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Docente, una variable vinculante de la educación

Redacción República
30 de julio, 2014

Curiosamente, esta misma semana El Economista publicó un artículo que detalla brevemente cómo contar con mejores docentes, podría ayudar a cerrar la brecha educacional que existe en Latinoamérica, basado en el reciente estudio del Banco Mundial titulado “Grandes maestros: cómo incrementar el aprendizaje estudiantil en Latinoamérica y el Caribe”. Me parece interesante el hecho que el tema de la calidad del educador ha salido a la mesa para ser discutido a profundidad. Esto demuestra el sentido de urgencia con que se necesitan los cambios en la formación inicial, formación continua y selección de los maestros, no solo en Guatemala, sino en toda la región latinoamericana. 

Los datos que menciona el artículo muestran que desde hace varias décadas, LatAm ha tenido que enfrentar fuertes retos en materia educativa. Es de aplaudir que han existido avances en cobertura. Por ejemplo, en 1960 el adulto promedio había tenido solo 4.3 años de escolarización. En 2010 esta cifra subió a 10.2, tan solo dos años por debajo de países desarrollados. Sin embargo, el artículo menciona que el problema está en los niveles de aprendizaje real, prueba de ello son los bajos resultados en las pruebas PISA y los altos niveles de repitencia de los alumnos. La conclusión es que la dificultad está en la calidad educativa del sistema y, como mencioné anteriormente, parte fundamental de ello son los maestros. 
Si queremos alcanzar las metas de aprendizaje, es necesario establecer un plan de fortalecimiento de la profesión docente. El reciente estudio del Banco Mundial demuestra que los maestros presentan inconvenientes a la hora de manejar su clase, desde el tiempo que invierten en enseñar, hasta el aprovechamiento de recursos con los que cuentan. Muchos de ellos pierden hasta un día semanal por demandas administrativas que pudiesen ser automatizadas con tecnología u otro tipo de mecanismos. Esto merma el tiempo disponible que tienen, haciendo que basen sus lecciones en el uso del pizarrón y desaprovechen una serie de recursos tecnológicos y pedagógicos que podrían facilitarles la labor. 
Los cambios que necesitamos recaen en una parte de la estructura de nuestro sistema educativo: los maestros. Aunque la formación docente es base fundamental de estos cambios, estudios también hacen mención de modificaciones en la forma en que los educadores son seleccionados, capacitados e incentivados. Sin embargo, los avances en el sistema únicamente podrán determinarse si existe una evaluación minuciosa de las diferentes facetas del mismo, desde cómo están enseñando los docentes hasta qué tanto están aprendiendo nuestros niños. El documento citado define esta evaluación constante como condición sine qua non para mejorar todo el sistema educativo. 
En toda LatAm los cambios ya se están empezando a ver. Por ejemplo, en Chile, Ecuador, México y Brasil, se están analizando proyectos de ley que velan por el pago de bonos y otorgamiento de promociones según sea su desempeño, aunque aún ninguno ha tenido el coraje de implementar este tipo de sistemas por el miedo a despedir a aquellos maestros que no den la talla. En Guatemala, el Mineduc ha implementado el Programa Académico de Desarrollo Profesional para Docentes (PADEP/D) desde el 2009, del cual ya han egresado 16mil educadores. Además, la institución también está velando por seguir formando a los docentes con la ampliación de PADEP/D en educación física, el desarrollo de un sistema de certificación, campamentos pre-universitarios para alumnos de las escuelas normales, creación de programas de especialización por áreas, etcétera. 
Me parecen valiosos todos estos esfuerzos e iniciativas, pero no nos podemos quedar dormidos. Es de urgencia que invirtamos más en educación, pero no indiscriminadamente. Es necesario que velemos por la costo-efectividad de ciertas iniciativas para que así el docente cuente con las herramientas y competencias necesarias para empoderarse en su rol como educador. Solo así podrá llevar a cabo la importante tarea de educar al futuro de nuestro país. El primer paso está en la toma de conciencia y compromiso por parte de todos nosotros para lograr que ese cambio se lleve a cabo. Como decía Benjamín Franklin, “invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses”. 
www.salvadorpaiz.com 
@salva_paiz

