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El costo humano de la corrección política

Nicholas Virzi
25 de noviembre, 2015

Este artículo se escribe en la semana posterior al nuevo ataque de terroristas islámicos en Paris, Francia. Se reportan más de 130 muertos en un “baño de sangre”, en 6 distintos sitios de violencia. Francia se declaró en estado de emergencia, y las tropas francesas se han desplegado alrededor de Paris. Se ha lanzado una cacería en búsqueda de dos terroristas que se escaparon, que se buscan en Francia, Alemania y Bélgica, este último país siendo considerado como el refugio de los terroristas islámicos “europeos”.

El Presidente de Francia declaró que “todos saben quienes hicieron esto”, y que se cerraban las fronteras de Francia, pero nunca dijo, ni ha dicho, quienes son los que todos debemos de reconocer.   Francois Hollande después fue más lejos, declarando que Francia estaba en guerra. Hasta el Papa ha hablado de la Tercera Guerra Mundial. No obstante, nadie quiere decir contra quien es la guerra.

En un mensaje de apoyo incondicional y solidaridad, el Presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, anunció firmemente que no quería especular sobre quien estuvo detrás del ataque y de sus motivos. La noche después de los ataques terroristas en Paris, ocurrió el debate de candidatos Demócratas a la Presidencia de Estados Unidos. Allí identificaron al principal problema de seguridad… el cambio climático (no es broma). Los medios occidentales hablan de “grupos extremistas”. Extremista siendo el mismo término que utilizan los medios para referirse al Tea Party, defensores de los derechos de tenencia y portación de armas, o proponentes de la seguridad fronteriza en EE.UU. (vaya dispersión conceptual, y deshonestidad intelectual!)

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En dos ocasiones en menos de un año, Estados Unidos, y el mundo entero, se ha visto en la necesidad de solidarizarse con Francia después de un ataque de terroristas– sin mención alguna del problema de fondo.

El problema de fondo es el terrorismo islámico.

Los líderes políticos de Occidente no lo quieren admitir. Al no querer admitir esta cruda verdad, la decadencia de Occidente parece ser completa, y esto está costando vidas. Su convicción en su superioridad ha caído por sus mismas contradicciones internas. SOLO Occidente es tolerante, pero se ha tolerado los intolerables, personas y grupos que no tienen lugar en la sociedad libre. Se piensa que Occidente, o sea Estados Unidos, se excedió en la guerra contra el terrorismo, por lo que se debe de negar que haya guerra, y la naturaleza del terrorismo. Extendiendo la mano, se lograría la paz. Lejos de haber logrado la paz, los terroristas islámicos tomaron la tolerancia de Occidente en la era de Obama como una tremenda debilidad, y se tornaron agresivos y expansionistas. Han expandido a tal punto de tener su propio Estado Islámico, donde cometen todo tipo de barbaridades.

No cabe explicación racional con respecto a estos hechos. Pareciera que lo que más quieren los líderes políticos de Occidente, ante todo, incluso ante la obligación de proteger a sus pueblos, es negarle cualquier pedacito de la razón al ex Presidente de Estados Unidos, George W. Bush.[1] Por las buenas y las malas, durante la Administración Bush II se supo quién imponía la agenda internacional, y bajo que principios – la intolerancia de Occidente ante la intolerancia de No Occidente.

Ante las vidas cobradas por el terrorismo islámico y los evidentes y peligrosos fracasos del multiculturalismo y fronteras abiertas, la debilidad moral de Occidente es verdaderamente trágica. Occidente no solo tiene mucho que aportar a la humanidad, Occidente es la única civilización que tiene la solución al problema del progreso humano. Esto es cierto más que todo bajo los parámetros y principios de los progresistas más críticos de la civilización occidental, valga la redundancia. En su actual expresión violenta, la civilización islámica no tiene nada que ofrecer a quienes aman la libertad, la tolerancia religiosa (especialmente con ateos), el debate, la apertura, los derechos de la mujer, el reconocimiento de los derechos de preferencia sexual, etc. Nada que ofrecer.

