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Objetivismo y la falacia del concepto robado

Redacción
08 de julio, 2014

En mis artículos antecedentes a este, vimos que la mente humana está en blanco al nacer, que el hombre no tiene ideas innatas, que la mente es una “tabula rasa”. Lo único innato que tiene el hombre es la capacidad de adquirir conocimiento. Sólo tiene los órganos que le permiten conocer. Las sensaciones y percepciones son el material del cual construimos la estructura de nuestro conocimiento. Aprendemos primero adquiriendo datos o información nueva conscientemente, luego establecemos integraciones automáticas, dejando así libre nuestra mente consciente para adquirir nuevo conocimiento. El sistema de archivos de nuestro subconsciente crece así, enormemente, expandiendo el poder de nuestra consciencia. Como un concepto es una identificación de algún aspecto de la realidad, uno no puede tener ningún conocimiento de la realidad antes de tener cualquier contacto con ésta. 

Un sistema de archivo mental bien ordenado es esencial para la eficacia de la mente. Sin embargo, como el hombre no es infalible, uno puede clasificar sus conclusiones eficientemente e incluir alguna premisa incorrecta. Pero la integración ordenada de nuestro conocimiento es lo que nos permite darnos cuenta de nuestros errores y corregirlos. En cambio, un sistema desintegrado de creencias se resiste a la detección de errores. Una integración razonable de ideas requiere establecer conscientemente conexiones lógicas. 
Observemos entonces, que el conocimiento humano se ordena en una estructura jerárquica. La base de esta estructura son las percepciones sensoriales. A partir de ahí formamos nuestros primeros conceptos con sus definiciones ostensivas. Luego construimos nuestra estructura conceptual al ir identificando e integrando nuevos conceptos en una escala mayor y más amplia. Construimos una identificación en base a otra al derivar abstracciones más amplias de abstracciones conocidas previamente. Un concepto más abstracto se deriva de conceptos anteriores, los que le sirven de base o raíz genética. Por ejemplo, el concepto ‘huérfano’ se deriva y presupone el concepto ‘padres’. Si uno no ha captado el concepto padres, uno no puede formar el concepto ‘huérfano’ –el que carece de padres. El concepto ‘movimiento’ presupone el concepto ‘ente’ –aquello que se mueve. El concepto ‘cambio’ presupone el concepto ‘identidad’ –lo que cambia. El concepto ‘libre’ se deriva y presupone el concepto ‘esclavo’ –el que está bajo el dominio de un amo, y el concepto ‘esclavo’ presupone el concepto ‘amo’ –el dueño de una persona (el esclavo) sobre la cual ejerce domino. Uno no puede formar el concepto ‘libre’ –sin amo, el que no es esclavo –si uno no ha captado primero el concepto ‘esclavo’. 
Para usar conceptos legítima y apropiadamente, uno debe reconocer sus raíces genéticas. Uno debe reconocer de que dependen lógicamente y que implican. El no captar este importantísimo principio del uso apropiado de conceptos lleva a consecuencias cognitivas desastrosas. La no observancia de este principio es lo que Ayn Rand identificó como “falacia del concepto robado”. Ésta consiste en usar un concepto, ignorando, contradiciendo, o negando la validez de los conceptos de los que depende lógica y genéticamente. 
Por ejemplo, es razonable preguntar: ¿Qué existe? Pero no es razonable preguntar: ¿Existe algo?, porque se está evadiendo la existencia de la pregunta y de quien pregunta. Es razonable preguntar: ¿Cómo adquiere conocimientos el hombre? Pero es irrazonable preguntar: ¿Puede el hombre adquirir conocimientos?, porque la habilidad de preguntar presupone conocimiento del lenguaje, del hombre, de la naturaleza del conocimiento. Es razonable preguntar: ¿Cómo es que los sentidos le permiten al hombre percibir la realidad? Pero es irrazonable preguntar: ¿Facultan los sentidos al hombre para percibir la realidad?, porque si no, ¿cómo adquirió quien pregunta sus conocimientos de los sentidos, percepción, del hombre, de la realidad? 
Muchos pensadores cometen este gravísimo error en sus aserciones. Por ejemplo, Proudhon en su libro ¿Qué es Propiedad?, presenta su famosa sentencia: “La propiedad es robo”. Proudhon evade el hecho de que robo es un concepto que depende lógica y genéticamente del concepto ‘propiedad’. ‘Robo’ significa el acto de apoderarse de la propiedad ajena sin el consentimiento del dueño. Sin el concepto de ‘propiedad’ es imposible el concepto de ‘robo’. Usar el concepto ‘robo’ desligándolo de su dependencia lógica y genética, es apropiarse de este concepto ilegítimamente, es apropiarse de éste indebidamente al extraerlo de la jerarquía de su cadena conceptual, es usarlo sin tener el derecho lógico al concepto pues se usa desconociendo y negando su jerarquía lógica –es usarlo como un “concepto robado”. 
Rand ilustró esta falacia en el discurso de Jonh Galt: 
“‘Tú no puedes probar que existes o que eres consciente,’ parlotean, evadiendo el hecho de que “prueba” presupone existencia, consciencia, y una compleja cadena de conocimiento: la existencia de algo que conocer, de una consciencia capaz de conocerlo, y del conocimiento que ha aprendido a distinguir entre tales conceptos como lo probado y lo no probado.” 
La Rebelión de Atlas

