Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Hiroshima y Nagasaki, ¿fueron necesarias?

Redacción
14 de agosto, 2014

Este agosto marca el 69 aniversario
de los dos ataques nucleares a Japón. Se calcula que la bomba en Hiroshima arrasó con el 90 por ciento de la ciudad y
mató al instante a 80,000 personas. La ciudad de Nagasaki recibió el segundo
bombazo, matando a 40,000 personas. A finales de 1945 los muertos ascendían a
más de 140,000 en la primera ciudad y 80,000 en la segunda. Si Estados Unidos
hizo bien o no en usar las bombas atómicas será una pregunta que las personas se
harán por mucho tiempo. Sin embargo hay que poner en contexto las razones de estos
ataques.


Temerosos de que los nazis se
hicieran con armas nucleares, científicos como Albert Einstein, Enrico Fermi y
Leo Szilard ayudaron a EE.UU. en el Proyecto Manhattan para desarrollar un
nuevo tipo de bomba extremadamente potente: la bomba nuclear. Si el Eje se
hubiera hecho con la bomba antes que los aliados el desenlace de la guerra
habría sido otro. El reino de los 1000 años de Hitler sería una realidad, no
sólo en Europa, sino en América y el resto del mundo, y la libertad habría
sucumbido ante el despotismo nazi-fascista. Probablemente el alemán sería el
idioma mundial hoy.


Para mayo de 1945 Alemania ya se
había rendido pero Japón no, y los aliados calculaban que se tardarían otros 18
meses en lograr su derrota. El 26 de julio enviaron un ultimátum a Hirohito,
exigiendo la rendición completa, de lo contrario sufrirían una “destrucción
rápida y total”, pero los japoneses no cedieron. Hirohito era asesorado por implacables
militares y el ejército japonés estaba entrenado bajo la doctrina del bushido,
el código del samurái que exigía el mayor de los sacrificios de sus soldados y que
consideraba a la rendición como el peor tipo de deshonra, aún peor que la
muerte. El enemigo japonés era verdaderamente temible y ya le había ocasionado
miles de muertes a los EE.UU en las Filipinas (la más sangrienta acción naval
que EE.UU. ha tenido en su historia fue contra Japón).

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Entre las opciones que barajaba el
ejército estadounidense estaba una invasión a Japón, pero ello implicaba la
muerte de un millón de soldados aliados y millones de japoneses, tanto soldados como civiles. La opción fue
descartada porque un país civilizado y de hombres libres entra a una guerra
para ganarla con el menor número de bajas entre sus líneas. Planear lo
contrario es inmoral. La bomba sobre
Hiroshima se lanzó a las 9 de la mañana, la destrucción fue enorme, pero Japón
no se rindió, no tanto porque Hirohito no quisiera, sino porque sus asesores
militares no se lo permitieron. Tres
días después Nagasaki corrió la misma suerte.


¿Hizo bien EE.UU. en lanzar las
bombas atómicas? El historiador Samuel Eliot Morison dice: “si Japón no hubiese
caído de rodillas ante esta aterradora demostración de poder, la guerra habría
podido prolongarse durante otro año, con pérdidas de vidas incomparablemente
mayores tanto japonesas como norteamericanas, pues Japón aún tenía más de 5,000
aviones con pilotos kamikaze, y un millón de hombres en sus tropas de tierra.
Dispuestos a disputar cada playa y cada ciudad. La explosión sobre Hiroshima
causó menos bajas civiles que los repetidos bombardeos de los B-29 sobre Tokio,
y esos grandes bombardeos habrían tenido que arrasar una ciudad tras otra si la
guerra no hubiera terminado en agosto […] es casi seguro que si la guerra en el
Oriente hubiera durado seis mese más,
Rusia habría ocupado la parte septentrional de Japón y aún estaría allí” y bien
sabemos qué hacían los soviéticos en cada pedazo de tierra que conquistaban.


