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¿La pena de muerte disuade la comisión del delito?

Redacción
19 de febrero, 2015

Por Oscar Bonilla

Definitivamente NO, todos esos guatemaltecos que son condenados a muerte por sus asesinos cada día, ciertamente no van a disuadir a estos maleantes de no cometer este delito. En este país mueren más de veinte inocentes cada vez que el sol cumple su ciclo diario. Estas personas no tienen el chance de elegir si van ser condenados a muerte, simplemente, salen a trabajar, a visitar a sus amigos o familia y se encuentran con estos forajidos que toman su vida con saña y sin juicio ni pruebas, los condenan a muerte porque les da la gana. En cambio estos maleantes si eligen su propia condena a muerte, ya que ellos deciden cometer el delito cuya pena es la muerte.

Es muy común oír que la pena de muerte no ha disminuido la cantidad de delitos en Guatemala, aún cuando hay una ley que tiene la pena de muerte por la comisión de ciertos delitos. Sin embargo, hay que recordar que la idea de una pena capital es hacer pensar a cualquiera, antes de cometer un hecho que sea tan atroz o salvaje que amerite tal castigo. Esto no es algo que se ha inventado recientemente, esta pena ha sido una herramienta que el hombre ha usado en Europa, en Asia y cualquier latitud de la tierra, incluso nuestra América pre-colombina. En las cunas de la civilización, como la Griega y la Romana esta fue una práctica común que sirvió para que sus gobernantes sentarán precedentes para quienes no cumplieran la ley. De igual manera, Gengis Khan, estableció su liderazgo, con tres reglas sencillas 1) no robar; 2) no traicionar a su líder y; 3) no holgazanear y so pena de muerte, gobernó el Imperio más grande de la antigüedad.

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El problema de nuestro sistema legal es que se promete la pena, pero muy pocas veces se cumple. Se habla que en los últimos años se ha cumplido con esta condena en no más de veinte veces, la cantidad de inocentes que se matan en un solo día en este país. Se dice que una de las condenas que se cumplió por fusilamiento, fue un espectáculo tan grotesco porque fue transmitido por televisión. No es mil veces más grotesco, el ver los cadáveres por la noticias todos los días, no digamos los cuerpos desmembrados de hombres y mujeres que dejan tirados en las calles o las cabezas con las que juegan futbol.

La otra falacia es no aplicar la pena de muerte porque existe la posibilidad de que nuestro régimen legal se equivoque y pueda condenar a un inocente. Posible si es, probable es muy difícil, por lo menos comparado con la oportunidad que tienen todos estos inocentes que mueren en este país a manos de delincuentes que no les dan la mínima posibilidad. Esto es una relación matemática simple, una equivocación probable contra más de seis mil muertes de inocentes por año. ¿Con cuál decisión quedaría su conciencia tranquila?

Por el otro lado, se dice que solo Dios tiene el derecho de quitarle la vida a un ser humano, y no nos ha dado el libre albedrio, para poder con reglas justas, el evitar que se le quite la vida a tanto inocente. No dice acaso la biblia “ojo por ojo y diente por diente”. Es que con la excusa de no poder gobernarnos sabiamente, debemos dejar en las manos del mal la decisión de quien vive y quien muere. ¿Estará Dios de acuerdo con la acción de tanto malvado?

Es cierto que hay cadena perpetuas y otras penas largas, pero vuelvo a preguntar: ¿Es justo, en un país tan pobre como el nuestro, que mantengamos a estos salvajes, alimentados, vestidos y cuidados? Mientras hay tantos niños sin recursos, ni siquiera para tener una nutrición decente y menos una educación mínima para tener oportunidades de una vida digna. Y siempre tienen la posibilidad de una reducción de penas o corrupción y que salgan de la cárcel como si nada hubiera pasado. Los reos que no ameriten penas tan graves como la muerte, deberían ser usados para hacer caminos, picar piedra y trabajos forzados, en vez de ser una carga para la gente común y decente. Los delincuentes son ellos.

También se dice que la delincuencia es a causa de la pobreza o paternidad irresponsable, pero quién debe pagar por la irresponsabilidad de otros, ¿Nosotros o nuestra familia?

Simplemente les recuerdo que la pena de muerte es una opción que el delincuente elije a sabiendas, mucho antes de que cometa el crimen con premeditación, ventaja y alevosía. ¿No es entonces más bien un SUICIDIO?

Desde el punto de vista psicológico para los deudos, esta pena es muy importante para los familiares de las víctimas para que puedan incluso sobreponerse a su duelo.

La parte fundamental de una regla o Ley, como la Pena de muerte para que funcione como disuasivo, es que debe cumplirse. Sí agotados todos los recursos legales, se ha declarado la culpabilidad del malhechor y se dicta sentencia. ¡La Ley se cumple! No puede haber un veto presidencial, cual Emperador, que de manera voluntariosa o politiquera deje de lado el debido proceso.

Lo que no puede haber es una Ley escrita en mantequilla, que todos sabemos que no se cumple, pues se convierte en una comedia de bufones.

