Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Hay que cambiar la política de seguridad

Redacción
25 de julio, 2014
Los índices anuales de homicidios en los últimos años ubican a la región latinoamericana como la más violenta del mundo, si bien es cierto que dentro de la misma hay subregiones, como Centroamérica, o países, como Venezuela, que presentan índices particularmente altos. A diferencia de países como Chile, Costa Rica o Uruguay que se ubican en el extremo contrario y que figuran entre los países menos violentos. 
Junto a estas dramáticas cifras, sin embargo también es posible leer buenas noticias, como el descenso de homicidios en algunos países. Honduras y Guatemala así han podido anunciarlo últimamente, como también lo difundió el Presidente de México a finales de 2013, o, en algún momento también lo han hecho saber las autoridades venezolanas o las salvadoreñas, en este caso, relacionado con la tregua de las pandillas. 
Ciertamente no son descensos espectaculares, pero en este momento, cuando la violencia criminal es el motivo de mayor preocupación para la ciudadanía en toda la región, para cualquier gobierno, de cualquier nivel de la administración, ya sea nacional o local, no hay nada que le pueda granjear más apoyos que noticias de este tipo. Y sin duda no deja de ser positivo, pero en absoluto se deben interpretar definitivo o el inicio del fin de la violencia criminal. Aunque ciertamente haya gobiernos que así lo plateen. 
Cada descenso de homicidios debe ser cumplidamente explicado, aunque no sea la costumbre gubernamental, ya que es trascendental saber si las políticas de seguridad aplicadas podrían significar el final de la tendencia ascendente de homicidios que, desde hace una década, tiene lugar en el área. En otras palabras, es trascendental saber cuál ha sido el motivo que hace posible una disminución de homicidios, con el afán de buscar soluciones definitivas y descartar aquellas que sólo proporcionan resultados coyunturales y que además exigen un extraordinario esfuerzo de recursos económicos y humanos. 
Lamentablemente la amplia difusión que suelen tener estos datos, por su gran aceptación popular, pueden inducir a equívocos. Siempre es tranquilizador saber que hay menos homicidios, sin embargo esto no significa necesariamente que se inaugure el inicio de una nueva etapa sin violencia, ni tampoco que la tendencia nuevamente se revierta de nuevo, en sentido ascendente, como ya ha ocurrido. Mientras sigan predominando en la región, como hasta el momento, políticas de carácter punitivo, basadas fundamentalmente en aumentar la presencia en las calles de las fuerzas de seguridad y en aumentar el número de operativos contra posibles criminales, los resultados sólo pueden ser temporales. De hecho bajo este planteamiento, no hay posibilidad alguna, de lograr resultados sostenibles. 
Estas políticas sólo tienen un alcance meramente paliativo y sus resultados sólo duran el tiempo que permanecen las fuerzas de seguridad, ya sea policía o policía y fuerzas armadas. En realidad estas fuerzas de seguridad están trabajando bajo directrices que se toman “a ciegas”. Generalmente no hay un conocimiento previo de la realidad basado en la recopilación de datos, tanto cuantitativos, como cualitativos, en su procesamiento sistemático y en su análisis. Como consecuencia se desconocen los problemas que se han de resolver. Considerando además que para muchos de ellos es inútil aplicar el uso de la fuerza, para resolverlos, ya que son de carácter social. 
No se trata de afirmar que sea posible prescindir de la represión y de las fuerzas de seguridad, pero para ello también es preciso introducir ciertos cambios en éstas. De hecho su labor ha de estar más orientada a la prevención y no la represión y sin duda dichas fuerzas también precisan de información. Deben saber cómo es la delincuencia que han de perseguir, cómo se organiza, se desarrolla, se implanta para poder desarticularla. Parece más que demostrado que las redadas y las detenciones masivas no son la forma de lograrlo. Si bien para operar de manera más eficiente se requiere de mayor nivel de especialización profesional y sin duda una intensa labor de investigación criminal. 
Esto sólo es una pequeña parte de los aspectos que se requieren para diseñar políticas de seguridad efectivas, aunque en muchos países sigue siendo un reto pendiente, pese a los esfuerzos realizados. Es imprescindible asumir una manera diferente de abordar la seguridad y de diseñar políticas de seguridad. Mientras tanto el descenso de homicidios siempre será una buena noticia, pero no necesariamente un indicador indique el final de la violencia. 
Esta meta sólo es posible a través de la realización de cambios fundamentales en la formulación de las políticas de seguridad que a su vez favorezcan transformaciones de naturaleza estructural. 
Publicado en Infolatam: http://www.infolatam.com/2014/07/23/babajan-homicidios-peo-falta-politica-de-seguridad7

