavándose las manos y evadiendo responsabilidades. 
Me resisto a creer que tengan que ocurrir cosas más espectaculares para que las autoridades se dispongan a hacer algo, como me resulta inverosímil que los responsables sigan recibiendo apoyo de diversa naturaleza y que sus “ingenuos” financistas no se percaten del daño que le están ocasionando a un país que trata de salir adelante. 
En lo que sí creo es que somos más los buenos guatemaltecos. En que debemos apoyar a las empresas que corren riesgos e invierten en zonas rurales que necesitan de proyectos productivos. Todos debemos pronunciarnos y exigir que se ponga un alto a los grupos que viven de la zozobra, del enfrentamiento y de la pobreza de nuestros hermanos guatemaltecos. 
Es urgente que prevalezca el imperio de la Ley, y que los buenos guatemaltecos, como los de San Mateo Ixtatán, no se sientan avasallados ni intimidados por personas que se han especializado en la intimidación y la amenaza, como mecanismo para alcanzar sus fines. Esta banda delictiva seguirá exhibiendo su capacidad destructiva y criminal, mientras las instituciones responsables de hacer prevalecer el respeto al Estado de Derecho no les pongan un alto definitivo. 
Es urgente tomar cartas en el asunto, porque esta banda delictiva seguirá aprovechando los constantes fallos en la seguridad ciudadana y seguirá siendo protegida y aupada por quienes tienen el deshonroso papel de protegerla y financiarla.