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Pobreza como contaminante ambiental y empleo estrategia para combatirla

Alfonso Muralles
08 de diciembre, 2015

Durante los últimos 50 años se ha buscado tener siempre identificado al mayor problema que aflige a la población mundial partiendo de que una vez identificado, se pueden diseñar mecanismos para enfrentar, atacar, resolver o, por lo menos, controlar y reducir sus efectos.

En los 1960´s ya se identificaba a la pobreza como un problema de dimensiones globales y teniendo todavía muy recientes las décadas de guerras, el Papa Paulo VI declaró que Desarrollo era el nuevo nombre de la Paz. El análisis de las causas de la pobreza necesariamente pasó por la inequidad y de allí a la Teología de la Liberación el paso fue, digamos, natural.

Con fuentes financieras de gobiernos, iglesias y algunas de las grandes fundaciones de los partidos políticos europeos o de la iniciativa privada norteamericana, el apoyo a proyectos que manejaran el concepto de desarrollo dio vida a las Organizaciones No Gubernamentales para la intermediación en la ejecución de tareas precisamente “Gubernamentales”. Millones de dólares más tarde, fue evidente que el desarrollo realmente no llegaba y que muchos de los proyectos ejecutados habían tenido más bien consecuencias ecocidas y etnocidas.

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Paralelamente se iniciaba también un proceso de toma de conciencia sobre la degradación ambiental provocada por el crecimiento industrial descontrolado y el mal manejo de todos los deshechos, independientemente de su origen. Como no podía ser de otra manera, los primeros ambientalistas provendrían de sectores con acceso a oportunidades.   No es fácil pedirle al pobre que está en la batalla diaria por llevar pan a la mesa familiar que se preocupe (también) de por dónde tira la bolsita plástica.

Se llegó entonces a la conciencia de que la pobreza persiste y, si bien todavía no se le asignaban efectos contaminantes, de que hay que agregarle a la receta del desarrollo una dosis de ecología. Hablar de Desarrollo a secas será entonces inaceptable. Ahora habrá que decir Desarrollo Sustentable. La sostenibilidad se abre un espacio como concepto más incluyente tanto dentro del sector de lo no gubernamental como en el sector privado productivo y, dentro de este último, principalmente en el negocio del turismo.

Millones de dólares más tarde, ahora ya con las señales de alerta encendidas, con alarmas sobre autodestrucción inminente si no se hace algo bien y pronto, ha venido a tomar protagonismo la inequidad como problema global.   Ahora con más capacidad para medirla, dimensionarla y comprenderla sabemos que es global porque hay países (continentes?) que tienen mucho y otros que tienen poco, pero también es local, ya que dentro de los países que tienen poco también hay disparidades violentas, injustas y contaminantes.

Y por donde lo veamos, no hay otro mecanismo mejor para la reducción de la pobreza que la generación de oportunidades de empleo. Por lo menos en el corto plazo, pues las soluciones estructurales tardarán en llegar. Se necesitan ya los empleos que solamente el sector privado puede crear apoyado por la facilitación y certeza a la inversión que solamente el sector público puede dar. Desideologicemos las soluciones a la intranquilidad, desesperación y hambre del desempleado y su familia.

Pobreza como contaminante ambiental y empleo estrategia para combatirla

Alfonso Muralles
08 de diciembre, 2015

Durante los últimos 50 años se ha buscado tener siempre identificado al mayor problema que aflige a la población mundial partiendo de que una vez identificado, se pueden diseñar mecanismos para enfrentar, atacar, resolver o, por lo menos, controlar y reducir sus efectos.

En los 1960´s ya se identificaba a la pobreza como un problema de dimensiones globales y teniendo todavía muy recientes las décadas de guerras, el Papa Paulo VI declaró que Desarrollo era el nuevo nombre de la Paz. El análisis de las causas de la pobreza necesariamente pasó por la inequidad y de allí a la Teología de la Liberación el paso fue, digamos, natural.

Con fuentes financieras de gobiernos, iglesias y algunas de las grandes fundaciones de los partidos políticos europeos o de la iniciativa privada norteamericana, el apoyo a proyectos que manejaran el concepto de desarrollo dio vida a las Organizaciones No Gubernamentales para la intermediación en la ejecución de tareas precisamente “Gubernamentales”. Millones de dólares más tarde, fue evidente que el desarrollo realmente no llegaba y que muchos de los proyectos ejecutados habían tenido más bien consecuencias ecocidas y etnocidas.

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Paralelamente se iniciaba también un proceso de toma de conciencia sobre la degradación ambiental provocada por el crecimiento industrial descontrolado y el mal manejo de todos los deshechos, independientemente de su origen. Como no podía ser de otra manera, los primeros ambientalistas provendrían de sectores con acceso a oportunidades.   No es fácil pedirle al pobre que está en la batalla diaria por llevar pan a la mesa familiar que se preocupe (también) de por dónde tira la bolsita plástica.

Se llegó entonces a la conciencia de que la pobreza persiste y, si bien todavía no se le asignaban efectos contaminantes, de que hay que agregarle a la receta del desarrollo una dosis de ecología. Hablar de Desarrollo a secas será entonces inaceptable. Ahora habrá que decir Desarrollo Sustentable. La sostenibilidad se abre un espacio como concepto más incluyente tanto dentro del sector de lo no gubernamental como en el sector privado productivo y, dentro de este último, principalmente en el negocio del turismo.

Millones de dólares más tarde, ahora ya con las señales de alerta encendidas, con alarmas sobre autodestrucción inminente si no se hace algo bien y pronto, ha venido a tomar protagonismo la inequidad como problema global.   Ahora con más capacidad para medirla, dimensionarla y comprenderla sabemos que es global porque hay países (continentes?) que tienen mucho y otros que tienen poco, pero también es local, ya que dentro de los países que tienen poco también hay disparidades violentas, injustas y contaminantes.

Y por donde lo veamos, no hay otro mecanismo mejor para la reducción de la pobreza que la generación de oportunidades de empleo. Por lo menos en el corto plazo, pues las soluciones estructurales tardarán en llegar. Se necesitan ya los empleos que solamente el sector privado puede crear apoyado por la facilitación y certeza a la inversión que solamente el sector público puede dar. Desideologicemos las soluciones a la intranquilidad, desesperación y hambre del desempleado y su familia.