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Objetivismo sobre la validez de los sentidos

Redacción
10 de junio, 2014

La proposición: “La apreciación proporcionada por los sentidos, el medio para percibir aquello que existe, es necesariamente legitima”, es un axioma. 

Quien la niega debe aceptar su percepción como legitima en el proceso de querer deslegitimarla. Ante la afirmación de que “los sentidos nos engañan” la pregunta pertinente es: “¿Cómo se sabe que en efecto es así?” Si la respuesta es: “porque se puede ver o sentir que así es”, entonces se afirma la legitimidad de la percepción sensorial, la misma que se quiere negar. 
La realidad es la totalidad de cosas fácticas interconectadas, que son lo que son y cuyo ser no está sujeto a voluntad alguna, incluyendo al hombre y a su forma de percibir. Y por lo tanto lo que percibe el sujeto no puede desligarse del objeto que se percibe. Y la percepción es también cosa fáctica y por tanto su ser no está sujeto a voluntad alguna. La percepción es el resultado final automático de una cadena causal de interacción entre el objeto perceptible y el organismo que percibe. La percepción no es ni representación, ni reproducción de la realidad exterior. La percepción no es creación en un mundo interno de un duplicado del mundo externo. De hecho la afirmación de que existe un mundo interno similar o distinto de un mundo externo no tiene sentido; no describe ningún estado de cosas demostrable o evidente. La percepción es la forma en que se capta lo que existe por medio de los órganos receptores. 
Nuestras percepciones son producto de los objetos de la realidad y de nuestros órganos de percepción, los cuales también son objetos de la realidad. Percibimos la realidad en forma de color, olor, sabor, sonido, textura, calor, frio, dolor o placer, por medio de nuestros receptores sensoriales: fotorreceptores para la luz; cromorreceptores para el color; quimiorreceptores para el olor y el sabor; mecano receptores para sonido y cualidades táctiles; termo receptores para el calor y/o frio; nocivo receptores para el dolor y/o placer. Nuestra experiencia sensorial es la forma de percatarse de que algo existe, producto de la interacción de entidades físicas: los estímulos, y de instrumentos físicos: los receptores sensoriales. La reacción del sistema sensorial es automática y necesaria pues es un eslabón de una cadena causalmente determinada. Los sentidos no pueden interpretar o censurar su reacción. No identifican el objeto del estímulo, solamente reaccionan a él. El final de la cadena de la interconexión entre el objeto perceptible y el organismo que percibe es en el cerebro y es lo que llamamos percepción. La percepción es la integración, también automática y necesaria, de un grupo de sensaciones, por el cerebro, que nos hace percatarnos de entidades, de cosas fácticas y no solo de estímulos. 
Al desaparecer el sujeto capaz de percibir desaparece la percepción. También es cierto que la aniquilación del que percibe no implica la desaparición de lo perceptible. Es un error suponer que las cualidades de la forma de la percepción, como color, calor, frio, dulzor, amargo y por el estilo, permanecen al desaparecer quien percibe. El color, calor, frio, dulce, amago, etc. son la forma en que percibimos la realidad. Son producto de la interacción entre objeto perceptible y organismo que percibe; no existen aparte del objeto perceptible interactuando con el organismo que percibe. 
