Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Lo que aprendemos de los musulmanes

Redacción República
13 de agosto, 2014

Desde la pasado viernes 8 de agosto, el ejército
estadounidense vuelve a intervenir en Iraq bombardeando las posiciones de los
integristas del Estado Islámico a treinta kilómetros de Erbil, en el Kurdistán
iraquí.

La intervención ha sido justificada por el
presidente Obama por la presencia de ciudadanos estadounidenses en Erbil. Pero,
además, ha sido solicitada por las propias autoridades kurdas. Primera lección:
los primeros enemigos de los integristas islámicos son el resto de los
musulmanes, esa mayoría moderada que no sale en los titulares de prensa pero
que se oponen al integrismo.

Erbil es una ciudad que puede remontarse al
tiempo de los asirios, hace cuatro mil años (aunque sus habitantes reclaman una
mayor antigüedad). Después de soportar el asedio de los mongoles en 1237, Erbil
se convirtió en un núcleo fortificado, primero con los mamelucos y, más tarde,
con los otomanos. Sin embargo, desde el siglo XIII, la ciudad vivió un largo
periodo de tranquilidad (las murallas desaparecieron bajo las casas) hasta prácticamente
el conflicto surgido en el Kurdistán tras la caída de Sadam Hussein en 2003. En
ese mismo periodo de tiempo una ciudad occidental como París vivió cinco
grandes guerras (la de los Cien Años, las de Religión del siglo XVI, las napoleónicas,
la franco-prusiana de 1870 y la Segunda Guerra Mundial) y, al menos, cinco
revoluciones (la de Etienne Marcel de mediados del siglo XIV, la de 1789, la de
1830, la de 1848 y la Comuna). Lo curioso es que esa relativa calma se produjo
en un lugar donde convivieron tres etnias diferentes: kurdos, árabes y
turcomanos. Segundo lección: la mayoría de los musulmanes, los que no son
integristas, pueden convivir con otras etnias sin enfrentarse con ellas hasta
que los occidentales desembarcaron con sus obsesiones nacionalistas e
identitarias.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Pero es que, además, paseando por el zoco de
Erbil es posible ver entre las muchas mujeres musulmanas que se cubren la
cabeza o el rostro, siguiendo unas normas morales conservadoras, a otras
mujeres, cristianas kurdas o árabes, con la testa descubierta, miembros de la
iglesia asiria (una de las treinta y tantas iglesias cristianas orientales).
Tercera lección: la mayoría de los musulmanes, los que no son integristas,
respetan a los otros grupos de creyentes. Por cierto, en París que citábamos
antes, en la noche de San Bartolomé de 1572, los católicos acabaron con la vida
de miles de protestantes hugonotes.

En definitiva, Obama ataca en Iraq porque
defiende los intereses de la nación que preside, pero también porque ha sabido
escuchar a esa mayoría de musulmanes opuestos al integrismo. Abramos también
nuestros oídos y aprendamos, por lo menos, que esos musulmanes moderados son la
mayoría y están más cerca de nosotros que de los exaltados.

Una observación final: el autor de este artículo
dirigió la primera misión arqueológica española en la ciudadela de Erbil, Iraq,
en 2011-12.

Lo que aprendemos de los musulmanes

Redacción República
13 de agosto, 2014

Desde la pasado viernes 8 de agosto, el ejército
estadounidense vuelve a intervenir en Iraq bombardeando las posiciones de los
integristas del Estado Islámico a treinta kilómetros de Erbil, en el Kurdistán
iraquí.

La intervención ha sido justificada por el
presidente Obama por la presencia de ciudadanos estadounidenses en Erbil. Pero,
además, ha sido solicitada por las propias autoridades kurdas. Primera lección:
los primeros enemigos de los integristas islámicos son el resto de los
musulmanes, esa mayoría moderada que no sale en los titulares de prensa pero
que se oponen al integrismo.

Erbil es una ciudad que puede remontarse al
tiempo de los asirios, hace cuatro mil años (aunque sus habitantes reclaman una
mayor antigüedad). Después de soportar el asedio de los mongoles en 1237, Erbil
se convirtió en un núcleo fortificado, primero con los mamelucos y, más tarde,
con los otomanos. Sin embargo, desde el siglo XIII, la ciudad vivió un largo
periodo de tranquilidad (las murallas desaparecieron bajo las casas) hasta prácticamente
el conflicto surgido en el Kurdistán tras la caída de Sadam Hussein en 2003. En
ese mismo periodo de tiempo una ciudad occidental como París vivió cinco
grandes guerras (la de los Cien Años, las de Religión del siglo XVI, las napoleónicas,
la franco-prusiana de 1870 y la Segunda Guerra Mundial) y, al menos, cinco
revoluciones (la de Etienne Marcel de mediados del siglo XIV, la de 1789, la de
1830, la de 1848 y la Comuna). Lo curioso es que esa relativa calma se produjo
en un lugar donde convivieron tres etnias diferentes: kurdos, árabes y
turcomanos. Segundo lección: la mayoría de los musulmanes, los que no son
integristas, pueden convivir con otras etnias sin enfrentarse con ellas hasta
que los occidentales desembarcaron con sus obsesiones nacionalistas e
identitarias.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Pero es que, además, paseando por el zoco de
Erbil es posible ver entre las muchas mujeres musulmanas que se cubren la
cabeza o el rostro, siguiendo unas normas morales conservadoras, a otras
mujeres, cristianas kurdas o árabes, con la testa descubierta, miembros de la
iglesia asiria (una de las treinta y tantas iglesias cristianas orientales).
Tercera lección: la mayoría de los musulmanes, los que no son integristas,
respetan a los otros grupos de creyentes. Por cierto, en París que citábamos
antes, en la noche de San Bartolomé de 1572, los católicos acabaron con la vida
de miles de protestantes hugonotes.

En definitiva, Obama ataca en Iraq porque
defiende los intereses de la nación que preside, pero también porque ha sabido
escuchar a esa mayoría de musulmanes opuestos al integrismo. Abramos también
nuestros oídos y aprendamos, por lo menos, que esos musulmanes moderados son la
mayoría y están más cerca de nosotros que de los exaltados.

Una observación final: el autor de este artículo
dirigió la primera misión arqueológica española en la ciudadela de Erbil, Iraq,
en 2011-12.