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¿Para qué una ley de competencia o antimonopolio?

Redacción
19 de junio, 2014

Existe en los gobiernos de todas partes del mundo una fastidiosa tendencia a querer regular y controlar todo. Se cree en las fallas del mercado cuando en realidad lo que existen son fallas del Estado. El mercado nunca ha sido perfecto pero creer que se puede hacer perfectible a base de regulaciones y controles implica un desconocimiento completo del mismo y una gran arrogancia. 

A pesar que existe una la ley contra los monopolios (artículo 130 de la Constitución de la República de Guatemala), el Estado es el principal causante de los mismos. Nadie puede emitir moneda más que el Banco Central. ¿Dónde está la competencia de dinero? Nadie puede poner un aeropuerto o puerto privado, sólo se han permitido concesiones administradas por empresas privadas. ¿Dónde está la competencia? ¿Y qué de los cielos abiertos? 
En cuanto a carreteras privadas, alguien tuvo un proyecto de hacer una y se le frena con miles de permisos y condiciones. Para crear un colegio existe un calvario de regulaciones y controles que aumentan los costos e impiden una verdadera competencia. No hablemos del transporte urbano donde hay concesiones monopolísticas de rutas, subsidios y se fijan las tarifas. Cada vez que se otorga un permiso para importar algún producto al país o existe algún arancel el gobierno está restringiendo la competencia encareciendo así estos productos. 
En Guatemala no tenemos una Ley de Competencia o Antimonopolio y eso es bueno. Se han hecho varios intentos. En el 2002, la comisión de economía del Congreso de la República empujó fuertemente un proyecto de ley. No pasó a más. En el 2012 se volvió a reactivar y aún hoy en día se sigue discutiendo sobre la necesidad de una ley de esta naturaleza. Espero que se engavete de una vez por todas ya que una ley así aumentaría la discrecionalidad de los funcionarios, la corrupción y frenaría precisamente lo que se pretende fomentar, más competencia que permita a los usuarios escoger entre una mayor variedad de productos y servicios de diferentes calidades y precios. 
El grave error de quienes piensan en la necesidad de una ley así viene de la definición que la teoría neoclásica considera acerca del monopolio y del mercado competitivo. Para ellos un monopolio es una sola empresa y un mercado competitivo significa que existan varias empresas. ¿Pero si de cantidad se tratara estaríamos mejor con varias cementeras más pequeñas que una más grande y eficiente, por ejemplo? No, no se trata del número de empresas lo que define al monopolio, se trata de que exista apertura de mercado en todo sentido, que cualquiera pueda importar cualquier producto sin mayor restricción, ni aranceles, ni permisos y que cualquiera pueda emprender un nuevo negocio fácilmente. 
Eliminar las barreras de entrada, tanto en importación como a la hora de formar nuevas empresas es lo único que permitirá que exista una mayor competencia. En el caso del cemento, por ejemplo, por la estructura de costos y la naturaleza del producto, las empresas más pequeñas producirían cemento a costos mayores que las plantas más grandes. Las eficiencias de escala son importantes para poder lograr reducir los costos de producción. 
Al existir libertad de entrada de cualquier producto importado o de formar una nueva empresa se está creando automáticamente una competencia que es de las más temible para los fabricantes que ya existen en el mercado. Se trata de la competencia potencial, la que aún no existe pero puede aparecer en cualquier momento. 
Las fallas son del Estado, no del mercado. El mercado libre tiende a la competencia, no al monopolio. Una ley de competencia no fomentará la competencia ni evitará los monopolios. La eliminación de las barreras de entrada sí.

¿Para qué una ley de competencia o antimonopolio?

Redacción
19 de junio, 2014

Existe en los gobiernos de todas partes del mundo una fastidiosa tendencia a querer regular y controlar todo. Se cree en las fallas del mercado cuando en realidad lo que existen son fallas del Estado. El mercado nunca ha sido perfecto pero creer que se puede hacer perfectible a base de regulaciones y controles implica un desconocimiento completo del mismo y una gran arrogancia. 

A pesar que existe una la ley contra los monopolios (artículo 130 de la Constitución de la República de Guatemala), el Estado es el principal causante de los mismos. Nadie puede emitir moneda más que el Banco Central. ¿Dónde está la competencia de dinero? Nadie puede poner un aeropuerto o puerto privado, sólo se han permitido concesiones administradas por empresas privadas. ¿Dónde está la competencia? ¿Y qué de los cielos abiertos? 
En cuanto a carreteras privadas, alguien tuvo un proyecto de hacer una y se le frena con miles de permisos y condiciones. Para crear un colegio existe un calvario de regulaciones y controles que aumentan los costos e impiden una verdadera competencia. No hablemos del transporte urbano donde hay concesiones monopolísticas de rutas, subsidios y se fijan las tarifas. Cada vez que se otorga un permiso para importar algún producto al país o existe algún arancel el gobierno está restringiendo la competencia encareciendo así estos productos. 
En Guatemala no tenemos una Ley de Competencia o Antimonopolio y eso es bueno. Se han hecho varios intentos. En el 2002, la comisión de economía del Congreso de la República empujó fuertemente un proyecto de ley. No pasó a más. En el 2012 se volvió a reactivar y aún hoy en día se sigue discutiendo sobre la necesidad de una ley de esta naturaleza. Espero que se engavete de una vez por todas ya que una ley así aumentaría la discrecionalidad de los funcionarios, la corrupción y frenaría precisamente lo que se pretende fomentar, más competencia que permita a los usuarios escoger entre una mayor variedad de productos y servicios de diferentes calidades y precios. 
El grave error de quienes piensan en la necesidad de una ley así viene de la definición que la teoría neoclásica considera acerca del monopolio y del mercado competitivo. Para ellos un monopolio es una sola empresa y un mercado competitivo significa que existan varias empresas. ¿Pero si de cantidad se tratara estaríamos mejor con varias cementeras más pequeñas que una más grande y eficiente, por ejemplo? No, no se trata del número de empresas lo que define al monopolio, se trata de que exista apertura de mercado en todo sentido, que cualquiera pueda importar cualquier producto sin mayor restricción, ni aranceles, ni permisos y que cualquiera pueda emprender un nuevo negocio fácilmente. 
Eliminar las barreras de entrada, tanto en importación como a la hora de formar nuevas empresas es lo único que permitirá que exista una mayor competencia. En el caso del cemento, por ejemplo, por la estructura de costos y la naturaleza del producto, las empresas más pequeñas producirían cemento a costos mayores que las plantas más grandes. Las eficiencias de escala son importantes para poder lograr reducir los costos de producción. 
Al existir libertad de entrada de cualquier producto importado o de formar una nueva empresa se está creando automáticamente una competencia que es de las más temible para los fabricantes que ya existen en el mercado. Se trata de la competencia potencial, la que aún no existe pero puede aparecer en cualquier momento. 
Las fallas son del Estado, no del mercado. El mercado libre tiende a la competencia, no al monopolio. Una ley de competencia no fomentará la competencia ni evitará los monopolios. La eliminación de las barreras de entrada sí.