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Más sobre una ley de competencia

Nicholas Virzi
13 de agosto, 2014

Desde la perspectiva Ordoliberal, la tarea fundamental
para el sistema político, económico y social es la protección de la libertad
individual, como fin ultimo. Es en este
sentido que se prima tanto a la economía de libre mercado, porque se considera
como la mejor manera de garantizar la libertad de los individuos. Bajo la óptica Ordoliberal, se considera la
libertad tan importante, y la economía de libre mercado tan esencial para
lograr la libertad efectiva, que no se deja el asunto como algo que un orden
espontaneo va necesariamente lograr, sino que se constituye e instituye un
Estado encargado con la tarea primordial de proteger el orden de libertad
política y económica. No se niega el
fenómeno del orden espontaneo, ni de sus beneficios, solo que se relega a un
caso especial, muy fortuito por cierto, no como el caso general, ni mucho menos
el caso necesario. El Ordoliberalismo
plantea que la sociedad libre es algo tan bueno, que su logro y existencia a
través del tiempo no se puede ni se debe dejar a la providencia.


Para esto es esencial basar el sistema político en una
constitución política que delimita el poder del gobierno y su modo de operar
bajo la ley. Asimismo, se considera
oportuno tener un constitución económica que trata el tema de la concentración
del poder económico. La concentración
del poder económico puede ser instrumento de abuso para impedir el buen
funcionamiento del libre mercado. Encima
de eso, el poder económico concentrado puede utilizarse para influir en el
sistema político, para obtener privilegios mercantilistas que atentan contra la
libre competencia que es lo único que distingue la economía de mercado como
superior a cualquier otro sistema económico.
Por esta razón, se considera preciso proteger contra los peores abusos
de la concentración de poder económico.


Es importante recalcar que lo que se debe castigar o
impedir es el abuso del poder económico, no la posición dominante en un mercado
dado en si. Abusos del poder económico
podrían ser acuerdos que limitan la competencia y el intercambio, o cuando la
posición dominante es utilizada para dañar a empresas ubicadas en otros
segmentos de la cadena de producción, todo en detrimento de los intereses de
los consumidores. Típicamente, según
Marcelo Resico, las leyes de competencia tienen tres componentes, la
prohibición de acuerdos que limitan el comercio y la competencia, conductas
abusivas en detrimento de los intereses de los consumidores, y el monitoreo y
control de fusiones de empresas que puedan crear posiciones dominantes
potencialmente abusivas en el mercado.[1]

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Entonces, en teoría, las leyes de competencia no prohíben
la existencia de posiciones dominantes, sino su abuso, que siempre opera
contrario a los intereses del consumidor y la lógica justificadora de la
economía de mercado. Vender a precios
por debajo de costos marginales simplemente para sacar a competidores del
mercado, para después subir los precios a niveles monopólicos es obviamente una
practica abusiva que le compete a la autoridad impedir. Discriminación de precios, donde se cobra
diferentes precios a diferentes consumidores, es considerada otra practica
abusiva, aunque el simple hecho de cobrar distintos precios en distintos
mercados no es evidencia por si sola de una practica abusiva, si se pudiera
justificar por razones económicas, como costos elevados de transporte o de
transacción.[2]


Si bien es bueno contemplar los potenciales abusos del
poder económico, también lo es contemplar los potenciales abusos del poder
político, que es peor. Casi siempre, el
monopolio político es peor que el monopolio económico. El rasgo central de la economía de mercado,
libre o menos libre, es el trato voluntario, mientras las relaciones con el
Estado son siempre bajo condiciones de relación forzada. El consumidor en el mercado casi siempre
tiene una opción, la de no comprar el producto, suponiendo que no es esencial
para la vida. No es asi con el Estado,
que lo obliga a uno hacer lo que sus leyes mandan.


