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Devolver la ideología a los Partidos

Redacción
12 de agosto, 2014

Hay que “re ideologizar” a los Partidos
Políticos! Estoy seguro que esta afirmación puede mover a incomodidad a algunos
y a otros seguramente les hará disentir de cabo a rabo. Pero es que creo que ha
llegado el momento de devolver a los Partidos Políticos, algo que hace muchos
años se dio por descontado. Me refiero a su fundamento doctrinal, a su línea de
pensamiento, a su ideología.


Al final de la década de los 80,
acompañando a un proceso de caída libre
del modelo soviético y con él, el de una buena parte del planeta que le había
seguido por ese camino, se inició una
depuración de nuestros sistemas políticos, para librarlos de las “ideologías”.
Recuerdo haber leído en aquellos años afirmaciones de filósofos como Fernández
de la Mora, que predicaban el crepúsculo de las ideologías. Y no era para menos el esfuerzo; habíamos
tenido más de 80 años de una práctica política
que enseñaba a quienes la aprendían, a repetir como autómatas ciertas
verdades prefabricadas; a no querer someter el análisis de la historia a más de
un método, y a permear todos los ámbitos de la cultura y la política de un
mismo tono. Esta “ideología” enseñaba que el que no pensaba así era enemigo de
clase y había que extirparlo. Por todo
lo anterior, vaya que resultaba necesario y más que refrescante, repensar lo
que las ideologías aportaban a una sociedad.


Pero en el afán de librar a la política de
lo que se creía era un yugo que le impedía su desarrollo, se sustituyó la
ideología por un concepto más asociado a lo práctico. Es decir, todo aquél
cuerpo de ideas en lo que creían los Partidos Políticos y sus miembros, se vio
sustituido de repente por un afán de descubrir
solo aquello que realmente funciona. Es como si de repente hubiéramos
sustituido en el Olimpo de la política a Karl Marx por John Dewey, y hubiéramos
reemplazado la discusión de modelos y concepciones de estado por una
conversación acerca de laboratorios de ensayo y error. No más filósofos e
ideólogos; solo tecnócratas y medidores de opinión.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Hay que reivindicar a la ideología. Hay que
decir que tener ideología no significa tener la receta de una bebida Cola
encerrada en las Bóvedas de un Banco. Ni
tampoco dar una lección única para que una tropa de militantes se reduzca a
repetir, con unos movimientos de cuerda, unos cuantos estribillos doctrinarios.
Tener ideología significa tener un cuerpo de creencias; significa tener
convicción respecto de cuál es el modelo de sociedad al cual se debe aspirar y
cómo llegar a él; significa tener una plataforma por la cual debatir con otros
entes políticos de diferente ideología y sobre esa base construir los acuerdos
que forman parte de cualquier comunidad política.


Sin ese referente ideológico se llega bien
pronto a un escenario que conocemos muy bien. Los Partidos nucleados en torno a
una figura caudillista, y que como partido piensan lo que el caudillo amanece
pensando; de hecho, terminan muriendo como instituciones el día que su líder pierde vigencia.
También asistimos a propuestas políticas grises, intercambiables, que no dicen
nada al ciudadano, y que por ende no le permiten exigir nada a nadie. A Plataformas legislativas y programas de
gobierno que no se cumplen, porque son recetas quizá probadas pero vacías de convicción por aquellos que las
proponen. A Diputados intercambiables como estampas de álbum del Mundial, sin
que haya ni consecuencia ni remordimiento. A Gobiernos que se mueven en la
dirección de las encuestas de opinión, no importando si la veleta gira unos
años después en otra dirección.


Es bueno preguntar a los políticos y a los
Partidos en qué creen. Cuáles son las 4 o 5 ideas básicas que son su verdadera
y auténtica convicción. Aquellas cosas que sabemos que si les votamos a ellos
en una elección, lo defenderán con vigor y destreza política. Esto hace una mejor política y como consecuencia,
mejores políticos. Arrebatemos a los
populistas y a los mercaderes de la política el concepto de ideología que lo
tienen de momento secuestrado y oculto, y devolvámosle su prestigio. Así como a
todo crepúsculo le sucede un amanecer, puede ser que sea el tiempo del amanecer
de las ideologías.

