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En Guatemala no tenemos Estado

Redacción República
18 de septiembre, 2014

La idea de
tener un Estado es que la fuerza esté concentrada en una sola institución
encargada de usar las armas para suprimir el crimen. Antes los señores
gobernaban delegando parte de su poder a
grupos de personas que eran propietarias de los medios de administración
(armas para la guerra, caballos, edificios públicos, dinero), como los señores
feudales y vasallos en la Edad Media. El
Estado moderno, entendido como monopolio del poder, aparece cuando los monarcas
empiezan a separar al personal administrativo de la propiedad de las
herramientas de la administración (hoy ya no se concibe que un soldado ponga
sus propios fusiles y equipo para la guerra). Este proceso le quitó todo el
poder a esos grupos autónomos y lo concentró en un solo órgano, encargado de
proveer los medios materiales de administración y ejercer el control sobre todo
el territorio.


En la
época del Estado moderno, cuando la fuerza pública se usa con estricto apego a
la ley y sólo para mantener al margen a los antisociales (asesinos, ladrones,
violadores, corruptos, etc.) hay Estado de Derecho. Cuando el Estado usa su
poder de manera arbitraria, obedeciendo a los caprichos del gobernante y no a
la ley, hay dictadura. Cuando el Estado es incapaz de usar la fuerza nace la
anarquía: la fuerza no desaparece, simplemente cambia de manos; pasa del Estado
a los ciudadanos, quienes producen violencia común, crimen organizado y grupos
de autodefensa.


En
Guatemala vivimos en una época premoderna. Tenemos un Estado que es puro
maquillaje, hay presidente, congreso, tribunales, ejército y policía pero ninguno
funcionan. La inoperancia de las instituciones dio origen a la anarquía. El
crimen organizado, el narcotráfico, ni lento ni perezoso, ha acumulado
tanto poder que raya en lo ridículo. En
Guatemala no hay Estado moderno, lo que tenemos son feudos regados por todo el
país, territorios donde el Estado tiene cero presencia y donde el “señor
feudal”, armado hasta los dientes, es quien gobierna y pone orden. Y lo que es
peor, poco a poco todas las instituciones del Estado están siendo cooptadas por
estos grupos ilegales, empezando por los partidos políticos. Gran parte del financiamiento de éstos es de
origen ilícito. Esa cantaleta de la izquierda, que este país lo gobierna la
élite económica, es bastante ingenua. El sector empresarial ha perdido su
liderazgo, se le oye pero ya no se le hace caso. Esto es obvio porque los
partidos ya no dependen de ellos para obtener dinero. El monstruo político ha
tomado vida propia y está sediento, señoras y señores.

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Esta
anarquía deja a Guatemala muy mal parada en prácticamente todos los indicadores
que miden distintos factores en un país. Según el reporte Crimen y Violencia en
Centroamérica del Banco Mundial (BM), Guatemala es uno de los países más
violentos de América Latina. El estudio Evaluación de la Pobreza en Guatemala
del BM indica que un 53.7% de los guatemaltecos viven en la pobreza. El
Economic Freedom of the World Report colocó a Guatemala en el puesto 56 de 152
países en materia de libertad económica, cifra para nada alentadora pues estamos
bastante lejos del club de los países desarrollados (¡Chile, la dichosa, ocupa
el puesto número 11!) El Índice de Desarrollo Humano muestra que nuestros
niveles de desnutrición y mortalidad materno-infantil son los más altos de Centro
América y de 187 países evaluados, ocupamos la posición 137. Estas cifras nos
deberían de asustar.


¿Hasta
cuándo, Guatemala, abusarás de nuestra paciencia?

En Guatemala no tenemos Estado

Redacción República
18 de septiembre, 2014

La idea de
tener un Estado es que la fuerza esté concentrada en una sola institución
encargada de usar las armas para suprimir el crimen. Antes los señores
gobernaban delegando parte de su poder a
grupos de personas que eran propietarias de los medios de administración
(armas para la guerra, caballos, edificios públicos, dinero), como los señores
feudales y vasallos en la Edad Media. El
Estado moderno, entendido como monopolio del poder, aparece cuando los monarcas
empiezan a separar al personal administrativo de la propiedad de las
herramientas de la administración (hoy ya no se concibe que un soldado ponga
sus propios fusiles y equipo para la guerra). Este proceso le quitó todo el
poder a esos grupos autónomos y lo concentró en un solo órgano, encargado de
proveer los medios materiales de administración y ejercer el control sobre todo
el territorio.


En la
época del Estado moderno, cuando la fuerza pública se usa con estricto apego a
la ley y sólo para mantener al margen a los antisociales (asesinos, ladrones,
violadores, corruptos, etc.) hay Estado de Derecho. Cuando el Estado usa su
poder de manera arbitraria, obedeciendo a los caprichos del gobernante y no a
la ley, hay dictadura. Cuando el Estado es incapaz de usar la fuerza nace la
anarquía: la fuerza no desaparece, simplemente cambia de manos; pasa del Estado
a los ciudadanos, quienes producen violencia común, crimen organizado y grupos
de autodefensa.


En
Guatemala vivimos en una época premoderna. Tenemos un Estado que es puro
maquillaje, hay presidente, congreso, tribunales, ejército y policía pero ninguno
funcionan. La inoperancia de las instituciones dio origen a la anarquía. El
crimen organizado, el narcotráfico, ni lento ni perezoso, ha acumulado
tanto poder que raya en lo ridículo. En
Guatemala no hay Estado moderno, lo que tenemos son feudos regados por todo el
país, territorios donde el Estado tiene cero presencia y donde el “señor
feudal”, armado hasta los dientes, es quien gobierna y pone orden. Y lo que es
peor, poco a poco todas las instituciones del Estado están siendo cooptadas por
estos grupos ilegales, empezando por los partidos políticos. Gran parte del financiamiento de éstos es de
origen ilícito. Esa cantaleta de la izquierda, que este país lo gobierna la
élite económica, es bastante ingenua. El sector empresarial ha perdido su
liderazgo, se le oye pero ya no se le hace caso. Esto es obvio porque los
partidos ya no dependen de ellos para obtener dinero. El monstruo político ha
tomado vida propia y está sediento, señoras y señores.

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anarquía deja a Guatemala muy mal parada en prácticamente todos los indicadores
que miden distintos factores en un país. Según el reporte Crimen y Violencia en
Centroamérica del Banco Mundial (BM), Guatemala es uno de los países más
violentos de América Latina. El estudio Evaluación de la Pobreza en Guatemala
del BM indica que un 53.7% de los guatemaltecos viven en la pobreza. El
Economic Freedom of the World Report colocó a Guatemala en el puesto 56 de 152
países en materia de libertad económica, cifra para nada alentadora pues estamos
bastante lejos del club de los países desarrollados (¡Chile, la dichosa, ocupa
el puesto número 11!) El Índice de Desarrollo Humano muestra que nuestros
niveles de desnutrición y mortalidad materno-infantil son los más altos de Centro
América y de 187 países evaluados, ocupamos la posición 137. Estas cifras nos
deberían de asustar.


¿Hasta
cuándo, Guatemala, abusarás de nuestra paciencia?