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¿Qué busca Manuel Zelaya en Honduras?

Redacción
30 de mayo, 2014

Manuel Zelaya se ha convertido en el fenómeno más disruptivo del panorama político hondureño. Su estrategia ha sido muy clara desde 2009: acabar con el sistema político del país centroamericano a través de acciones que sumergen a Honduras en repetidas crisis institucionales.

P

Por encima de todo, se trata para Zelaya de una estrategia de supervivencia. Desde que fue derrocado en 2009 ha logrado convertirse en una referencia política en Honduras como principal opositor a Roberto Micheletti (2009-2010), como articulador de una alternativa a Porfirio Lobo (2010-2014) y como mentor de la principal fuerza opositora (Libre) encabezada para las elecciones presidenciales de 2013 por su propia esposa, Xiomara Castro. 
El bagaje de intentos desestabilizadores y antisistémicos de Zelaya se remonta a antes de su caída en 2009. No hay que olvidar que su gran proyecto político fue desde 2008 reformar la constitución a través de una consulta no contemplada en la carta magna y por lo tanto ilegal. 
Llevó su iniciativa hasta las últimas consecuencias no escuchando las voces de las instituciones que señalaban la inconstitucionalidad de la medida. Su frase “la consulta va y nadie la detiene” mostraba con claridad su desprecio hacia la institucionalidad vigente (el Tribunal Constitucional había dejado claro que no era posible desarrollar la consulta). Tensionó tanto al sistema que provocó que se desencadenará el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. 
Aquellos sucesos han marcado el devenir político de Zelaya que permanece en la política con el objetivo de reivindicarse a sí mismo, a su obra y su proyecto de enterrar al sistema que rige en Honduras desde 1982. Todo su accionar político desde 2009 ha marchado por esa senda, poner a las diferentes autoridades al borde de la crisis institucional para erosionarlas y debilitarlas a fin de que el poder caiga en su regazo como una fruta madura. 
De hecho, volvió a repetir ese esquema, tensionar al sistema para desencadenar una crisis institucional, cuando no reconoció los resultados de las elecciones presidenciales de 2013 en las que el actual presidente Juan Orlando Hernández superó por 8 puntos a Xiomara Castro, esposa de Zelaya y candidata de Libre.
El zelayismo no reconoció los resultados aunque tuvo que inclinarse ante la realidad. La señalada por la OEA cuya Misión de Observadores de la OEA ofreció un informe de las elecciones en el que señalaron que “en el 95 por ciento de las mesas observadas hubo presencia de todos los partidos. Consideramos que el proceso electoral fue transparente. Los escrutinios se han realizado de forma transparente y consideramos los resultados confiables”. 
Pero el zelayismo en 2014 ha seguido forzando al sistema para provocar su colapso. Los sucesos en el Congreso Nacional cuando partidarios de Zelaya tomaron por la fuerza un sector de la sede parlamentaria en Tegucigalpa son otro nuevo ejemplo del camino emprendido por el expresidente. Y la reacción del gobierno de Juan Orlando Hernández le ha servido para justificar su estrategia de resistencia ante un poder “tiránico”: “Hay una dictadura en el Congreso Nacional, porque no quieren que metamos proyectos en favor del pueblo hondureño. No nos están dando la palabra”. Un rival político de Zelaya, el expresidente Micheletti quizá acierta cuando apunta que “hay todavía odio que no lo pueden diluir, hay una frustración de no poder llegar al poder a través de las urnas por lo que tienen que llegar hasta esos extremos”. 
 Hechos como este unifican a su heterogéneo movimiento (Libre está formado por disidentes del Partido Liberal y por izquierdistas), otorga a su seguidores una mística y refuerza su liderazgo. Por lo tanto, es de suponer que esa va a seguir siendo, en los próximos meses, la estrategia de Mel Zelaya para regresar al poder cuya sombra, de una manera u otra, continuará planeando sobre la realidad hondureña.