¿La pena de muerte disuade la comisión del delito?

Redacción
19 de febrero, 2015

Por Oscar Bonilla

Definitivamente NO, todos esos guatemaltecos que son condenados a muerte por sus asesinos cada día, ciertamente no van a disuadir a estos maleantes de no cometer este delito. En este país mueren más de veinte inocentes cada vez que el sol cumple su ciclo diario. Estas personas no tienen el chance de elegir si van ser condenados a muerte, simplemente, salen a trabajar, a visitar a sus amigos o familia y se encuentran con estos forajidos que toman su vida con saña y sin juicio ni pruebas, los condenan a muerte porque les da la gana. En cambio estos maleantes si eligen su propia condena a muerte, ya que ellos deciden cometer el delito cuya pena es la muerte.

Es muy común oír que la pena de muerte no ha disminuido la cantidad de delitos en Guatemala, aún cuando hay una ley que tiene la pena de muerte por la comisión de ciertos delitos. Sin embargo, hay que recordar que la idea de una pena capital es hacer pensar a cualquiera, antes de cometer un hecho que sea tan atroz o salvaje que amerite tal castigo. Esto no es algo que se ha inventado recientemente, esta pena ha sido una herramienta que el hombre ha usado en Europa, en Asia y cualquier latitud de la tierra, incluso nuestra América pre-colombina. En las cunas de la civilización, como la Griega y la Romana esta fue una práctica común que sirvió para que sus gobernantes sentarán precedentes para quienes no cumplieran la ley. De igual manera, Gengis Khan, estableció su liderazgo, con tres reglas sencillas 1) no robar; 2) no traicionar a su líder y; 3) no holgazanear y so pena de muerte, gobernó el Imperio más grande de la antigüedad.

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El problema de nuestro sistema legal es que se promete la pena, pero muy pocas veces se cumple. Se habla que en los últimos años se ha cumplido con esta condena en no más de veinte veces, la cantidad de inocentes que se matan en un solo día en este país. Se dice que una de las condenas que se cumplió por fusilamiento, fue un espectáculo tan grotesco porque fue transmitido por televisión. No es mil veces más grotesco, el ver los cadáveres por la noticias todos los días, no digamos los cuerpos desmembrados de hombres y mujeres que dejan tirados en las calles o las cabezas con las que juegan futbol.

La otra falacia es no aplicar la pena de muerte porque existe la posibilidad de que nuestro régimen legal se equivoque y pueda condenar a un inocente. Posible si es, probable es muy difícil, por lo menos comparado con la oportunidad que tienen todos estos inocentes que mueren en este país a manos de delincuentes que no les dan la mínima posibilidad. Esto es una relación matemática simple, una equivocación probable contra más de seis mil muertes de inocentes por año. ¿Con cuál decisión quedaría su conciencia tranquila?

Por el otro lado, se dice que solo Dios tiene el derecho de quitarle la vida a un ser humano, y no nos ha dado el libre albedrio, para poder con reglas justas, el evitar que se le quite la vida a tanto inocente. No dice acaso la biblia “ojo por ojo y diente por diente”. Es que con la excusa de no poder gobernarnos sabiamente, debemos dejar en las manos del mal la decisión de quien vive y quien muere. ¿Estará Dios de acuerdo con la acción de tanto malvado?

Es cierto que hay cadena perpetuas y otras penas largas, pero vuelvo a preguntar: ¿Es justo, en un país tan pobre como el nuestro, que mantengamos a estos salvajes, alimentados, vestidos y cuidados? Mientras hay tantos niños sin recursos, ni siquiera para tener una nutrición decente y menos una educación mínima para tener oportunidades de una vida digna. Y siempre tienen la posibilidad de una reducción de penas o corrupción y que salgan de la cárcel como si nada hubiera pasado. Los reos que no ameriten penas tan graves como la muerte, deberían ser usados para hacer caminos, picar piedra y trabajos forzados, en vez de ser una carga para la gente común y decente. Los delincuentes son ellos.

También se dice que la delincuencia es a causa de la pobreza o paternidad irresponsable, pero quién debe pagar por la irresponsabilidad de otros, ¿Nosotros o nuestra familia?

Simplemente les recuerdo que la pena de muerte es una opción que el delincuente elije a sabiendas, mucho antes de que cometa el crimen con premeditación, ventaja y alevosía. ¿No es entonces más bien un SUICIDIO?

Desde el punto de vista psicológico para los deudos, esta pena es muy importante para los familiares de las víctimas para que puedan incluso sobreponerse a su duelo.

La parte fundamental de una regla o Ley, como la Pena de muerte para que funcione como disuasivo, es que debe cumplirse. Sí agotados todos los recursos legales, se ha declarado la culpabilidad del malhechor y se dicta sentencia. ¡La Ley se cumple! No puede haber un veto presidencial, cual Emperador, que de manera voluntariosa o politiquera deje de lado el debido proceso.

Lo que no puede haber es una Ley escrita en mantequilla, que todos sabemos que no se cumple, pues se convierte en una comedia de bufones.