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El poder coercitivo de la manipulación. Parte II

Redacción República
09 de septiembre, 2014

En la entrega anterior, de la primera parte de esta columna,
presentamos algunos lineamientos generales de la manipulación discursiva y
vimos, a través de algunos ejemplos, su poder coercitivo sobre el receptor del
discurso.

Asimismo, en uno de los artículos anteriores (http://www.republicagt.com/opinion/manipulacion-y-propaganda_ba35e7/) habíamos concluido que existen dos tipos de propaganda:
constructiva y negativa.Se puede comparar el uso de la
manipulación en la propaganda constructiva y en la destructiva a través de los
artículos de opinión en la prensa. En caso de Guatemala los grupos de opinión
suelen estructurar sus mensajes utilizando ciertas estrategias de manipulación,
no obstante, esta práctica periodística sí puede considerarse como propaganda
constructiva por permitir al lector interesado comparar las dos versiones y, en
caso de tener el lector la capacidad de razonamiento suficiente, sacar las
conclusiones.

Sin embargo, hablando de la coerción e influencia
nociva sobre el interlocutor (o interlocutores), no se puede obviar un aspecto
manipulativo tan deleznable y aberrante como la mentira a la que recurren
ciertos columnistas de opinión – sobre todo, exguerrilleros y sus secuaces – por
diferentes razones. Cabe aclarar que la manipulación y propaganda no son sinónimos
de la mentira ni del engaño. De hecho, son conceptos de diferentes ámbitos
éticos y morales.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Dos ejemplos claros ­– entre muchos – de la
manipulación basada en la mentira y falsedad de datos exageradas en la prensa
guatemalteca son las columnas del sociólogo Gustavo Berganza y de la
politóloga Francisca Gómez Grijalva. A los dos columnistas los unen sus simpatías
ideológicas (que es respetable) y sus relaciones con la exguerrilla
guatemalteca (que es sospechoso). Los dos suelen llamarse a sí mismos
“periodistas” sin serlos (ser columnista no es ser periodista). Además, ambos
son beneficiarios de los recursos de los contribuyentes y de las donaciones de
los gobiernos europeos, hecho clave para analizar su manipulación y mentiras a
las que suelen recurrir.

En una de sus columnas Berganza (asesor de Sandra Torres y de varias ONG
de los “derechos humanos”) sin prueba alguna asegura que el capitán preso Byron
Lima es tesorero de la Fundación Contra el Terrorismo (FCT) y de su presidente
Ricardo Méndez-Ruiz. Y “exige” aclarar el hecho que él mismo inventó.

Esta mentira como estrategia mediática de la exguerrilla guatemalteca ha
conseguido el efecto esperado y ha provocado una avalancha de reacciones
propias de los consumidores (¿o clientes?) de Berganza. La FCT y Ricardo
Méndez-Ruiz, por supuesto, aclararon la injuria de Berganza, al recurrir en su
legal y legítima defensa a una denuncia penal contra el columnista. No
obstante, Berganza y sus patronos consiguieron el objetivo a corto plazo:
manipular a cierto grupo del público.

Otro caso pintoresco es de Francisca Gómez Grijalva quien, en su afán de
reportar ante sus patrocinadores sobre los “abusos a los derechos humanos” en
Guatemala por parte de los “dueños del país” para así seguir percibiendo los
fondos de los donantes europeos del dinero ajeno, en una de sus columnas aseveró
que los trabajadores de una de las empresas más grandes del país “portan armas de fuego y amenazan que correrá sangre”
en algún pueblo chapín. En general, aquella columna suya está llena de tantas
mentiras y falacias, lo habitual para esta y algunos otros columnistas.

La empresa, atacada por Gómez, en su legal y legítima
defensa solicitó a través de un tribunal (y no la demandó penalmente como Gómez
repite) que la columnista rectificara sus palabras con argumentos y pruebas. El
hecho de que Gómez ha rehusado a presentar los argumentos, significa que mintió
en su enajenación verbal.

Este fue el objetivo tanto de Gómez como de las ONG
para las que trabaja. Otra vez invocan la “libertad de expresión violada”, los
intentos de “acallar la prensa independiente” y otras acusaciones típicas. Por
supuesto, a corto plazo las mentiras de Gómez han surtido el efecto buscado. La
“cientista social” (sus palabras) logró el protagonismo, se victimizó y
manipuló a medio mundo. Basta leer sus declaraciones. Hasta resulta que ella es
“víctima del racismo y discriminación”.

Obviamente, cada derecho conlleva la responsabilidad y
obligaciones. En este caso, la libertad de expresión debe basarse en la obligación
de transmitir la información verídica y verdadera y de responder por toda la
palabra suelta.Por supuesto, semejantes mentiras de Berganza y de
Gómez no pueden quedar impunes y ambos deben responder ante los aludidos, ante
la justicia y ante sus lectores con pruebas y argumentos.

Guatemala protege los derechos a la libertad de expresión más que la
mayoría de los países del mundo y eso no puede ser motivo de decir y escribir
cualquier injuria y difamación que se le venga en la mente a cualquier
columnista o simplemente ciudadano para manipular a su público. En fin, cada
palabra debe ser sostenida por los hechos y argumentos. De otra manera los
buitres vividores seguirán destruyendo no solo el país sino las mentes de los
ciudadanos.

