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Operación Oportunidad de hacer campaña

Redacción
23 de febrero, 2015

Repartir raciones y bolsas de alimentos tradición de aquel politiquero que desde un cargo público sigue condenando al hambre a todo un país. La SESAN, CONASAN y MAGA son ejemplo de ello. Hacen campaña -foto y acto incluido- con fertilizantes y bolsas de alimentos; pero también con tenis, pelotas y hasta magdalenas.

La “operación oportunidad” del PP, no es diferente al plan de solidaridad de la UNE o el programa de fertilizantes del FRG: es la continuidad, es lo que hemos tenido año tras año, funcionario tras funcionario: continuidad de políticas populistas, clientelares, caras para el contribuyente e ineficientes para el supuesto beneficiario.

En países como Brasil, Chile, Estados Unidos, India, Indonesia encontramos la apuesta acertada para combatir la sequía, inundaciones y plagas que acaban con los cultivos y los ingresos de los agricultores. Una respuesta basada en ciencia, investigación y desarrollo.

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En Guatemala, los funcionarios de turno tienen la oportunidad de cambiar el escenario pero prefieren seguir repartiendo más de lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana. Personalmente soy testigo de cómo abiertamente no solo evaden la discusión sobre innovación y biotecnología bloqueando con esto el acceso al desarrollo para miles; al punto de cooptar a quien se atreva sugerir desmantelar los infértiles programas de fertilizantes, como sucedió con una representante de “sociedad civil” en la CONASAN.

En el mundo muchos países invierten en lo privado y en lo público en programas exitosos de I+D que benefician a millones de pequeños productores; como EMBRAPA en Brasil, país que produce más de 190 millones de toneladas de alimentos, incluyendo frijol, soya, y maíz genéticamente modificados. Chile, primer exportador mundial de semillas genéticamente modificadas, o Indonesia con caña de azúcar y berenjena entre otros.

El marco regulatorio de estos países no es perfecto, ni ha sido adoptado con rapidez, les ha tomado más de 20 o 30 años en algunos casos, pero van avanzando como el caso de Brasil que inició en 1997, Colombia desde 1996 y en donde en 19 departamentos del país se siembra maíz transgénico, además de papa, arroz, yuca, caña, flores. Evidentemente, estos países nos llevan esos mismos años de ventaja en la carrera del desarrollo de tecnología agrícola para competir en los mercados mundiales no solo de materias primas sino también y principalmente en productos de mayor valor agregado como flores, frutas y vegetales. El principal reto para algunos sigue siendo la agilización y facilitación de procesos en materia de bioseguridad y en cumplimiento de los acuerdos internacionales.

La sequía se combate con tecnología e infraestructura. En Israel, por ejemplo, llevan agua desde un lago atravesando casi medio país, usando además sistemas de riego por goteo. “Algo así como si en Guatemala metieran tubos en el lago de Izabal para llevar agua hacia el corredor seco. Es así de simple, se acaba la sequía, sólo requiere voluntad, decisión y liderazgo político” me dijo un diplomático que no tengo autorización para citar.

Lo mismo sucede con la biotecnología, otros países -en lo privado y en lo público- han desarrollado variedades de maíz y frijol resistentes a la falta o exceso de agua que no solo evitarían que se pierdan cosechas, sino mejoraría rendimientos y los ingresos de los agricultores. Esto dos ejemplos son una verdadera respuesta a la crisis alimentaria. El problema es que se acabaría el show anual que garantiza la campaña permanente pagada con nuestros impuestos.

Crédito, tecnología e infraestructura es la oportunidad que el gobierno debe dar, me dijo un cooperativista brasileño. Y no hablaba de regalos, hablaba sobre facilitación de la inversión, sobre la diferencia que hace que se permita utilizar lo que en otros países como en Guatemala está prácticamente prohibido para muchos: la investigación y el desarrollo tecnológico.

La libertad económica, la libertad de emprender, investigar y desarrollar son clave para la inversión y la productividad. Vale preguntar, plan oportunidad ¿oportunidad para quién?