Occidente representa la sociedad abierta y liberal, la razón, y la razón nos debe llevar a la verdad. Lamentablemente, ya no es así en nuestros tiempos de corrección política. No se habla del terrorismo islámico porque no se quiere ofender a los islámicos. Los progresistas críticos de Occidente corren a decir que la mayoría de musulmanes son pacíficos. Esa afirmación es una verdad. Asimismo, es irrelevante. Cuando el 10% de una población mundial cercana a 2 mil millones tiene sentimientos afines al fundamentalismo islámico violento y apoya al terrorismo, tienen amplios cuadros para seguir con sus hazañas.

La irrelevancia de la mayoría pacífica es obvia después de un poco de reflexión. Pensemos. Dado que los críticos de Occidente rápidamente organizan manifestaciones políticas de cualquier tipo, incluso encima de falsas narrativas y hechos inventados de racismo, sexismo y opresión, resulta muy extraño que no se ven marchas de musulmanes pacíficos protestando los crímenes de lesa humanidad que se cometen en su nombre, ni en Occidente, ni mucho menos Medio Oriente. La simple realidad es que la mayoría pacífica de los musulmanes no manifiestan en pro de la paz y en contra del terrorismo islámico porque están aterrorizados! Tiene todo sentido, porque las más frecuentes víctimas del Yijadísmo musulmán son la mayoría pacífica musulmana. Esa no es ninguna razón para dejar que nos pase lo mismo. ¿Cuántos muertos más serán necesarios antes de que se admita la verdad? El islamismo radical es una amenaza existencial auto declarada para la sociedad global libre.

[1] George W. Bush (“W”) respondió con fuerza después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. “O estás con nosotros, o estás con ellos”, dijo Bush, lanzando dos guerras ofensivas en Iraq y Afganistán, que mantuvieron al terrorismo islámico escondido, con miedo y a la defensiva durante el resto de sus DOS presidencias. “W” fue reelecto durante una guerra que se llamaba “ilegitima” e “impopular”.

El costo humano de la corrección política

Nicholas Virzi
25 de noviembre, 2015

Este artículo se escribe en la semana posterior al nuevo ataque de terroristas islámicos en Paris, Francia. Se reportan más de 130 muertos en un “baño de sangre”, en 6 distintos sitios de violencia. Francia se declaró en estado de emergencia, y las tropas francesas se han desplegado alrededor de Paris. Se ha lanzado una cacería en búsqueda de dos terroristas que se escaparon, que se buscan en Francia, Alemania y Bélgica, este último país siendo considerado como el refugio de los terroristas islámicos “europeos”.

El Presidente de Francia declaró que “todos saben quienes hicieron esto”, y que se cerraban las fronteras de Francia, pero nunca dijo, ni ha dicho, quienes son los que todos debemos de reconocer.   Francois Hollande después fue más lejos, declarando que Francia estaba en guerra. Hasta el Papa ha hablado de la Tercera Guerra Mundial. No obstante, nadie quiere decir contra quien es la guerra.

En un mensaje de apoyo incondicional y solidaridad, el Presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, anunció firmemente que no quería especular sobre quien estuvo detrás del ataque y de sus motivos. La noche después de los ataques terroristas en Paris, ocurrió el debate de candidatos Demócratas a la Presidencia de Estados Unidos. Allí identificaron al principal problema de seguridad… el cambio climático (no es broma). Los medios occidentales hablan de “grupos extremistas”. Extremista siendo el mismo término que utilizan los medios para referirse al Tea Party, defensores de los derechos de tenencia y portación de armas, o proponentes de la seguridad fronteriza en EE.UU. (vaya dispersión conceptual, y deshonestidad intelectual!)

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El problema de fondo es el terrorismo islámico.