Hiroshima y Nagasaki, ¿fueron necesarias?

Redacción
14 de agosto, 2014

Este agosto marca el 69 aniversario
de los dos ataques nucleares a Japón. Se calcula que la bomba en Hiroshima arrasó con el 90 por ciento de la ciudad y
mató al instante a 80,000 personas. La ciudad de Nagasaki recibió el segundo
bombazo, matando a 40,000 personas. A finales de 1945 los muertos ascendían a
más de 140,000 en la primera ciudad y 80,000 en la segunda. Si Estados Unidos
hizo bien o no en usar las bombas atómicas será una pregunta que las personas se
harán por mucho tiempo. Sin embargo hay que poner en contexto las razones de estos
ataques.


Temerosos de que los nazis se
hicieran con armas nucleares, científicos como Albert Einstein, Enrico Fermi y
Leo Szilard ayudaron a EE.UU. en el Proyecto Manhattan para desarrollar un
nuevo tipo de bomba extremadamente potente: la bomba nuclear. Si el Eje se
hubiera hecho con la bomba antes que los aliados el desenlace de la guerra
habría sido otro. El reino de los 1000 años de Hitler sería una realidad, no
sólo en Europa, sino en América y el resto del mundo, y la libertad habría
sucumbido ante el despotismo nazi-fascista. Probablemente el alemán sería el
idioma mundial hoy.


Para mayo de 1945 Alemania ya se
había rendido pero Japón no, y los aliados calculaban que se tardarían otros 18
meses en lograr su derrota. El 26 de julio enviaron un ultimátum a Hirohito,
exigiendo la rendición completa, de lo contrario sufrirían una “destrucción
rápida y total”, pero los japoneses no cedieron. Hirohito era asesorado por implacables
militares y el ejército japonés estaba entrenado bajo la doctrina del bushido,
el código del samurái que exigía el mayor de los sacrificios de sus soldados y que
consideraba a la rendición como el peor tipo de deshonra, aún peor que la
muerte. El enemigo japonés era verdaderamente temible y ya le había ocasionado
miles de muertes a los EE.UU en las Filipinas (la más sangrienta acción naval
que EE.UU. ha tenido en su historia fue contra Japón).

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Entre las opciones que barajaba el
ejército estadounidense estaba una invasión a Japón, pero ello implicaba la
muerte de un millón de soldados aliados y millones de japoneses, tanto soldados como civiles. La opción fue
descartada porque un país civilizado y de hombres libres entra a una guerra
para ganarla con el menor número de bajas entre sus líneas. Planear lo
contrario es inmoral. La bomba sobre
Hiroshima se lanzó a las 9 de la mañana, la destrucción fue enorme, pero Japón
no se rindió, no tanto porque Hirohito no quisiera, sino porque sus asesores
militares no se lo permitieron. Tres
días después Nagasaki corrió la misma suerte.


¿Hizo bien EE.UU. en lanzar las
bombas atómicas? El historiador Samuel Eliot Morison dice: “si Japón no hubiese
caído de rodillas ante esta aterradora demostración de poder, la guerra habría
podido prolongarse durante otro año, con pérdidas de vidas incomparablemente
mayores tanto japonesas como norteamericanas, pues Japón aún tenía más de 5,000
aviones con pilotos kamikaze, y un millón de hombres en sus tropas de tierra.
Dispuestos a disputar cada playa y cada ciudad. La explosión sobre Hiroshima
causó menos bajas civiles que los repetidos bombardeos de los B-29 sobre Tokio,
y esos grandes bombardeos habrían tenido que arrasar una ciudad tras otra si la
guerra no hubiera terminado en agosto […] es casi seguro que si la guerra en el
Oriente hubiera durado seis mese más,
Rusia habría ocupado la parte septentrional de Japón y aún estaría allí” y bien
sabemos qué hacían los soviéticos en cada pedazo de tierra que conquistaban.