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¿Y si es una actividad temporal?

Redacción
08 de julio, 2014

El emprendimiento por definición es algo que viene y va. Un buen emprendedor tiene la capacidad de moverse rápido con las señales de los tiempos. Aunque tenga montado un negocio operativamente perfecto, muy eficiente, no debe perder la capacidad que lo distingue de darse cuenta cuándo es tiempo de moverse. 

Muchas veces nos damos cuenta de industrias que han existido toda la vida y nos preguntamos por qué siguen existiendo. La única razón por la que siguen estando allí, si es un mercado abierto a la competencia, es porque los clientes siguen estando interesados en comprar sus productos o servicios. Quizás porque han tenido la capacidad de adaptar ese producto o servicio a las necesidades del momento o puede ser también porque ahora producen un valor diferente al consumidor. 
El riesgo más grande para una empresa exitosa es el propio éxito. Creer que porque en un determinado momento son líderes en el mercado, lo seguirán siendo en forma automática. Los negocios que funcionan en forma muy eficiente son el sueño de cualquier administrador. Pero no se debe olvidar que cuando todo funcione como un engranaje probablemente será tiempo de volver a cambiar. Esto porque el mercado, los gustos de los consumidores, las opciones que ofrece la competencia, los sustitutos ya habrán cambiado. Esa capacidad gerencial para producir resultados no debe nublar la vista emprendedora, que con ciencia y conocimiento debe mantenerse de cerca investigando y escuchando lo que está sucediendo en el mercado. Nada más peligroso que detener el cambio porque lo que ya se hace, se sabe hacer muy bien. 
Se ha podido ver en los últimos años industrias que han cambiado radicalmente, y con ese cambio se ha visto a tantas empresas decir adiós. Pues algunas veces no se necesitan cambios pequeños y al margen, que son más seguros y fáciles de ejecutar. Sino que es necesario cambiar la estructura completa de la industria, empezando desde una sóla empresa que se anima a dar el primer paso. Podemos pensar en la industria de los video juegos que hoy compiten activamente con los Apps de menos de $1, o la industria del cine y de las películas que hoy compite con empresas como Netflix que cambiaron radicalmente la industria de renta de películas. O los libros, que un porcentaje importante de su venta se movió a plataformas digitales. O la industria de la música, que dejó de ser un negocio de venta de discos físicos completos, a la venta de canciones individuales en plataformas como App Store. O la industria de la moda que pareciera que hoy uno de los elementos claves para su éxito es la capacidad de acelerar el proceso de diseño de nuevos modelos de ropa y su velocidad para correr el ciclo de diseñar, producir y distribuir. O la industria turística que hoy hace un gran porcentaje de sus transacciones con plataformas en línea que venden todo lo que el turista necesita desde pasajes y hoteles hasta excursiones y aventuras a los mejores precios, haciendo muy eficiente a muchos negocios que colocan sus espacios sobrantes a excelentes precios, con lo cual ganan todos. 
Definitivamente estamos en un mundo diferente, que la capacidad de emprendimiento y empresarial nos sorprende todos los días con genialidades que nos hacen la vida más fácil. 
El emprendedor que inicia un negocio pensando que será así para siempre, está destinado a fracasar. No hay fórmula perfecta y menos que dure para siempre. El emprendimiento es así temporal, dura mientras aquello que produce o vende sirve al consumidor. Así que más bien el emprendedor debe prepararse para crear negocios permanentemente temporales, que sigan allí pero que se muevan en respuesta a los deseos o propongan nuevas soluciones para viejas necesidades. Ese es uno de los retos más grandes hoy: ¿cómo establecer una empresa que sea una respuesta hoy para el cliente, pero que prometa seguirlo siendo mañana aunque ese cliente cambie mucho en el tiempo?

¿Y si es una actividad temporal?

Redacción
08 de julio, 2014

El emprendimiento por definición es algo que viene y va. Un buen emprendedor tiene la capacidad de moverse rápido con las señales de los tiempos. Aunque tenga montado un negocio operativamente perfecto, muy eficiente, no debe perder la capacidad que lo distingue de darse cuenta cuándo es tiempo de moverse. 

Muchas veces nos damos cuenta de industrias que han existido toda la vida y nos preguntamos por qué siguen existiendo. La única razón por la que siguen estando allí, si es un mercado abierto a la competencia, es porque los clientes siguen estando interesados en comprar sus productos o servicios. Quizás porque han tenido la capacidad de adaptar ese producto o servicio a las necesidades del momento o puede ser también porque ahora producen un valor diferente al consumidor. 
El riesgo más grande para una empresa exitosa es el propio éxito. Creer que porque en un determinado momento son líderes en el mercado, lo seguirán siendo en forma automática. Los negocios que funcionan en forma muy eficiente son el sueño de cualquier administrador. Pero no se debe olvidar que cuando todo funcione como un engranaje probablemente será tiempo de volver a cambiar. Esto porque el mercado, los gustos de los consumidores, las opciones que ofrece la competencia, los sustitutos ya habrán cambiado. Esa capacidad gerencial para producir resultados no debe nublar la vista emprendedora, que con ciencia y conocimiento debe mantenerse de cerca investigando y escuchando lo que está sucediendo en el mercado. Nada más peligroso que detener el cambio porque lo que ya se hace, se sabe hacer muy bien. 
Se ha podido ver en los últimos años industrias que han cambiado radicalmente, y con ese cambio se ha visto a tantas empresas decir adiós. Pues algunas veces no se necesitan cambios pequeños y al margen, que son más seguros y fáciles de ejecutar. Sino que es necesario cambiar la estructura completa de la industria, empezando desde una sóla empresa que se anima a dar el primer paso. Podemos pensar en la industria de los video juegos que hoy compiten activamente con los Apps de menos de $1, o la industria del cine y de las películas que hoy compite con empresas como Netflix que cambiaron radicalmente la industria de renta de películas. O los libros, que un porcentaje importante de su venta se movió a plataformas digitales. O la industria de la música, que dejó de ser un negocio de venta de discos físicos completos, a la venta de canciones individuales en plataformas como App Store. O la industria de la moda que pareciera que hoy uno de los elementos claves para su éxito es la capacidad de acelerar el proceso de diseño de nuevos modelos de ropa y su velocidad para correr el ciclo de diseñar, producir y distribuir. O la industria turística que hoy hace un gran porcentaje de sus transacciones con plataformas en línea que venden todo lo que el turista necesita desde pasajes y hoteles hasta excursiones y aventuras a los mejores precios, haciendo muy eficiente a muchos negocios que colocan sus espacios sobrantes a excelentes precios, con lo cual ganan todos. 
Definitivamente estamos en un mundo diferente, que la capacidad de emprendimiento y empresarial nos sorprende todos los días con genialidades que nos hacen la vida más fácil. 
El emprendedor que inicia un negocio pensando que será así para siempre, está destinado a fracasar. No hay fórmula perfecta y menos que dure para siempre. El emprendimiento es así temporal, dura mientras aquello que produce o vende sirve al consumidor. Así que más bien el emprendedor debe prepararse para crear negocios permanentemente temporales, que sigan allí pero que se muevan en respuesta a los deseos o propongan nuevas soluciones para viejas necesidades. Ese es uno de los retos más grandes hoy: ¿cómo establecer una empresa que sea una respuesta hoy para el cliente, pero que prometa seguirlo siendo mañana aunque ese cliente cambie mucho en el tiempo?