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La “crisis” de los migrantes

Redacción
07 de agosto, 2014

Desde hace semanas ha sido un tópico de discusión la
situación de los niños, principalmente centroamericanos, que han intentado
ingresar masivamente a Estados Unidos.


Mientras tanto los niños se encuentran recluidos en
albergues y esperan a ser devueltos a sus países. Los esfuerzos y atención de
los gobiernos centroamericanos y algunas organizaciones se han centrado
principalmente en velar por la protección física y legal de los niños. Esto es
sin duda una preocupación primordial.


Ahora bien, ¿cuál es el problema de fondo? En mi concepto el
problema central es el abandono de los principios de una sociedad abierta, una
sociedad de personas libres y responsables.
Quienes suscribimos tales visiones entendemos que todos los seres
humanos son iguales ante la ley y tienen el derecho a la vida, la libertad y la
propiedad.

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En este sentido cada quien tiene el derecho de disponer de
sus planes de vida de la forma que mejor le parezca. Eso incluye decidir en qué trabajar, en qué
usar el fruto de su trabajo y decidir dónde va a vivir sin impedimento de
terceros. Creemos que este conjunto de
valores dan lugar a un orden extenso de cooperación social en el cual los
individuos intercambian libre y pacíficamente sus bienes y su trabajo.


La ciencia económica ha demostrado ampliamente que la
división del trabajo da lugar a que se exploten las ventajas comparativas de
cada uno y por ello vemos los beneficios del libre intercambio de mercancías.


Lamentablemente han olvidado que el mismo principio aplica
también al factor trabajo. La libre
movilidad de este factor haría que las personas se muevan a aquellos lugares
donde las condiciones de trabajo y los salarios son mejores para ellos.


Esto lo experimenta el guatemalteco que decide migrar de
Cobán o Huehuetenango a la ciudad de Guatemala y el americano que emigra de
South Dakota a Chicago. Lamentablemente
el abandono a los principios de la libertad individual han provocado que
hayamos creado barreras artificiales llamadas fronteras y con ello una
reglamentación que suprime la libre iniciativa de las personas.


Se esgrimen contra la migración (del mismo modo que contra
otras políticas que creen en la libre iniciativa de las personas) argumentos
muy falaces para justificar las restricciones migratorias. Se dice que los migrantes van a “robar” los empleos
de los americanos cuando en realidad los migrantes van a liberar a los
americanos para que puedan optar a otros empleos que antes hacían ellos mismos.


Se vocifera que los migrantes hacen pujar los salarios a la
baja cuando en realidad si los salarios fueran más altos tales bienes no serían
producidos. En 2004 únicamente el 30% de
la producción de lechugas fue cosechada porque el salario de mercado necesario
para cosechar el resto era más alto que el beneficio que se habría percibido
(http://goo.gl/IB0b5c). Mientras tanto, muchos continúan repitiendo este
argumento.


Aún peor es escuchar la oposición a la migración libre bajo
el pretexto de que disfrutan del estado benefactor sin haber tributado toda la
vida como los demás. Quizá el problema
sea más bien que el estado benefactor y la migración libre sean incompatibles.


Mientras
el mundo continúe alejado de las ideas de la sociedad abierta estas tragedias
ocurrirán. Para nosotros el llamado
también es a mejorar las condiciones para que la gente pueda perseguir sus
proyectos de vida en este país pero eso no detendrá la ola migratoria.

La “crisis” de los migrantes

Redacción
07 de agosto, 2014

Desde hace semanas ha sido un tópico de discusión la
situación de los niños, principalmente centroamericanos, que han intentado
ingresar masivamente a Estados Unidos.


Mientras tanto los niños se encuentran recluidos en
albergues y esperan a ser devueltos a sus países. Los esfuerzos y atención de
los gobiernos centroamericanos y algunas organizaciones se han centrado
principalmente en velar por la protección física y legal de los niños. Esto es
sin duda una preocupación primordial.


Ahora bien, ¿cuál es el problema de fondo? En mi concepto el
problema central es el abandono de los principios de una sociedad abierta, una
sociedad de personas libres y responsables.
Quienes suscribimos tales visiones entendemos que todos los seres
humanos son iguales ante la ley y tienen el derecho a la vida, la libertad y la
propiedad.

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En este sentido cada quien tiene el derecho de disponer de
sus planes de vida de la forma que mejor le parezca. Eso incluye decidir en qué trabajar, en qué
usar el fruto de su trabajo y decidir dónde va a vivir sin impedimento de
terceros. Creemos que este conjunto de
valores dan lugar a un orden extenso de cooperación social en el cual los
individuos intercambian libre y pacíficamente sus bienes y su trabajo.


La ciencia económica ha demostrado ampliamente que la
división del trabajo da lugar a que se exploten las ventajas comparativas de
cada uno y por ello vemos los beneficios del libre intercambio de mercancías.


Lamentablemente han olvidado que el mismo principio aplica
también al factor trabajo. La libre
movilidad de este factor haría que las personas se muevan a aquellos lugares
donde las condiciones de trabajo y los salarios son mejores para ellos.


Esto lo experimenta el guatemalteco que decide migrar de
Cobán o Huehuetenango a la ciudad de Guatemala y el americano que emigra de
South Dakota a Chicago. Lamentablemente
el abandono a los principios de la libertad individual han provocado que
hayamos creado barreras artificiales llamadas fronteras y con ello una
reglamentación que suprime la libre iniciativa de las personas.


Se esgrimen contra la migración (del mismo modo que contra
otras políticas que creen en la libre iniciativa de las personas) argumentos
muy falaces para justificar las restricciones migratorias. Se dice que los migrantes van a “robar” los empleos
de los americanos cuando en realidad los migrantes van a liberar a los
americanos para que puedan optar a otros empleos que antes hacían ellos mismos.


Se vocifera que los migrantes hacen pujar los salarios a la
baja cuando en realidad si los salarios fueran más altos tales bienes no serían
producidos. En 2004 únicamente el 30% de
la producción de lechugas fue cosechada porque el salario de mercado necesario
para cosechar el resto era más alto que el beneficio que se habría percibido
(http://goo.gl/IB0b5c). Mientras tanto, muchos continúan repitiendo este
argumento.


Aún peor es escuchar la oposición a la migración libre bajo
el pretexto de que disfrutan del estado benefactor sin haber tributado toda la
vida como los demás. Quizá el problema
sea más bien que el estado benefactor y la migración libre sean incompatibles.


Mientras
el mundo continúe alejado de las ideas de la sociedad abierta estas tragedias
ocurrirán. Para nosotros el llamado
también es a mejorar las condiciones para que la gente pueda perseguir sus
proyectos de vida en este país pero eso no detendrá la ola migratoria.