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Irrespeto, agresión y abuso en el bar Rattle and Hum

Redacción República
18 de septiembre, 2014

La semana pasada presenté en mi programa de investigación Informe Especial con Sylvia Gereda, que se transmite en Canal Antigua, una de las investigaciones más desgarradoras que me ha tocado documentar en los 22 años que llevo trabajando como periodista.

La historia de una jovencita de 21 años que fue brutalmente agredida con los puños y luego con una macana por el propietario de Rattle and Hum, un corpulento hombre australiano que sin ningún escrúpulo en cuestión de segundos le desfiguró el rostro. Tras la golpiza la joven tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en una operación maxilofacial que duró 5 horas. Y al día de hoy, la víctima se mantiene con la boca atada con unos alambres de hierro que sostienen su dentradura y quijada y que le impiden comer y hablar. Además su carrera universitaria como arquitecta ha sido paralizada. El programa lo pueden ver en este linkhttp://canalantigua.tv/informe-especial-caso-rattle-hum/

Esta historia, ha conmovido muchísimo debido a que es una de las pocas ocasiones en lo que hemos podido mostrar, de frente, la terrible agresión silenciada que sufren miles de mujeres.

En un país donde la agresión se ha implantado en la vida de la mayoría de sus habitantes, decir que alguien recibió un par de puñetazos suena cotidiano y pasa por alto; sin embargo, cuando uno va más allá y comienza a investigar las secuelas, el drama, las heridas y el dolor de por vida que estos golpes deja en sus víctimas se puede medir en toda su dimensión el abuso y el drama.
Hay varios temas que quiero reflexionar en esta nota. En primer termino, para quienes pudieron ver el programa podrán darse cuenta que cuando visité el bar Rattle and Hum salió a mi encuentro un hombre borracho, vulgar y agresivo que tras de las cámaras gritó al gerente: “La Próxima vez que vengan mandalos a la Ver..” En este caso decidí regresar a buscarlo, encararlo y preguntarle directamente frente a las cámaras si tenía algún comentario que emitir y le dí el micrófono.
En un tono agresivo, irrespetuoso y despectivo, este borracho balbuceó una y otra vez que yo era una periodista sesgada, que no le gusta mi trabajo, aunque contradictoriamente aseguraba que ve todos mis programas y no se pierde ninguno. Además, dijo que jamás me atrevería a publicar sus insultos. Mientras él tiraba su veneno y odio yo simplemente decidí quedarme callada viéndolo de frente.
Muchas personas me han preguntado ¿Por qué permitiste los insultos y porqué no te diste la vuelta y lo pusiste en su lugar?
La respuesta es sencilla. Yo estoy convencida que las mujeres debemos de perder el miedo y que, a los agresores debemos enfrentarlos, verlos de frente, a los ojos y exponerlos públicamente con toda su miseria humana y su bajeza. Para que la gente vea el verdadero rostro de los agresores, y no les tenga miedo, porque al final estos resultan siendo unos cobardes.
Decidí exponerme porque considero que debemos de sentar un precedente para que nuestras niñas y jóvenes aprendan a ser libres y rompan con la cultura del miedo y el silencio.
Soy guerrera de luz, esa es mi esencia y jamás podré permanecer callada mientras veo atropellos injusticias y abusos que pasan frente a mis ojos. El día que mi voz no se escuche y yo sea cómplice silenciosa de estos atropellos que día a día viven los guatemaltecos simplemente, mi vida no tendrá sentido.
Ser periodista y enfrentarse a revelar la verdad no es fácil. Una y otra vez surgen detractores, individuos que descargan su ira y odio contra mi persona, lo cual me tiene sin cuidado y lejos de debilitarme, me fortelece porque me demuestra que estoy haciendo lo correcto en denunciar las atrocidades.
Hace pocos días, el Bar Rattle and Hum publicó en sus redes un comunicado sin firma, donde alegan que en mi programa y las redes existe desinformación. Según su versión, los meseros y administradores del lugar fueron los agredidos por clientes ebrios.
Además alegan que al haber llegado yo, con mi equipo de camarógrafos a grabar al bar puse en riesgo la seguridad de sus colaboradores y clientes.
Es inaceptable que el dueño de Rattle and Hum, aún sabiendo del delito en que incurrió siga insistiendo en su inocencia. El nombre de la víctima y sus acompañantes también agredidos así como las pruebas contundentes y testimonios que ellos presentaron ya están en manos del Ministerio Público y la Fiscalía de la Mujer.
En mi caso, debo aclarar que como periodista es mi obligación ética ir a buscar al sindicado para conocer su versión de los hechos que una y otra vez se negó a darme en cámaras. Por eso lo busqué primero, por la vía telefónica y al no obtener respuesta, me presenté a sus direcciones registradas.
En mi caso, mis únicas armas son un micrófono y una cámara. En el caso, de Rattle and Hum sus verdaderas armas eran un grupo de guardias que, con pistolas y rifles en manos, me permitieron el ingreso, por lo que jamás invadí propiedad privada. Fue el mismo gerente, quien me atendió para negarme los hechos y uno de los tipos que se encontraba borracho en el lugar quien salió a mi encuentro para agredirme con insultos y palabras soeces… Entonces ¿Quién pone en peligro a quien? Esa la pregunta.
Quizás el australiano dueño de Rattle and Hum no ha comprendido que las únicas armas que destruyen, invitan a la agresión y causan la muerte son los puños, la macana y las armas que portan su seguridad privada y sus guardaespaldas.

