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Guatemala, nunca hacia adelante

Redacción
13 de febrero, 2015

Por Gerardo Urrutia

Siendo un ciudadano corriente no me dedico a buscar estadísticas sobre lo mal que está Guatemala. Me limito a observarla día a día y con eso me basta para convencerme que no estamos adelante. Ejemplo: fui al banco, a la salida se me acerca un niño, ofrece lustrarme las botas. Respondo: las que cargo puestas no se lustran. Insiste. Insiste. Insiste. Pregunta si tengo zapatos en casa que él pueda llegar a lustrar. Solo tengo un par, los lustro yo mismo. Pregunta si sé de algún lugar donde pueda ir a lustrar zapatos y donde los ‘policías’ (agentes privados de vigilancia) no lo anden persiguiendo, amedrentando, amenazando. No conozco ninguno.

Pregunta si alguien de mi familia tiene zapatos para lustrar. Le digo que es muy persistente. Me confiesa: necesito dinero para comprar el uniforme del colegio, porque sin uniforme no me dejan entrar a clases. ¿Es escuela pública? Sí. ¿Y por qué te piden uniforme? Llegábamos sin uniforme pero un compañero llegó con uniforme y al director le pareció buena idea que todos llegáramos con uniforme. ¿Estás seguro es es una escuela del gobierno? Sí. ¿Cómo es el uniforme? Pantalón de tela azul, zapatos negros de vestir, camisa blanca manga larga y chaleco rojo. ¿Cuánto cuesta? Hay un sastre en el pueblo dice que cobra Q.110.00 por el pantalón, Q.35 por el chaleco, la camisa y los zapatos no sé, pero los puedo comprar en el mercado (supongamos Q.5.00 por la camisa, y unos Q.20.00 por los zapatos, total = Q.170.00).

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¿Cuánto cobrás por lustre? Q.3.00. No está caro. ¿Y mire, en su casa, no hay algún trabajo que necesite, para que pueda ganarme el dinero para el uniforme? ¿Qué más sabes hacer? Puedo lavar carros. ¿Nada más? No, solo eso (luce desconcertado) ¿Cuántos años tenés? Once. ¿Hace cuánto que lustras? seis años.

Proseguí interrogándolo. ¿Cuánto era verdad, cuánto era mentira? La caja de lustre la consiguió en la Terminal, Q.50.00,  mamá proporcionó el dinero. Mamá trabaja lavando ropa ajena, papá es jardinero (en una casa en Carretera a El Salvador, nunca le pagan a tiempo). Viven una aldea, en Fraijanes, en una casa de lámina, cartón y nailon; el piso, por suerte, es de cemento, no de tierra.

Dijo no saber cuál es su apellido y que en la escuela no le piden partida de nacimiento para inscribirse entonces no sabe si su nacimiento está asentado en el RENAP (creo que esa pregunta no la entendió muy bien). A sus once años no sabe ni leer ni escribir ni sumar 2+2. Iba a otra escuela el año pasado, pero solo fue una semana, se aburrió pues solo repetían lo mismo; “mi mamá me mima” lo repetían unas cinco veces; a la que comenzó a ir ahora solo lo repiten tres. ¿Los años anteriores? También, solo una semana, repetían mucho las cosas. ¿Y los libros? Esos también tiene que comprarlos, cero ayuda del Gobierno.

Le di un billete, no diré el color. Imagino que este niño no irá más al colegio. Nunca. En siete años será adulto. Si los ángeles lo guardan y las maras no lo jalan será por siempre lustrabotas. Si se pone chispudo puede que también llegue lavacarros y si se pone aun más chispudo quizá también a cuidacarros.  Como dicen, “para ser Guate, no está mal”.

Veo estos casos, imagino el fatídico desenlace de estas vidas y me pregunto: ¿Guatemala está adelante? No, está atrás, muy atrás.

Guatemala, nunca hacia adelante

Redacción
13 de febrero, 2015

Por Gerardo Urrutia

Siendo un ciudadano corriente no me dedico a buscar estadísticas sobre lo mal que está Guatemala. Me limito a observarla día a día y con eso me basta para convencerme que no estamos adelante. Ejemplo: fui al banco, a la salida se me acerca un niño, ofrece lustrarme las botas. Respondo: las que cargo puestas no se lustran. Insiste. Insiste. Insiste. Pregunta si tengo zapatos en casa que él pueda llegar a lustrar. Solo tengo un par, los lustro yo mismo. Pregunta si sé de algún lugar donde pueda ir a lustrar zapatos y donde los ‘policías’ (agentes privados de vigilancia) no lo anden persiguiendo, amedrentando, amenazando. No conozco ninguno.

Pregunta si alguien de mi familia tiene zapatos para lustrar. Le digo que es muy persistente. Me confiesa: necesito dinero para comprar el uniforme del colegio, porque sin uniforme no me dejan entrar a clases. ¿Es escuela pública? Sí. ¿Y por qué te piden uniforme? Llegábamos sin uniforme pero un compañero llegó con uniforme y al director le pareció buena idea que todos llegáramos con uniforme. ¿Estás seguro es es una escuela del gobierno? Sí. ¿Cómo es el uniforme? Pantalón de tela azul, zapatos negros de vestir, camisa blanca manga larga y chaleco rojo. ¿Cuánto cuesta? Hay un sastre en el pueblo dice que cobra Q.110.00 por el pantalón, Q.35 por el chaleco, la camisa y los zapatos no sé, pero los puedo comprar en el mercado (supongamos Q.5.00 por la camisa, y unos Q.20.00 por los zapatos, total = Q.170.00).

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¿Cuánto cobrás por lustre? Q.3.00. No está caro. ¿Y mire, en su casa, no hay algún trabajo que necesite, para que pueda ganarme el dinero para el uniforme? ¿Qué más sabes hacer? Puedo lavar carros. ¿Nada más? No, solo eso (luce desconcertado) ¿Cuántos años tenés? Once. ¿Hace cuánto que lustras? seis años.

Proseguí interrogándolo. ¿Cuánto era verdad, cuánto era mentira? La caja de lustre la consiguió en la Terminal, Q.50.00,  mamá proporcionó el dinero. Mamá trabaja lavando ropa ajena, papá es jardinero (en una casa en Carretera a El Salvador, nunca le pagan a tiempo). Viven una aldea, en Fraijanes, en una casa de lámina, cartón y nailon; el piso, por suerte, es de cemento, no de tierra.

Dijo no saber cuál es su apellido y que en la escuela no le piden partida de nacimiento para inscribirse entonces no sabe si su nacimiento está asentado en el RENAP (creo que esa pregunta no la entendió muy bien). A sus once años no sabe ni leer ni escribir ni sumar 2+2. Iba a otra escuela el año pasado, pero solo fue una semana, se aburrió pues solo repetían lo mismo; “mi mamá me mima” lo repetían unas cinco veces; a la que comenzó a ir ahora solo lo repiten tres. ¿Los años anteriores? También, solo una semana, repetían mucho las cosas. ¿Y los libros? Esos también tiene que comprarlos, cero ayuda del Gobierno.

Le di un billete, no diré el color. Imagino que este niño no irá más al colegio. Nunca. En siete años será adulto. Si los ángeles lo guardan y las maras no lo jalan será por siempre lustrabotas. Si se pone chispudo puede que también llegue lavacarros y si se pone aun más chispudo quizá también a cuidacarros.  Como dicen, “para ser Guate, no está mal”.

Veo estos casos, imagino el fatídico desenlace de estas vidas y me pregunto: ¿Guatemala está adelante? No, está atrás, muy atrás.