Hay que cambiar la política de seguridad

Redacción
25 de julio, 2014
Los índices anuales de homicidios en los últimos años ubican a la región latinoamericana como la más violenta del mundo, si bien es cierto que dentro de la misma hay subregiones, como Centroamérica, o países, como Venezuela, que presentan índices particularmente altos. A diferencia de países como Chile, Costa Rica o Uruguay que se ubican en el extremo contrario y que figuran entre los países menos violentos. 
Junto a estas dramáticas cifras, sin embargo también es posible leer buenas noticias, como el descenso de homicidios en algunos países. Honduras y Guatemala así han podido anunciarlo últimamente, como también lo difundió el Presidente de México a finales de 2013, o, en algún momento también lo han hecho saber las autoridades venezolanas o las salvadoreñas, en este caso, relacionado con la tregua de las pandillas. 
Ciertamente no son descensos espectaculares, pero en este momento, cuando la violencia criminal es el motivo de mayor preocupación para la ciudadanía en toda la región, para cualquier gobierno, de cualquier nivel de la administración, ya sea nacional o local, no hay nada que le pueda granjear más apoyos que noticias de este tipo. Y sin duda no deja de ser positivo, pero en absoluto se deben interpretar definitivo o el inicio del fin de la violencia criminal. Aunque ciertamente haya gobiernos que así lo plateen. 
Cada descenso de homicidios debe ser cumplidamente explicado, aunque no sea la costumbre gubernamental, ya que es trascendental saber si las políticas de seguridad aplicadas podrían significar el final de la tendencia ascendente de homicidios que, desde hace una década, tiene lugar en el área. En otras palabras, es trascendental saber cuál ha sido el motivo que hace posible una disminución de homicidios, con el afán de buscar soluciones definitivas y descartar aquellas que sólo proporcionan resultados coyunturales y que además exigen un extraordinario esfuerzo de recursos económicos y humanos. 
Lamentablemente la amplia difusión que suelen tener estos datos, por su gran aceptación popular, pueden inducir a equívocos. Siempre es tranquilizador saber que hay menos homicidios, sin embargo esto no significa necesariamente que se inaugure el inicio de una nueva etapa sin violencia, ni tampoco que la tendencia nuevamente se revierta de nuevo, en sentido ascendente, como ya ha ocurrido. Mientras sigan predominando en la región, como hasta el momento, políticas de carácter punitivo, basadas fundamentalmente en aumentar la presencia en las calles de las fuerzas de seguridad y en aumentar el número de operativos contra posibles criminales, los resultados sólo pueden ser temporales. De hecho bajo este planteamiento, no hay posibilidad alguna, de lograr resultados sostenibles. 
Estas políticas sólo tienen un alcance meramente paliativo y sus resultados sólo duran el tiempo que permanecen las fuerzas de seguridad, ya sea policía o policía y fuerzas armadas. En realidad estas fuerzas de seguridad están trabajando bajo directrices que se toman “a ciegas”. Generalmente no hay un conocimiento previo de la realidad basado en la recopilación de datos, tanto cuantitativos, como cualitativos, en su procesamiento sistemático y en su análisis. Como consecuencia se desconocen los problemas que se han de resolver. Considerando además que para muchos de ellos es inútil aplicar el uso de la fuerza, para resolverlos, ya que son de carácter social. 
No se trata de afirmar que sea posible prescindir de la represión y de las fuerzas de seguridad, pero para ello también es preciso introducir ciertos cambios en éstas. De hecho su labor ha de estar más orientada a la prevención y no la represión y sin duda dichas fuerzas también precisan de información. Deben saber cómo es la delincuencia que han de perseguir, cómo se organiza, se desarrolla, se implanta para poder desarticularla. Parece más que demostrado que las redadas y las detenciones masivas no son la forma de lograrlo. Si bien para operar de manera más eficiente se requiere de mayor nivel de especialización profesional y sin duda una intensa labor de investigación criminal. 
Esto sólo es una pequeña parte de los aspectos que se requieren para diseñar políticas de seguridad efectivas, aunque en muchos países sigue siendo un reto pendiente, pese a los esfuerzos realizados. Es imprescindible asumir una manera diferente de abordar la seguridad y de diseñar políticas de seguridad. Mientras tanto el descenso de homicidios siempre será una buena noticia, pero no necesariamente un indicador indique el final de la violencia. 
Esta meta sólo es posible a través de la realización de cambios fundamentales en la formulación de las políticas de seguridad que a su vez favorezcan transformaciones de naturaleza estructural. 
Publicado en Infolatam: http://www.infolatam.com/2014/07/23/babajan-homicidios-peo-falta-politica-de-seguridad7