Mi compromiso será siempre con la justicia y la verdad. Y reitero, mi única arma es el micrófono, la cámara y una pluma… Tres instrumentos que me sirven para plasmar la verdad, le guste a quien le guste y le ofenda a quien le ofenda.
Ahora que el australiano han sido capturado, obligado a comparecer ante los tribunales y ligado a un proceso penal por la agresión contra esta joven y sus acompañantes corresponde a los jueces aplicar la justicia y sentar un precedente para que estos agresores se detengan de una vez por todas.

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Facebook: Sylvia Gereda Valenzuela

Irrespeto, agresión y abuso en el bar Rattle and Hum

Redacción República
18 de septiembre, 2014

La semana pasada presenté en mi programa de investigación Informe Especial con Sylvia Gereda, que se transmite en Canal Antigua, una de las investigaciones más desgarradoras que me ha tocado documentar en los 22 años que llevo trabajando como periodista.

La historia de una jovencita de 21 años que fue brutalmente agredida con los puños y luego con una macana por el propietario de Rattle and Hum, un corpulento hombre australiano que sin ningún escrúpulo en cuestión de segundos le desfiguró el rostro. Tras la golpiza la joven tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en una operación maxilofacial que duró 5 horas. Y al día de hoy, la víctima se mantiene con la boca atada con unos alambres de hierro que sostienen su dentradura y quijada y que le impiden comer y hablar. Además su carrera universitaria como arquitecta ha sido paralizada. El programa lo pueden ver en este linkhttp://canalantigua.tv/informe-especial-caso-rattle-hum/

Esta historia, ha conmovido muchísimo debido a que es una de las pocas ocasiones en lo que hemos podido mostrar, de frente, la terrible agresión silenciada que sufren miles de mujeres.