Por esto es preciso que quienes escriban y aplican las
leyes de competencia tengan comprensión y afinidad con la economía de
mercado. De no ser asi, la autoridad
económica encargada por velar por el buen funcionamiento de la economía de libre
mercado se dedicaría a atacar a empresas con sus propias practicas abusivas
diseñadas bajo la lógica de enriquecimiento ilícito por medio de extorsion de
empresas, con el resultado intencionado de lograr beneficios privados a costos
del bien colectivo. Aquí lo importante
es establecer reglas claras sobre el poder discrecional del Estado. Esto cobra particular importancia en países
como Guatemala, donde las reglas clarísimas del Estado, son rutinariamente
violadas. Tenemos el reciente ejemplo
donde el mismo gobierno, desde una posición del oficialismo electo por un
periodo constitucionalmente definido, después intento plantear la extensión del
periodo de gobierno en beneficio propio.
Encargar el buen funcionamiento de la economía de mercado a políticos
irresponsables e inescrupulosos no tendría sentido alguno.


La noción de proteger la economía de mercado mediante
reglas y leyes claras es atractiva en principio, pero en practica la aplicación
se torna mas difícil. ¿Cómo se establece
una posición dominante? Aquí lo
importante sería definir el mercado, para ver que porcentaje del total una
empresa captura. Si se toma el mercado
en el que operan las empresas que venden aguas gaseosas, el lector debe pensar
cual es la competencia de una empresa X que opera en ese mercado? Las demás empresas productoras de aguas
gaseosas? Por supuesto que si. Y las
empresas que venden té frío, o agua embotellada? ¿por qué no? Una cadena de comida rápida de ventas de
hamburguesas compite con otras que venden hamburguesas, pero también pollo,
comedores populares, etc. La designación
del mercado sobre la cual se definirá la existencia de una posición dominante
es tan importante que no se debe encargar a personas que no entienden o
rechazan la lógica de una economía de libre mercado.





[1]
Resico, Marcelo. 2011. Introducción a la economía social de
mercado. Konrad Adenauer Stiftung. Rio de Janeiro.

[2] Costos
de transacción son importantes de considerar, porque pueden ser la lógica
detrás de fusiones empresariales, que pararían incrementando la eficiencia
empresarial y los beneficios al consumidor.

Más sobre una ley de competencia

Nicholas Virzi
13 de agosto, 2014

Desde la perspectiva Ordoliberal, la tarea fundamental
para el sistema político, económico y social es la protección de la libertad
individual, como fin ultimo. Es en este
sentido que se prima tanto a la economía de libre mercado, porque se considera
como la mejor manera de garantizar la libertad de los individuos. Bajo la óptica Ordoliberal, se considera la
libertad tan importante, y la economía de libre mercado tan esencial para
lograr la libertad efectiva, que no se deja el asunto como algo que un orden
espontaneo va necesariamente lograr, sino que se constituye e instituye un
Estado encargado con la tarea primordial de proteger el orden de libertad
política y económica. No se niega el
fenómeno del orden espontaneo, ni de sus beneficios, solo que se relega a un
caso especial, muy fortuito por cierto, no como el caso general, ni mucho menos
el caso necesario. El Ordoliberalismo
plantea que la sociedad libre es algo tan bueno, que su logro y existencia a
través del tiempo no se puede ni se debe dejar a la providencia.


Para esto es esencial basar el sistema político en una
constitución política que delimita el poder del gobierno y su modo de operar
bajo la ley. Asimismo, se considera
oportuno tener un constitución económica que trata el tema de la concentración
del poder económico. La concentración
del poder económico puede ser instrumento de abuso para impedir el buen
funcionamiento del libre mercado. Encima
de eso, el poder económico concentrado puede utilizarse para influir en el
sistema político, para obtener privilegios mercantilistas que atentan contra la
libre competencia que es lo único que distingue la economía de mercado como
superior a cualquier otro sistema económico.
Por esta razón, se considera preciso proteger contra los peores abusos
de la concentración de poder económico.