Devolver la ideología a los Partidos

Redacción
12 de agosto, 2014

Hay que “re ideologizar” a los Partidos
Políticos! Estoy seguro que esta afirmación puede mover a incomodidad a algunos
y a otros seguramente les hará disentir de cabo a rabo. Pero es que creo que ha
llegado el momento de devolver a los Partidos Políticos, algo que hace muchos
años se dio por descontado. Me refiero a su fundamento doctrinal, a su línea de
pensamiento, a su ideología.


Al final de la década de los 80,
acompañando a un proceso de caída libre
del modelo soviético y con él, el de una buena parte del planeta que le había
seguido por ese camino, se inició una
depuración de nuestros sistemas políticos, para librarlos de las “ideologías”.
Recuerdo haber leído en aquellos años afirmaciones de filósofos como Fernández
de la Mora, que predicaban el crepúsculo de las ideologías. Y no era para menos el esfuerzo; habíamos
tenido más de 80 años de una práctica política
que enseñaba a quienes la aprendían, a repetir como autómatas ciertas
verdades prefabricadas; a no querer someter el análisis de la historia a más de
un método, y a permear todos los ámbitos de la cultura y la política de un
mismo tono. Esta “ideología” enseñaba que el que no pensaba así era enemigo de
clase y había que extirparlo. Por todo
lo anterior, vaya que resultaba necesario y más que refrescante, repensar lo
que las ideologías aportaban a una sociedad.


Pero en el afán de librar a la política de
lo que se creía era un yugo que le impedía su desarrollo, se sustituyó la
ideología por un concepto más asociado a lo práctico. Es decir, todo aquél
cuerpo de ideas en lo que creían los Partidos Políticos y sus miembros, se vio
sustituido de repente por un afán de descubrir
solo aquello que realmente funciona. Es como si de repente hubiéramos
sustituido en el Olimpo de la política a Karl Marx por John Dewey, y hubiéramos
reemplazado la discusión de modelos y concepciones de estado por una
conversación acerca de laboratorios de ensayo y error. No más filósofos e
ideólogos; solo tecnócratas y medidores de opinión.

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Hay que reivindicar a la ideología. Hay que
decir que tener ideología no significa tener la receta de una bebida Cola
encerrada en las Bóvedas de un Banco. Ni
tampoco dar una lección única para que una tropa de militantes se reduzca a
repetir, con unos movimientos de cuerda, unos cuantos estribillos doctrinarios.
Tener ideología significa tener un cuerpo de creencias; significa tener
convicción respecto de cuál es el modelo de sociedad al cual se debe aspirar y
cómo llegar a él; significa tener una plataforma por la cual debatir con otros
entes políticos de diferente ideología y sobre esa base construir los acuerdos
que forman parte de cualquier comunidad política.


Sin ese referente ideológico se llega bien
pronto a un escenario que conocemos muy bien. Los Partidos nucleados en torno a
una figura caudillista, y que como partido piensan lo que el caudillo amanece
pensando; de hecho, terminan muriendo como instituciones el día que su líder pierde vigencia.
También asistimos a propuestas políticas grises, intercambiables, que no dicen
nada al ciudadano, y que por ende no le permiten exigir nada a nadie. A Plataformas legislativas y programas de
gobierno que no se cumplen, porque son recetas quizá probadas pero vacías de convicción por aquellos que las
proponen. A Diputados intercambiables como estampas de álbum del Mundial, sin
que haya ni consecuencia ni remordimiento. A Gobiernos que se mueven en la
dirección de las encuestas de opinión, no importando si la veleta gira unos
años después en otra dirección.


Es bueno preguntar a los políticos y a los
Partidos en qué creen. Cuáles son las 4 o 5 ideas básicas que son su verdadera
y auténtica convicción. Aquellas cosas que sabemos que si les votamos a ellos
en una elección, lo defenderán con vigor y destreza política. Esto hace una mejor política y como consecuencia,
mejores políticos. Arrebatemos a los
populistas y a los mercaderes de la política el concepto de ideología que lo
tienen de momento secuestrado y oculto, y devolvámosle su prestigio. Así como a
todo crepúsculo le sucede un amanecer, puede ser que sea el tiempo del amanecer
de las ideologías.