En un país donde la agresión se ha implantado en la vida de la mayoría de sus habitantes, decir que alguien recibió un par de puñetazos suena cotidiano y pasa por alto; sin embargo, cuando uno va más allá y comienza a investigar las secuelas, el drama, las heridas y el dolor de por vida que estos golpes deja en sus víctimas se puede medir en toda su dimensión el abuso y el drama.
Hay varios temas que quiero reflexionar en esta nota. En primer termino, para quienes pudieron ver el programa podrán darse cuenta que cuando visité el bar Rattle and Hum salió a mi encuentro un hombre borracho, vulgar y agresivo que tras de las cámaras gritó al gerente: “La Próxima vez que vengan mandalos a la Ver..” En este caso decidí regresar a buscarlo, encararlo y preguntarle directamente frente a las cámaras si tenía algún comentario que emitir y le dí el micrófono.
En un tono agresivo, irrespetuoso y despectivo, este borracho balbuceó una y otra vez que yo era una periodista sesgada, que no le gusta mi trabajo, aunque contradictoriamente aseguraba que ve todos mis programas y no se pierde ninguno. Además, dijo que jamás me atrevería a publicar sus insultos. Mientras él tiraba su veneno y odio yo simplemente decidí quedarme callada viéndolo de frente.
Muchas personas me han preguntado ¿Por qué permitiste los insultos y porqué no te diste la vuelta y lo pusiste en su lugar?
La respuesta es sencilla. Yo estoy convencida que las mujeres debemos de perder el miedo y que, a los agresores debemos enfrentarlos, verlos de frente, a los ojos y exponerlos públicamente con toda su miseria humana y su bajeza. Para que la gente vea el verdadero rostro de los agresores, y no les tenga miedo, porque al final estos resultan siendo unos cobardes.
Decidí exponerme porque considero que debemos de sentar un precedente para que nuestras niñas y jóvenes aprendan a ser libres y rompan con la cultura del miedo y el silencio.
Soy guerrera de luz, esa es mi esencia y jamás podré permanecer callada mientras veo atropellos injusticias y abusos que pasan frente a mis ojos. El día que mi voz no se escuche y yo sea cómplice silenciosa de estos atropellos que día a día viven los guatemaltecos simplemente, mi vida no tendrá sentido.
Ser periodista y enfrentarse a revelar la verdad no es fácil. Una y otra vez surgen detractores, individuos que descargan su ira y odio contra mi persona, lo cual me tiene sin cuidado y lejos de debilitarme, me fortelece porque me demuestra que estoy haciendo lo correcto en denunciar las atrocidades.
Hace pocos días, el Bar Rattle and Hum publicó en sus redes un comunicado sin firma, donde alegan que en mi programa y las redes existe desinformación. Según su versión, los meseros y administradores del lugar fueron los agredidos por clientes ebrios.
Además alegan que al haber llegado yo, con mi equipo de camarógrafos a grabar al bar puse en riesgo la seguridad de sus colaboradores y clientes.
Es inaceptable que el dueño de Rattle and Hum, aún sabiendo del delito en que incurrió siga insistiendo en su inocencia. El nombre de la víctima y sus acompañantes también agredidos así como las pruebas contundentes y testimonios que ellos presentaron ya están en manos del Ministerio Público y la Fiscalía de la Mujer.
En mi caso, debo aclarar que como periodista es mi obligación ética ir a buscar al sindicado para conocer su versión de los hechos que una y otra vez se negó a darme en cámaras. Por eso lo busqué primero, por la vía telefónica y al no obtener respuesta, me presenté a sus direcciones registradas.
En mi caso, mis únicas armas son un micrófono y una cámara. En el caso, de Rattle and Hum sus verdaderas armas eran un grupo de guardias que, con pistolas y rifles en manos, me permitieron el ingreso, por lo que jamás invadí propiedad privada. Fue el mismo gerente, quien me atendió para negarme los hechos y uno de los tipos que se encontraba borracho en el lugar quien salió a mi encuentro para agredirme con insultos y palabras soeces… Entonces ¿Quién pone en peligro a quien? Esa la pregunta.
Quizás el australiano dueño de Rattle and Hum no ha comprendido que las únicas armas que destruyen, invitan a la agresión y causan la muerte son los puños, la macana y las armas que portan su seguridad privada y sus guardaespaldas.

Mi compromiso será siempre con la justicia y la verdad. Y reitero, mi única arma es el micrófono, la cámara y una pluma… Tres instrumentos que me sirven para plasmar la verdad, le guste a quien le guste y le ofenda a quien le ofenda.
Ahora que el australiano han sido capturado, obligado a comparecer ante los tribunales y ligado a un proceso penal por la agresión contra esta joven y sus acompañantes corresponde a los jueces aplicar la justicia y sentar un precedente para que estos agresores se detengan de una vez por todas.

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