Objetivismo y la falacia del concepto robado

Redacción
08 de julio, 2014

En mis artículos antecedentes a este, vimos que la mente humana está en blanco al nacer, que el hombre no tiene ideas innatas, que la mente es una “tabula rasa”. Lo único innato que tiene el hombre es la capacidad de adquirir conocimiento. Sólo tiene los órganos que le permiten conocer. Las sensaciones y percepciones son el material del cual construimos la estructura de nuestro conocimiento. Aprendemos primero adquiriendo datos o información nueva conscientemente, luego establecemos integraciones automáticas, dejando así libre nuestra mente consciente para adquirir nuevo conocimiento. El sistema de archivos de nuestro subconsciente crece así, enormemente, expandiendo el poder de nuestra consciencia. Como un concepto es una identificación de algún aspecto de la realidad, uno no puede tener ningún conocimiento de la realidad antes de tener cualquier contacto con ésta. 

Un sistema de archivo mental bien ordenado es esencial para la eficacia de la mente. Sin embargo, como el hombre no es infalible, uno puede clasificar sus conclusiones eficientemente e incluir alguna premisa incorrecta. Pero la integración ordenada de nuestro conocimiento es lo que nos permite darnos cuenta de nuestros errores y corregirlos. En cambio, un sistema desintegrado de creencias se resiste a la detección de errores. Una integración razonable de ideas requiere establecer conscientemente conexiones lógicas. 
Observemos entonces, que el conocimiento humano se ordena en una estructura jerárquica. La base de esta estructura son las percepciones sensoriales. A partir de ahí formamos nuestros primeros conceptos con sus definiciones ostensivas. Luego construimos nuestra estructura conceptual al ir identificando e integrando nuevos conceptos en una escala mayor y más amplia. Construimos una identificación en base a otra al derivar abstracciones más amplias de abstracciones conocidas previamente. Un concepto más abstracto se deriva de conceptos anteriores, los que le sirven de base o raíz genética. Por ejemplo, el concepto ‘huérfano’ se deriva y presupone el concepto ‘padres’. Si uno no ha captado el concepto padres, uno no puede formar el concepto ‘huérfano’ –el que carece de padres. El concepto ‘movimiento’ presupone el concepto ‘ente’ –aquello que se mueve. El concepto ‘cambio’ presupone el concepto ‘identidad’ –lo que cambia. El concepto ‘libre’ se deriva y presupone el concepto ‘esclavo’ –el que está bajo el dominio de un amo, y el concepto ‘esclavo’ presupone el concepto ‘amo’ –el dueño de una persona (el esclavo) sobre la cual ejerce domino. Uno no puede formar el concepto ‘libre’ –sin amo, el que no es esclavo –si uno no ha captado primero el concepto ‘esclavo’. 
Para usar conceptos legítima y apropiadamente, uno debe reconocer sus raíces genéticas. Uno debe reconocer de que dependen lógicamente y que implican. El no captar este importantísimo principio del uso apropiado de conceptos lleva a consecuencias cognitivas desastrosas. La no observancia de este principio es lo que Ayn Rand identificó como “falacia del concepto robado”. Ésta consiste en usar un concepto, ignorando, contradiciendo, o negando la validez de los conceptos de los que depende lógica y genéticamente. 
Por ejemplo, es razonable preguntar: ¿Qué existe? Pero no es razonable preguntar: ¿Existe algo?, porque se está evadiendo la existencia de la pregunta y de quien pregunta. Es razonable preguntar: ¿Cómo adquiere conocimientos el hombre? Pero es irrazonable preguntar: ¿Puede el hombre adquirir conocimientos?, porque la habilidad de preguntar presupone conocimiento del lenguaje, del hombre, de la naturaleza del conocimiento. Es razonable preguntar: ¿Cómo es que los sentidos le permiten al hombre percibir la realidad? Pero es irrazonable preguntar: ¿Facultan los sentidos al hombre para percibir la realidad?, porque si no, ¿cómo adquirió quien pregunta sus conocimientos de los sentidos, percepción, del hombre, de la realidad? 
Muchos pensadores cometen este gravísimo error en sus aserciones. Por ejemplo, Proudhon en su libro ¿Qué es Propiedad?, presenta su famosa sentencia: “La propiedad es robo”. Proudhon evade el hecho de que robo es un concepto que depende lógica y genéticamente del concepto ‘propiedad’. ‘Robo’ significa el acto de apoderarse de la propiedad ajena sin el consentimiento del dueño. Sin el concepto de ‘propiedad’ es imposible el concepto de ‘robo’. Usar el concepto ‘robo’ desligándolo de su dependencia lógica y genética, es apropiarse de este concepto ilegítimamente, es apropiarse de éste indebidamente al extraerlo de la jerarquía de su cadena conceptual, es usarlo sin tener el derecho lógico al concepto pues se usa desconociendo y negando su jerarquía lógica –es usarlo como un “concepto robado”. 
Rand ilustró esta falacia en el discurso de Jonh Galt: 
“‘Tú no puedes probar que existes o que eres consciente,’ parlotean, evadiendo el hecho de que “prueba” presupone existencia, consciencia, y una compleja cadena de conocimiento: la existencia de algo que conocer, de una consciencia capaz de conocerlo, y del conocimiento que ha aprendido a distinguir entre tales conceptos como lo probado y lo no probado.” 
La Rebelión de Atlas