Docente, una variable vinculante de la educación

Redacción República
30 de julio, 2014

Curiosamente, esta misma semana El Economista publicó un artículo que detalla brevemente cómo contar con mejores docentes, podría ayudar a cerrar la brecha educacional que existe en Latinoamérica, basado en el reciente estudio del Banco Mundial titulado “Grandes maestros: cómo incrementar el aprendizaje estudiantil en Latinoamérica y el Caribe”. Me parece interesante el hecho que el tema de la calidad del educador ha salido a la mesa para ser discutido a profundidad. Esto demuestra el sentido de urgencia con que se necesitan los cambios en la formación inicial, formación continua y selección de los maestros, no solo en Guatemala, sino en toda la región latinoamericana. 

Los datos que menciona el artículo muestran que desde hace varias décadas, LatAm ha tenido que enfrentar fuertes retos en materia educativa. Es de aplaudir que han existido avances en cobertura. Por ejemplo, en 1960 el adulto promedio había tenido solo 4.3 años de escolarización. En 2010 esta cifra subió a 10.2, tan solo dos años por debajo de países desarrollados. Sin embargo, el artículo menciona que el problema está en los niveles de aprendizaje real, prueba de ello son los bajos resultados en las pruebas PISA y los altos niveles de repitencia de los alumnos. La conclusión es que la dificultad está en la calidad educativa del sistema y, como mencioné anteriormente, parte fundamental de ello son los maestros. 
Si queremos alcanzar las metas de aprendizaje, es necesario establecer un plan de fortalecimiento de la profesión docente. El reciente estudio del Banco Mundial demuestra que los maestros presentan inconvenientes a la hora de manejar su clase, desde el tiempo que invierten en enseñar, hasta el aprovechamiento de recursos con los que cuentan. Muchos de ellos pierden hasta un día semanal por demandas administrativas que pudiesen ser automatizadas con tecnología u otro tipo de mecanismos. Esto merma el tiempo disponible que tienen, haciendo que basen sus lecciones en el uso del pizarrón y desaprovechen una serie de recursos tecnológicos y pedagógicos que podrían facilitarles la labor. 
Los cambios que necesitamos recaen en una parte de la estructura de nuestro sistema educativo: los maestros. Aunque la formación docente es base fundamental de estos cambios, estudios también hacen mención de modificaciones en la forma en que los educadores son seleccionados, capacitados e incentivados. Sin embargo, los avances en el sistema únicamente podrán determinarse si existe una evaluación minuciosa de las diferentes facetas del mismo, desde cómo están enseñando los docentes hasta qué tanto están aprendiendo nuestros niños. El documento citado define esta evaluación constante como condición sine qua non para mejorar todo el sistema educativo. 
En toda LatAm los cambios ya se están empezando a ver. Por ejemplo, en Chile, Ecuador, México y Brasil, se están analizando proyectos de ley que velan por el pago de bonos y otorgamiento de promociones según sea su desempeño, aunque aún ninguno ha tenido el coraje de implementar este tipo de sistemas por el miedo a despedir a aquellos maestros que no den la talla. En Guatemala, el Mineduc ha implementado el Programa Académico de Desarrollo Profesional para Docentes (PADEP/D) desde el 2009, del cual ya han egresado 16mil educadores. Además, la institución también está velando por seguir formando a los docentes con la ampliación de PADEP/D en educación física, el desarrollo de un sistema de certificación, campamentos pre-universitarios para alumnos de las escuelas normales, creación de programas de especialización por áreas, etcétera. 
Me parecen valiosos todos estos esfuerzos e iniciativas, pero no nos podemos quedar dormidos. Es de urgencia que invirtamos más en educación, pero no indiscriminadamente. Es necesario que velemos por la costo-efectividad de ciertas iniciativas para que así el docente cuente con las herramientas y competencias necesarias para empoderarse en su rol como educador. Solo así podrá llevar a cabo la importante tarea de educar al futuro de nuestro país. El primer paso está en la toma de conciencia y compromiso por parte de todos nosotros para lograr que ese cambio se lleve a cabo. Como decía Benjamín Franklin, “invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses”. 
www.salvadorpaiz.com 
@salva_paiz