Por ejemplo, el rojo del automóvil que uno percibe, no está en el auto separadamente del hombre que lo percibe, ni está en la mente del hombre que lo percibe separadamente del auto. El rojo es la forma en que el hombre percibe la manera en que el auto reacciona a la luz. El auto por la naturaleza de su capa de pintura, absorbe longitudes de onda de luz de 390 a 640 milimicrones y refleja longitudes de onda de luz de 650 a 800 milimicrones que uno capta por medio de los cromorreceptores y percibe en forma de rojo. Y lo que esto significa es que el auto es una entidad de naturaleza específica, que reacciona a la luz de determinada manera y que cuando interactúa con mis sentidos lo percibo rojo. Y esa es la verdad, eso es lo que es, esa es la realidad. Si una persona que sufre de acromatopsia ve el auto, lo percibe como gris. Y eso significa que el auto es una entidad de naturaleza específica, que reacciona a la luz de determinada manera y que cuando interactúa con los sentidos del daltónico lo percibe gris. Y esa también es la verdad, eso es lo que es, esa es la realidad. Ambos percibimos lo que es, en una forma específica de acuerdo a nuestras naturalezas específicas. Como la realidad es la totalidad de cosas fácticas interconectadas, la percepción no excluye al objeto perceptible ni al organismo que percibe. Los datos que aporta la percepción son del objeto como se percibe y del organismo como percibe, y esa es la realidad sin exclusión alguna. 
Todo el proceso hasta aquí descrito es automático y necesario. Por otro lado, la identificación de lo que uno percibe es un proceso de pensamiento voluntario, y como tal, no es necesario sino que contingente y por lo mismo no es infalible sino que falible. Varios ejemplos hay de quienes afirman que los sentidos nos engañan, producto de errores de identificación. 
Un ejemplo es el que dice que cuando alguien introduce un lápiz en un vaso de agua y afirma que la vista nos engaña porque el lápiz se ve quebrado y sabemos que no es así. En este caso la evidencia no se ha interpretado bien. Lo que vemos es que la luz no solo rebota en las superficies sino que las penetra y a veces a una velocidad menor y cambiando de dirección. Esta desviación, cuyo nombre técnico es refracción ocurre en el punto donde la luz pasa de un medio a otro de distinta densidad. En el aire, la luz avanza a 300000 kilómetros por segundo; pero en el agua, que es más densa que el aire, su velocidad disminuye en cerca de un cuarto. Esto no lo habríamos descubierto si los sentidos nos engañaran. De hecho la evidencia que nos proporcionan los sentidos es lo que nos permite conocer este hecho de la realidad. 
Otro ejemplo es el que dice que una persona pone la mano derecha en un balde A de agua caliente y la izquierda en un balde B con hielo por un minuto; y en seguida mete ambas manos en un balde C de agua templada; y en la mano derecha siente el agua del balde fría, y en la mano izquierda siente el agua caliente; y como el agua del balde C no puede ser caliente y fría al mismo tiempo, entonces concluyen, que los sentidos nos engañan. ¿Qué es lo que realmente nos informan los sentidos? Los sentidos no discriminan ni eligen que informar. No nos excluyen de la experiencia. En este caso, lo que percibimos es la temperatura del agua del balde C en relación a la temperatura de cada una de las manos. De hecho eso es lo que quiere decir frio o caliente. Ambos conceptos solo tienen significado en relación a nuestra temperatura corporal. Lo que percibimos en la mano derecha es que el agua del balde C en relación a la temperatura de dicha mano es fría; lo que percibimos en la mano izquierda es que el agua del balde C en relación a la temperatura de esta mano es caliente. Y eso es verdad, eso es lo que es. 
La percepción es de toda la realidad, sin exclusión alguna. Nunca percibimos solo una cosa; siempre percibimos la cosa y su relación entre cosas y nosotros mismos.