Operación Oportunidad de hacer campaña

Redacción
23 de febrero, 2015

Repartir raciones y bolsas de alimentos tradición de aquel politiquero que desde un cargo público sigue condenando al hambre a todo un país. La SESAN, CONASAN y MAGA son ejemplo de ello. Hacen campaña -foto y acto incluido- con fertilizantes y bolsas de alimentos; pero también con tenis, pelotas y hasta magdalenas.

La “operación oportunidad” del PP, no es diferente al plan de solidaridad de la UNE o el programa de fertilizantes del FRG: es la continuidad, es lo que hemos tenido año tras año, funcionario tras funcionario: continuidad de políticas populistas, clientelares, caras para el contribuyente e ineficientes para el supuesto beneficiario.

En países como Brasil, Chile, Estados Unidos, India, Indonesia encontramos la apuesta acertada para combatir la sequía, inundaciones y plagas que acaban con los cultivos y los ingresos de los agricultores. Una respuesta basada en ciencia, investigación y desarrollo.

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En Guatemala, los funcionarios de turno tienen la oportunidad de cambiar el escenario pero prefieren seguir repartiendo más de lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana. Personalmente soy testigo de cómo abiertamente no solo evaden la discusión sobre innovación y biotecnología bloqueando con esto el acceso al desarrollo para miles; al punto de cooptar a quien se atreva sugerir desmantelar los infértiles programas de fertilizantes, como sucedió con una representante de “sociedad civil” en la CONASAN.

En el mundo muchos países invierten en lo privado y en lo público en programas exitosos de I+D que benefician a millones de pequeños productores; como EMBRAPA en Brasil, país que produce más de 190 millones de toneladas de alimentos, incluyendo frijol, soya, y maíz genéticamente modificados. Chile, primer exportador mundial de semillas genéticamente modificadas, o Indonesia con caña de azúcar y berenjena entre otros.

El marco regulatorio de estos países no es perfecto, ni ha sido adoptado con rapidez, les ha tomado más de 20 o 30 años en algunos casos, pero van avanzando como el caso de Brasil que inició en 1997, Colombia desde 1996 y en donde en 19 departamentos del país se siembra maíz transgénico, además de papa, arroz, yuca, caña, flores. Evidentemente, estos países nos llevan esos mismos años de ventaja en la carrera del desarrollo de tecnología agrícola para competir en los mercados mundiales no solo de materias primas sino también y principalmente en productos de mayor valor agregado como flores, frutas y vegetales. El principal reto para algunos sigue siendo la agilización y facilitación de procesos en materia de bioseguridad y en cumplimiento de los acuerdos internacionales.

La sequía se combate con tecnología e infraestructura. En Israel, por ejemplo, llevan agua desde un lago atravesando casi medio país, usando además sistemas de riego por goteo. “Algo así como si en Guatemala metieran tubos en el lago de Izabal para llevar agua hacia el corredor seco. Es así de simple, se acaba la sequía, sólo requiere voluntad, decisión y liderazgo político” me dijo un diplomático que no tengo autorización para citar.

Lo mismo sucede con la biotecnología, otros países -en lo privado y en lo público- han desarrollado variedades de maíz y frijol resistentes a la falta o exceso de agua que no solo evitarían que se pierdan cosechas, sino mejoraría rendimientos y los ingresos de los agricultores. Esto dos ejemplos son una verdadera respuesta a la crisis alimentaria. El problema es que se acabaría el show anual que garantiza la campaña permanente pagada con nuestros impuestos.

Crédito, tecnología e infraestructura es la oportunidad que el gobierno debe dar, me dijo un cooperativista brasileño. Y no hablaba de regalos, hablaba sobre facilitación de la inversión, sobre la diferencia que hace que se permita utilizar lo que en otros países como en Guatemala está prácticamente prohibido para muchos: la investigación y el desarrollo tecnológico.

La libertad económica, la libertad de emprender, investigar y desarrollar son clave para la inversión y la productividad. Vale preguntar, plan oportunidad ¿oportunidad para quién?