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No hay libertad sin voz

Redacción
11 de agosto, 2014

Hace algunos días escuchaba a un político decir que en Guatemala se
abusa de la Libertad de Expresión. Que era imposible construir una sociedad
desarrollada cuando se puede decir cualquier cosa sin ninguna repercusión.


El comentario de este funcionario público me pareció muy interesante, ya
que interpreto que su mensaje era: “Diga lo que quiera, si y solo si, sirva en
beneficio de mis intereses”.


La Libre Emisión del Pensamiento no es un derecho exclusivo de los
periodistas o de las personas de la vida pública. La Libre Emisión del Pensamiento
es un valor fundamental en la construcción de cualquier sociedad democrática y
civilizada.

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De un tiempo para acá he notado como cada vez más los políticos, ya sea
en el ejercicio del poder o en busca del mismo, consideran enemigos a aquellos
que no pensamos o creemos en lo mismo que ellos piensan o creen. Esa percepción
se replica en sus seguidores, quien en muchas veces insultan o agreden a
quienes ellos piensan son los culpables de crear una mala imagen de su líder.


En mi particular opinión lo que nos está faltando es sentido común, que
en muchos casos es el menos común de los sentidos. Los políticos critican en otros,
las atrocidades que ellos mismos cometen, pero que no tienen la altura de
corregir o enmendar.


La Libre Emisión del Pensamiento tiene sus propios controles, me refiero
a la ética, la certeza y la honra. El tener el valor y el coraje de poner su
nombre en un escrito, en una publicación radial o el salir sin ningún tipo de
disfraz en la televisión le hablan del compromiso que una persona tiene en
expresar una idea.


Yo no creo en la utilización de pseudónimos o personajes ficticios para
expresar ideas o difundir rumores, esa es una práctica baja, espuria y maliciosa.


La cobardía no solo se da de parte de quien expresan ideas, también se
da por parte de quienes tratan de desacreditar a aquellos a los que consideran
enemigos. Las tácticas van desde la utilización del sistema judicial hasta la
violencia física.


El tratar de intimidar a alguien por medio de demandas, procesos
judiciales e injuriosas publicaciones anónimas es sumamente cobarde y habla de
la bajeza de quienes lo realizan.


Yo soy un creyente del debate de ideas, mismo que requiere de madurez,
responsabilidad, argumentos y valor para afrontar las consecuencias de su
pensar y actuar. Creo que es fundamental tener la tolerancia a las ideas
discrepantes y la madurez para poder, en conjunto, crear nuevas ideas y para
poder construir un país donde verdaderamente se pueda hablar de Libre Emisión
de Pensamiento.


El ciudadano debe de ser el mayor defensor del Derecho a la Libre
Emisión del Pensamiento, ya que de lo contrario no faltará mucho para que un
político trasnochado y mesiánico trate de imponer una única forma de ver las
cosas y creer ser el dueño, amo y señor de la verdad.

No hay libertad sin voz

Redacción
11 de agosto, 2014

Hace algunos días escuchaba a un político decir que en Guatemala se
abusa de la Libertad de Expresión. Que era imposible construir una sociedad
desarrollada cuando se puede decir cualquier cosa sin ninguna repercusión.


El comentario de este funcionario público me pareció muy interesante, ya
que interpreto que su mensaje era: “Diga lo que quiera, si y solo si, sirva en
beneficio de mis intereses”.


La Libre Emisión del Pensamiento no es un derecho exclusivo de los
periodistas o de las personas de la vida pública. La Libre Emisión del Pensamiento
es un valor fundamental en la construcción de cualquier sociedad democrática y
civilizada.

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De un tiempo para acá he notado como cada vez más los políticos, ya sea
en el ejercicio del poder o en busca del mismo, consideran enemigos a aquellos
que no pensamos o creemos en lo mismo que ellos piensan o creen. Esa percepción
se replica en sus seguidores, quien en muchas veces insultan o agreden a
quienes ellos piensan son los culpables de crear una mala imagen de su líder.


En mi particular opinión lo que nos está faltando es sentido común, que
en muchos casos es el menos común de los sentidos. Los políticos critican en otros,
las atrocidades que ellos mismos cometen, pero que no tienen la altura de
corregir o enmendar.


La Libre Emisión del Pensamiento tiene sus propios controles, me refiero
a la ética, la certeza y la honra. El tener el valor y el coraje de poner su
nombre en un escrito, en una publicación radial o el salir sin ningún tipo de
disfraz en la televisión le hablan del compromiso que una persona tiene en
expresar una idea.


Yo no creo en la utilización de pseudónimos o personajes ficticios para
expresar ideas o difundir rumores, esa es una práctica baja, espuria y maliciosa.


La cobardía no solo se da de parte de quien expresan ideas, también se
da por parte de quienes tratan de desacreditar a aquellos a los que consideran
enemigos. Las tácticas van desde la utilización del sistema judicial hasta la
violencia física.


El tratar de intimidar a alguien por medio de demandas, procesos
judiciales e injuriosas publicaciones anónimas es sumamente cobarde y habla de
la bajeza de quienes lo realizan.


Yo soy un creyente del debate de ideas, mismo que requiere de madurez,
responsabilidad, argumentos y valor para afrontar las consecuencias de su
pensar y actuar. Creo que es fundamental tener la tolerancia a las ideas
discrepantes y la madurez para poder, en conjunto, crear nuevas ideas y para
poder construir un país donde verdaderamente se pueda hablar de Libre Emisión
de Pensamiento.


El ciudadano debe de ser el mayor defensor del Derecho a la Libre
Emisión del Pensamiento, ya que de lo contrario no faltará mucho para que un
político trasnochado y mesiánico trate de imponer una única forma de ver las
cosas y creer ser el dueño, amo y señor de la verdad.