¿Qué busca Manuel Zelaya en Honduras?

Redacción
30 de mayo, 2014

Manuel Zelaya se ha convertido en el fenómeno más disruptivo del panorama político hondureño. Su estrategia ha sido muy clara desde 2009: acabar con el sistema político del país centroamericano a través de acciones que sumergen a Honduras en repetidas crisis institucionales.

P

Por encima de todo, se trata para Zelaya de una estrategia de supervivencia. Desde que fue derrocado en 2009 ha logrado convertirse en una referencia política en Honduras como principal opositor a Roberto Micheletti (2009-2010), como articulador de una alternativa a Porfirio Lobo (2010-2014) y como mentor de la principal fuerza opositora (Libre) encabezada para las elecciones presidenciales de 2013 por su propia esposa, Xiomara Castro. 
El bagaje de intentos desestabilizadores y antisistémicos de Zelaya se remonta a antes de su caída en 2009. No hay que olvidar que su gran proyecto político fue desde 2008 reformar la constitución a través de una consulta no contemplada en la carta magna y por lo tanto ilegal. 
Llevó su iniciativa hasta las últimas consecuencias no escuchando las voces de las instituciones que señalaban la inconstitucionalidad de la medida. Su frase “la consulta va y nadie la detiene” mostraba con claridad su desprecio hacia la institucionalidad vigente (el Tribunal Constitucional había dejado claro que no era posible desarrollar la consulta). Tensionó tanto al sistema que provocó que se desencadenará el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. 
Aquellos sucesos han marcado el devenir político de Zelaya que permanece en la política con el objetivo de reivindicarse a sí mismo, a su obra y su proyecto de enterrar al sistema que rige en Honduras desde 1982. Todo su accionar político desde 2009 ha marchado por esa senda, poner a las diferentes autoridades al borde de la crisis institucional para erosionarlas y debilitarlas a fin de que el poder caiga en su regazo como una fruta madura. 
De hecho, volvió a repetir ese esquema, tensionar al sistema para desencadenar una crisis institucional, cuando no reconoció los resultados de las elecciones presidenciales de 2013 en las que el actual presidente Juan Orlando Hernández superó por 8 puntos a Xiomara Castro, esposa de Zelaya y candidata de Libre.
El zelayismo no reconoció los resultados aunque tuvo que inclinarse ante la realidad. La señalada por la OEA cuya Misión de Observadores de la OEA ofreció un informe de las elecciones en el que señalaron que “en el 95 por ciento de las mesas observadas hubo presencia de todos los partidos. Consideramos que el proceso electoral fue transparente. Los escrutinios se han realizado de forma transparente y consideramos los resultados confiables”. 
Pero el zelayismo en 2014 ha seguido forzando al sistema para provocar su colapso. Los sucesos en el Congreso Nacional cuando partidarios de Zelaya tomaron por la fuerza un sector de la sede parlamentaria en Tegucigalpa son otro nuevo ejemplo del camino emprendido por el expresidente. Y la reacción del gobierno de Juan Orlando Hernández le ha servido para justificar su estrategia de resistencia ante un poder “tiránico”: “Hay una dictadura en el Congreso Nacional, porque no quieren que metamos proyectos en favor del pueblo hondureño. No nos están dando la palabra”. Un rival político de Zelaya, el expresidente Micheletti quizá acierta cuando apunta que “hay todavía odio que no lo pueden diluir, hay una frustración de no poder llegar al poder a través de las urnas por lo que tienen que llegar hasta esos extremos”. 
 Hechos como este unifican a su heterogéneo movimiento (Libre está formado por disidentes del Partido Liberal y por izquierdistas), otorga a su seguidores una mística y refuerza su liderazgo. Por lo tanto, es de suponer que esa va a seguir siendo, en los próximos meses, la estrategia de Mel Zelaya para regresar al poder cuya sombra, de una manera u otra, continuará planeando sobre la realidad hondureña.