Los líderes políticos de Occidente no lo quieren admitir. Al no querer admitir esta cruda verdad, la decadencia de Occidente parece ser completa, y esto está costando vidas. Su convicción en su superioridad ha caído por sus mismas contradicciones internas. SOLO Occidente es tolerante, pero se ha tolerado los intolerables, personas y grupos que no tienen lugar en la sociedad libre. Se piensa que Occidente, o sea Estados Unidos, se excedió en la guerra contra el terrorismo, por lo que se debe de negar que haya guerra, y la naturaleza del terrorismo. Extendiendo la mano, se lograría la paz. Lejos de haber logrado la paz, los terroristas islámicos tomaron la tolerancia de Occidente en la era de Obama como una tremenda debilidad, y se tornaron agresivos y expansionistas. Han expandido a tal punto de tener su propio Estado Islámico, donde cometen todo tipo de barbaridades.

No cabe explicación racional con respecto a estos hechos. Pareciera que lo que más quieren los líderes políticos de Occidente, ante todo, incluso ante la obligación de proteger a sus pueblos, es negarle cualquier pedacito de la razón al ex Presidente de Estados Unidos, George W. Bush.[1] Por las buenas y las malas, durante la Administración Bush II se supo quién imponía la agenda internacional, y bajo que principios – la intolerancia de Occidente ante la intolerancia de No Occidente.

Ante las vidas cobradas por el terrorismo islámico y los evidentes y peligrosos fracasos del multiculturalismo y fronteras abiertas, la debilidad moral de Occidente es verdaderamente trágica. Occidente no solo tiene mucho que aportar a la humanidad, Occidente es la única civilización que tiene la solución al problema del progreso humano. Esto es cierto más que todo bajo los parámetros y principios de los progresistas más críticos de la civilización occidental, valga la redundancia. En su actual expresión violenta, la civilización islámica no tiene nada que ofrecer a quienes aman la libertad, la tolerancia religiosa (especialmente con ateos), el debate, la apertura, los derechos de la mujer, el reconocimiento de los derechos de preferencia sexual, etc. Nada que ofrecer.

Occidente representa la sociedad abierta y liberal, la razón, y la razón nos debe llevar a la verdad. Lamentablemente, ya no es así en nuestros tiempos de corrección política. No se habla del terrorismo islámico porque no se quiere ofender a los islámicos. Los progresistas críticos de Occidente corren a decir que la mayoría de musulmanes son pacíficos. Esa afirmación es una verdad. Asimismo, es irrelevante. Cuando el 10% de una población mundial cercana a 2 mil millones tiene sentimientos afines al fundamentalismo islámico violento y apoya al terrorismo, tienen amplios cuadros para seguir con sus hazañas.

La irrelevancia de la mayoría pacífica es obvia después de un poco de reflexión. Pensemos. Dado que los críticos de Occidente rápidamente organizan manifestaciones políticas de cualquier tipo, incluso encima de falsas narrativas y hechos inventados de racismo, sexismo y opresión, resulta muy extraño que no se ven marchas de musulmanes pacíficos protestando los crímenes de lesa humanidad que se cometen en su nombre, ni en Occidente, ni mucho menos Medio Oriente. La simple realidad es que la mayoría pacífica de los musulmanes no manifiestan en pro de la paz y en contra del terrorismo islámico porque están aterrorizados! Tiene todo sentido, porque las más frecuentes víctimas del Yijadísmo musulmán son la mayoría pacífica musulmana. Esa no es ninguna razón para dejar que nos pase lo mismo. ¿Cuántos muertos más serán necesarios antes de que se admita la verdad? El islamismo radical es una amenaza existencial auto declarada para la sociedad global libre.

[1] George W. Bush (“W”) respondió con fuerza después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. “O estás con nosotros, o estás con ellos”, dijo Bush, lanzando dos guerras ofensivas en Iraq y Afganistán, que mantuvieron al terrorismo islámico escondido, con miedo y a la defensiva durante el resto de sus DOS presidencias. “W” fue reelecto durante una guerra que se llamaba “ilegitima” e “impopular”.