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Legislar por legislar

Betty Marroquin
05 de octubre, 2015

La jueves pasado nuestro menos que respetable Congreso aprobó con 124 votos el Acuerdo 11-2015, por medio del cual autoriza enviar a la Corte de Constitucionalidad (CC), la Iniciativa 4974 que contiene las Reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). Los diputados dinosaurios Luis Rabbe, quién se aliara con Líder, y ahora es independiente, y Arístides Crespo, ex FRG y luego del PP, salieron declarando que la aprobación de dicho acuerdo era en respuesta al clamor popular para reformar la LEPP. Son tan constantes con su línea de pensamiento y afiliación política que francamente, dan tanta tela que cortar, que mejor ni hablemos de ellos o de sus declaraciones.

Así que volviendo al tema, este mamarracho de LEPP es peor que mediocre, puede traer repercusiones de las cuales nuestro sistema en lugar de avanzar, retrocederá cual cangrejo. Con esta medida, el Congrueso (si, grueso, por razones obvias) tiró un carbón encendido a la CC, y con ello, trata de evadir la responsabilidad de presentar un proyecto real, sólido, limpio y serio. Esperemos la CC tenga la cordura de rechazarlo, trasquilarlo y hacerlo añicos. El mamarracho en cuestión no vincula el voto nulo; no da el colmillo necesario al TSE para aplicar medidas más estrictas para la postulación de candidatos y sancionar partidos que quebrantan la Ley; se supone que prohíbe el transfuguismo que hemos visto abusado una y otra vez, pero sólo después de juramentado el nuevo Congreso; no resuelve los problemas de fiscalización de los partidos políticos, para evitar los excesos que hemos visto elevarse a la enésima potencia en los últimos tiempos. Este pseudo proyecto de Ley no reduce el número de diputados, ni la elección de diputados en listas abiertas, para votar por ellos en forma nominal. Ni hablemos de propiciar una limpieza profunda de la clase política o eliminar ese parásito que llamamos Parlacén. 

Aprobar enmiendas por aprobar enmiendas puede tener un costo altísimo. Por ejemplo, sobre el financiamiento a los partidos políticos, no se usted, pero yo no quiero financiar la campaña de la URNG de Winaq o de partiditos mediocres llenos de oportunistas que ven el postularse como medio de enriquecimiento rápido e indoloro. ¡Me rehúso a pagar impuestos para eso! Queremos financiamiento cristalino, con techos específicos, y una fiscalización acuciosa de parte de los entes gubernamentales pertinentes. Partidos serios, no grupúsculos como les llama el ilustre Dr. Armando de la Torre.

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Quiero votar por quién yo quiero, no por quienes me impone una lista de diletantes, en la que uno que otro vale la pena y el resto son todos manzanas podridas. Quiero votar por gente sin antecedentes penales, gentes intachables que no estén bajo ningún tipo de investigación del MP o de la CICIG. Quiero votar por ideas, plataformas, conceptos, no por el menos peor o por los dinosaurios de siempre.

¿Cómo depuramos el Congreso? ¿Cómo logramos un Organismo Legislativo digno? Deben postularse quienes tienen más que ofrecer al país, no servirse de él. En Guatemala existe talento, gentes educadas y con la experiencia y el fogueo para representar a sus comunidades en el Congreso con honor y con altura. Gentes que lejos de ser mediocres, han demostrado excelencia en sus respectivos campos de acción. Personas idóneas, ciudadanos notables por mucho más que el apellido, que hoy día no militan en política por considerarla toda tan sucia y tan atroz que cualquier deseo o impulso de servir a Guatemala viene anulado. A estas personas, debemos incentivarlas para que se lancen al ruedo político, debemos apoyarlas, debemos defenderlas y sobre todo, elegirlas si un día finalmente nos hacen el honor de querer servir a Guatemala. Porque señores, ser un servidor público debiera ser un honor, un privilegio, además de una enorme responsabilidad, y una igualmente grande satisfacción personal.

 

Legislar por legislar

Betty Marroquin
05 de octubre, 2015

La jueves pasado nuestro menos que respetable Congreso aprobó con 124 votos el Acuerdo 11-2015, por medio del cual autoriza enviar a la Corte de Constitucionalidad (CC), la Iniciativa 4974 que contiene las Reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). Los diputados dinosaurios Luis Rabbe, quién se aliara con Líder, y ahora es independiente, y Arístides Crespo, ex FRG y luego del PP, salieron declarando que la aprobación de dicho acuerdo era en respuesta al clamor popular para reformar la LEPP. Son tan constantes con su línea de pensamiento y afiliación política que francamente, dan tanta tela que cortar, que mejor ni hablemos de ellos o de sus declaraciones.

Así que volviendo al tema, este mamarracho de LEPP es peor que mediocre, puede traer repercusiones de las cuales nuestro sistema en lugar de avanzar, retrocederá cual cangrejo. Con esta medida, el Congrueso (si, grueso, por razones obvias) tiró un carbón encendido a la CC, y con ello, trata de evadir la responsabilidad de presentar un proyecto real, sólido, limpio y serio. Esperemos la CC tenga la cordura de rechazarlo, trasquilarlo y hacerlo añicos. El mamarracho en cuestión no vincula el voto nulo; no da el colmillo necesario al TSE para aplicar medidas más estrictas para la postulación de candidatos y sancionar partidos que quebrantan la Ley; se supone que prohíbe el transfuguismo que hemos visto abusado una y otra vez, pero sólo después de juramentado el nuevo Congreso; no resuelve los problemas de fiscalización de los partidos políticos, para evitar los excesos que hemos visto elevarse a la enésima potencia en los últimos tiempos. Este pseudo proyecto de Ley no reduce el número de diputados, ni la elección de diputados en listas abiertas, para votar por ellos en forma nominal. Ni hablemos de propiciar una limpieza profunda de la clase política o eliminar ese parásito que llamamos Parlacén. 

Aprobar enmiendas por aprobar enmiendas puede tener un costo altísimo. Por ejemplo, sobre el financiamiento a los partidos políticos, no se usted, pero yo no quiero financiar la campaña de la URNG de Winaq o de partiditos mediocres llenos de oportunistas que ven el postularse como medio de enriquecimiento rápido e indoloro. ¡Me rehúso a pagar impuestos para eso! Queremos financiamiento cristalino, con techos específicos, y una fiscalización acuciosa de parte de los entes gubernamentales pertinentes. Partidos serios, no grupúsculos como les llama el ilustre Dr. Armando de la Torre.

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¿Cómo depuramos el Congreso? ¿Cómo logramos un Organismo Legislativo digno? Deben postularse quienes tienen más que ofrecer al país, no servirse de él. En Guatemala existe talento, gentes educadas y con la experiencia y el fogueo para representar a sus comunidades en el Congreso con honor y con altura. Gentes que lejos de ser mediocres, han demostrado excelencia en sus respectivos campos de acción. Personas idóneas, ciudadanos notables por mucho más que el apellido, que hoy día no militan en política por considerarla toda tan sucia y tan atroz que cualquier deseo o impulso de servir a Guatemala viene anulado. A estas personas, debemos incentivarlas para que se lancen al ruedo político, debemos apoyarlas, debemos defenderlas y sobre todo, elegirlas si un día finalmente nos hacen el honor de querer servir a Guatemala. Porque señores, ser un servidor público debiera ser un honor, un privilegio, además de una enorme responsabilidad, y una igualmente grande satisfacción personal.