[email protected]

El poder coercitivo de la manipulación. Parte II

Redacción República
09 de septiembre, 2014

En la entrega anterior, de la primera parte de esta columna,
presentamos algunos lineamientos generales de la manipulación discursiva y
vimos, a través de algunos ejemplos, su poder coercitivo sobre el receptor del
discurso.

Asimismo, en uno de los artículos anteriores (http://www.republicagt.com/opinion/manipulacion-y-propaganda_ba35e7/) habíamos concluido que existen dos tipos de propaganda:
constructiva y negativa.Se puede comparar el uso de la
manipulación en la propaganda constructiva y en la destructiva a través de los
artículos de opinión en la prensa. En caso de Guatemala los grupos de opinión
suelen estructurar sus mensajes utilizando ciertas estrategias de manipulación,
no obstante, esta práctica periodística sí puede considerarse como propaganda
constructiva por permitir al lector interesado comparar las dos versiones y, en
caso de tener el lector la capacidad de razonamiento suficiente, sacar las
conclusiones.

Sin embargo, hablando de la coerción e influencia
nociva sobre el interlocutor (o interlocutores), no se puede obviar un aspecto
manipulativo tan deleznable y aberrante como la mentira a la que recurren
ciertos columnistas de opinión – sobre todo, exguerrilleros y sus secuaces – por
diferentes razones. Cabe aclarar que la manipulación y propaganda no son sinónimos
de la mentira ni del engaño. De hecho, son conceptos de diferentes ámbitos
éticos y morales.

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Dos ejemplos claros ­– entre muchos – de la
manipulación basada en la mentira y falsedad de datos exageradas en la prensa
guatemalteca son las columnas del sociólogo Gustavo Berganza y de la
politóloga Francisca Gómez Grijalva. A los dos columnistas los unen sus simpatías
ideológicas (que es respetable) y sus relaciones con la exguerrilla
guatemalteca (que es sospechoso). Los dos suelen llamarse a sí mismos
“periodistas” sin serlos (ser columnista no es ser periodista). Además, ambos
son beneficiarios de los recursos de los contribuyentes y de las donaciones de
los gobiernos europeos, hecho clave para analizar su manipulación y mentiras a
las que suelen recurrir.

En una de sus columnas Berganza (asesor de Sandra Torres y de varias ONG
de los “derechos humanos”) sin prueba alguna asegura que el capitán preso Byron
Lima es tesorero de la Fundación Contra el Terrorismo (FCT) y de su presidente
Ricardo Méndez-Ruiz. Y “exige” aclarar el hecho que él mismo inventó.

Esta mentira como estrategia mediática de la exguerrilla guatemalteca ha
conseguido el efecto esperado y ha provocado una avalancha de reacciones
propias de los consumidores (¿o clientes?) de Berganza. La FCT y Ricardo
Méndez-Ruiz, por supuesto, aclararon la injuria de Berganza, al recurrir en su
legal y legítima defensa a una denuncia penal contra el columnista. No
obstante, Berganza y sus patronos consiguieron el objetivo a corto plazo:
manipular a cierto grupo del público.

Otro caso pintoresco es de Francisca Gómez Grijalva quien, en su afán de
reportar ante sus patrocinadores sobre los “abusos a los derechos humanos” en
Guatemala por parte de los “dueños del país” para así seguir percibiendo los
fondos de los donantes europeos del dinero ajeno, en una de sus columnas aseveró
que los trabajadores de una de las empresas más grandes del país “portan armas de fuego y amenazan que correrá sangre”
en algún pueblo chapín. En general, aquella columna suya está llena de tantas
mentiras y falacias, lo habitual para esta y algunos otros columnistas.

La empresa, atacada por Gómez, en su legal y legítima
defensa solicitó a través de un tribunal (y no la demandó penalmente como Gómez
repite) que la columnista rectificara sus palabras con argumentos y pruebas. El
hecho de que Gómez ha rehusado a presentar los argumentos, significa que mintió
en su enajenación verbal.

Este fue el objetivo tanto de Gómez como de las ONG
para las que trabaja. Otra vez invocan la “libertad de expresión violada”, los
intentos de “acallar la prensa independiente” y otras acusaciones típicas. Por
supuesto, a corto plazo las mentiras de Gómez han surtido el efecto buscado. La
“cientista social” (sus palabras) logró el protagonismo, se victimizó y
manipuló a medio mundo. Basta leer sus declaraciones. Hasta resulta que ella es
“víctima del racismo y discriminación”.

Obviamente, cada derecho conlleva la responsabilidad y
obligaciones. En este caso, la libertad de expresión debe basarse en la obligación
de transmitir la información verídica y verdadera y de responder por toda la
palabra suelta.Por supuesto, semejantes mentiras de Berganza y de
Gómez no pueden quedar impunes y ambos deben responder ante los aludidos, ante
la justicia y ante sus lectores con pruebas y argumentos.

Guatemala protege los derechos a la libertad de expresión más que la
mayoría de los países del mundo y eso no puede ser motivo de decir y escribir
cualquier injuria y difamación que se le venga en la mente a cualquier
columnista o simplemente ciudadano para manipular a su público. En fin, cada
palabra debe ser sostenida por los hechos y argumentos. De otra manera los
buitres vividores seguirán destruyendo no solo el país sino las mentes de los
ciudadanos.

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