Objetivismo sobre la validez de los sentidos

Redacción
10 de junio, 2014

La proposición: “La apreciación proporcionada por los sentidos, el medio para percibir aquello que existe, es necesariamente legitima”, es un axioma. 

Quien la niega debe aceptar su percepción como legitima en el proceso de querer deslegitimarla. Ante la afirmación de que “los sentidos nos engañan” la pregunta pertinente es: “¿Cómo se sabe que en efecto es así?” Si la respuesta es: “porque se puede ver o sentir que así es”, entonces se afirma la legitimidad de la percepción sensorial, la misma que se quiere negar. 
La realidad es la totalidad de cosas fácticas interconectadas, que son lo que son y cuyo ser no está sujeto a voluntad alguna, incluyendo al hombre y a su forma de percibir. Y por lo tanto lo que percibe el sujeto no puede desligarse del objeto que se percibe. Y la percepción es también cosa fáctica y por tanto su ser no está sujeto a voluntad alguna. La percepción es el resultado final automático de una cadena causal de interacción entre el objeto perceptible y el organismo que percibe. La percepción no es ni representación, ni reproducción de la realidad exterior. La percepción no es creación en un mundo interno de un duplicado del mundo externo. De hecho la afirmación de que existe un mundo interno similar o distinto de un mundo externo no tiene sentido; no describe ningún estado de cosas demostrable o evidente. La percepción es la forma en que se capta lo que existe por medio de los órganos receptores. 
Nuestras percepciones son producto de los objetos de la realidad y de nuestros órganos de percepción, los cuales también son objetos de la realidad. Percibimos la realidad en forma de color, olor, sabor, sonido, textura, calor, frio, dolor o placer, por medio de nuestros receptores sensoriales: fotorreceptores para la luz; cromorreceptores para el color; quimiorreceptores para el olor y el sabor; mecano receptores para sonido y cualidades táctiles; termo receptores para el calor y/o frio; nocivo receptores para el dolor y/o placer. Nuestra experiencia sensorial es la forma de percatarse de que algo existe, producto de la interacción de entidades físicas: los estímulos, y de instrumentos físicos: los receptores sensoriales. La reacción del sistema sensorial es automática y necesaria pues es un eslabón de una cadena causalmente determinada. Los sentidos no pueden interpretar o censurar su reacción. No identifican el objeto del estímulo, solamente reaccionan a él. El final de la cadena de la interconexión entre el objeto perceptible y el organismo que percibe es en el cerebro y es lo que llamamos percepción. La percepción es la integración, también automática y necesaria, de un grupo de sensaciones, por el cerebro, que nos hace percatarnos de entidades, de cosas fácticas y no solo de estímulos. 
Al desaparecer el sujeto capaz de percibir desaparece la percepción. También es cierto que la aniquilación del que percibe no implica la desaparición de lo perceptible. Es un error suponer que las cualidades de la forma de la percepción, como color, calor, frio, dulzor, amargo y por el estilo, permanecen al desaparecer quien percibe. El color, calor, frio, dulce, amago, etc. son la forma en que percibimos la realidad. Son producto de la interacción entre objeto perceptible y organismo que percibe; no existen aparte del objeto perceptible interactuando con el organismo que percibe. 
Por ejemplo, el rojo del automóvil que uno percibe, no está en el auto separadamente del hombre que lo percibe, ni está en la mente del hombre que lo percibe separadamente del auto. El rojo es la forma en que el hombre percibe la manera en que el auto reacciona a la luz. El auto por la naturaleza de su capa de pintura, absorbe longitudes de onda de luz de 390 a 640 milimicrones y refleja longitudes de onda de luz de 650 a 800 milimicrones que uno capta por medio de los cromorreceptores y percibe en forma de rojo. Y lo que esto significa es que el auto es una entidad de naturaleza específica, que reacciona a la luz de determinada manera y que cuando interactúa con mis sentidos lo percibo rojo. Y esa es la verdad, eso es lo que es, esa es la realidad. Si una persona que sufre de acromatopsia ve el auto, lo percibe como gris. Y eso significa que el auto es una entidad de naturaleza específica, que reacciona a la luz de determinada manera y que cuando interactúa con los sentidos del daltónico lo percibe gris. Y esa también es la verdad, eso es lo que es, esa es la realidad. Ambos percibimos lo que es, en una forma específica de acuerdo a nuestras naturalezas específicas. Como la realidad es la totalidad de cosas fácticas interconectadas, la percepción no excluye al objeto perceptible ni al organismo que percibe. Los datos que aporta la percepción son del objeto como se percibe y del organismo como percibe, y esa es la realidad sin exclusión alguna. 
Todo el proceso hasta aquí descrito es automático y necesario. Por otro lado, la identificación de lo que uno percibe es un proceso de pensamiento voluntario, y como tal, no es necesario sino que contingente y por lo mismo no es infalible sino que falible. Varios ejemplos hay de quienes afirman que los sentidos nos engañan, producto de errores de identificación. 
Un ejemplo es el que dice que cuando alguien introduce un lápiz en un vaso de agua y afirma que la vista nos engaña porque el lápiz se ve quebrado y sabemos que no es así. En este caso la evidencia no se ha interpretado bien. Lo que vemos es que la luz no solo rebota en las superficies sino que las penetra y a veces a una velocidad menor y cambiando de dirección. Esta desviación, cuyo nombre técnico es refracción ocurre en el punto donde la luz pasa de un medio a otro de distinta densidad. En el aire, la luz avanza a 300000 kilómetros por segundo; pero en el agua, que es más densa que el aire, su velocidad disminuye en cerca de un cuarto. Esto no lo habríamos descubierto si los sentidos nos engañaran. De hecho la evidencia que nos proporcionan los sentidos es lo que nos permite conocer este hecho de la realidad. 
Otro ejemplo es el que dice que una persona pone la mano derecha en un balde A de agua caliente y la izquierda en un balde B con hielo por un minuto; y en seguida mete ambas manos en un balde C de agua templada; y en la mano derecha siente el agua del balde fría, y en la mano izquierda siente el agua caliente; y como el agua del balde C no puede ser caliente y fría al mismo tiempo, entonces concluyen, que los sentidos nos engañan. ¿Qué es lo que realmente nos informan los sentidos? Los sentidos no discriminan ni eligen que informar. No nos excluyen de la experiencia. En este caso, lo que percibimos es la temperatura del agua del balde C en relación a la temperatura de cada una de las manos. De hecho eso es lo que quiere decir frio o caliente. Ambos conceptos solo tienen significado en relación a nuestra temperatura corporal. Lo que percibimos en la mano derecha es que el agua del balde C en relación a la temperatura de dicha mano es fría; lo que percibimos en la mano izquierda es que el agua del balde C en relación a la temperatura de esta mano es caliente. Y eso es verdad, eso es lo que es. 
La percepción es de toda la realidad, sin exclusión alguna. Nunca percibimos solo una cosa; siempre percibimos la cosa y su relación entre cosas y nosotros mismos.