Es importante recalcar que lo que se debe castigar o
impedir es el abuso del poder económico, no la posición dominante en un mercado
dado en si. Abusos del poder económico
podrían ser acuerdos que limitan la competencia y el intercambio, o cuando la
posición dominante es utilizada para dañar a empresas ubicadas en otros
segmentos de la cadena de producción, todo en detrimento de los intereses de
los consumidores. Típicamente, según
Marcelo Resico, las leyes de competencia tienen tres componentes, la
prohibición de acuerdos que limitan el comercio y la competencia, conductas
abusivas en detrimento de los intereses de los consumidores, y el monitoreo y
control de fusiones de empresas que puedan crear posiciones dominantes
potencialmente abusivas en el mercado.[1]

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Entonces, en teoría, las leyes de competencia no prohíben
la existencia de posiciones dominantes, sino su abuso, que siempre opera
contrario a los intereses del consumidor y la lógica justificadora de la
economía de mercado. Vender a precios
por debajo de costos marginales simplemente para sacar a competidores del
mercado, para después subir los precios a niveles monopólicos es obviamente una
practica abusiva que le compete a la autoridad impedir. Discriminación de precios, donde se cobra
diferentes precios a diferentes consumidores, es considerada otra practica
abusiva, aunque el simple hecho de cobrar distintos precios en distintos
mercados no es evidencia por si sola de una practica abusiva, si se pudiera
justificar por razones económicas, como costos elevados de transporte o de
transacción.[2]


Si bien es bueno contemplar los potenciales abusos del
poder económico, también lo es contemplar los potenciales abusos del poder
político, que es peor. Casi siempre, el
monopolio político es peor que el monopolio económico. El rasgo central de la economía de mercado,
libre o menos libre, es el trato voluntario, mientras las relaciones con el
Estado son siempre bajo condiciones de relación forzada. El consumidor en el mercado casi siempre
tiene una opción, la de no comprar el producto, suponiendo que no es esencial
para la vida. No es asi con el Estado,
que lo obliga a uno hacer lo que sus leyes mandan.


Por esto es preciso que quienes escriban y aplican las
leyes de competencia tengan comprensión y afinidad con la economía de
mercado. De no ser asi, la autoridad
económica encargada por velar por el buen funcionamiento de la economía de libre
mercado se dedicaría a atacar a empresas con sus propias practicas abusivas
diseñadas bajo la lógica de enriquecimiento ilícito por medio de extorsion de
empresas, con el resultado intencionado de lograr beneficios privados a costos
del bien colectivo. Aquí lo importante
es establecer reglas claras sobre el poder discrecional del Estado. Esto cobra particular importancia en países
como Guatemala, donde las reglas clarísimas del Estado, son rutinariamente
violadas. Tenemos el reciente ejemplo
donde el mismo gobierno, desde una posición del oficialismo electo por un
periodo constitucionalmente definido, después intento plantear la extensión del
periodo de gobierno en beneficio propio.
Encargar el buen funcionamiento de la economía de mercado a políticos
irresponsables e inescrupulosos no tendría sentido alguno.


La noción de proteger la economía de mercado mediante
reglas y leyes claras es atractiva en principio, pero en practica la aplicación
se torna mas difícil. ¿Cómo se establece
una posición dominante? Aquí lo
importante sería definir el mercado, para ver que porcentaje del total una
empresa captura. Si se toma el mercado
en el que operan las empresas que venden aguas gaseosas, el lector debe pensar
cual es la competencia de una empresa X que opera en ese mercado? Las demás empresas productoras de aguas
gaseosas? Por supuesto que si. Y las
empresas que venden té frío, o agua embotellada? ¿por qué no? Una cadena de comida rápida de ventas de
hamburguesas compite con otras que venden hamburguesas, pero también pollo,
comedores populares, etc. La designación
del mercado sobre la cual se definirá la existencia de una posición dominante
es tan importante que no se debe encargar a personas que no entienden o
rechazan la lógica de una economía de libre mercado.





[1]
Resico, Marcelo. 2011. Introducción a la economía social de
mercado. Konrad Adenauer Stiftung. Rio de Janeiro.

[2] Costos
de transacción son importantes de considerar, porque pueden ser la lógica
detrás de fusiones empresariales, que pararían incrementando la eficiencia
empresarial y los beneficios al consumidor.