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Análisis de las leyes laborales

Redacción
24 de febrero, 2015

Es común pensar que las leyes laborales benefician a los trabajadores, sin embargo en el corto plazo benefician a unos trabajadores pero perjudican a otros y en el largo plazo perjudican a todos.  Es contra-intuitivo pero demostrar este argumento es el objetivo de este comentario.  Cualquiera que ha sido empleado en algún momento de su vida se puede relacionar con un sentimiento de dependencia ante su empleador, se percibe que la empresa tiene todo el poder y que el empleado debe de aceptar las condiciones del trabajo sin ninguna posibilidad de protesta.  Estos sentimientos existen y son la génesis de leyes laborales que buscan nivelar la ecuación de poder entre empresa y empleado, las leyes buscan garantizar un nivel mínimo de ingresos, mejorar las condiciones físicas de trabajo, limitar las horas de trabajo por semana, proteger a los empleados de ser despedidos, etc.  Las leyes tienen buenas intenciones pero los legisladores no controlan la cantidad de puestos de trabajo disponibles en la economía, esto dependerá de las empresas.

Una empresa, para sobrevivir, tiene que generar ganancias, podríamos decir que ese es el oxígeno de una empresa, sin ganancias la empresa no existirá mucho tiempo.  Una empresa no existe para crear puestos de trabajo, es más, las empresas buscarán producir la mayor cantidad de bienes con la menor cantidad de personas, o lo que es lo mismo, buscarán ser productivas.  Bajo la misma lógica, buscarán pagarle lo menos posible a sus trabajadores.  Esta es nuestra realidad, y comienza con el consumidor, ya que cada día que alguien decide comprar un producto y no comprar otro, está recompensando a una empresa y rechazando a otra.  Si un consumidor analiza dos artículos parecidos y uno es más caro, usualmente elegirá el más barato.  Las empresas operan en este ambiente competitivo y están siempre entre dos límites, uno es el precio que los consumidores están dispuestos a pagar y el otro son los costos necesarios para producir el producto y llevarlo al punto de venta (“costo total unitario”).  La diferencia entre el costo total unitario y el precio al consumidor es la ganancia unitaria.

El trabajador es un costo para la empresa, y como todo costo, la empresa buscará que sea lo más bajo posible.  Sin embargo, así como la empresa tiene que observar los precios de sus competidores directos, también tiene que pagar salarios que logren retener a sus empleados.  Las empresas por si solas serán muy reacias a incrementar salarios, pero si ven que los trabajadores están renunciando y están obteniendo trabajo en otra empresa, tendrán que reaccionar y ver cómo retienen personal.  La competencia entre empresas en el mercado laboral es el mejor y tal vez único amigo de la clase trabajadora.  Y para que exista competencia en el mercado laboral se necesitan más empresas y más inversiones.

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Cuando el gobierno restringe la cantidad de horas de trabajo o impone salarios mínimos, las empresas necesariamente ajustan su estructura de costos, la cual ha incrementado debido a las leyes.  Las empresas en donde el costo total unitario ahora excede el precio unitario tendrán que realizar cambios, ya sea cerrar operaciones o solo producir y tener sus productos disponibles en los puntos de venta más rentables, en ambos casos requerirán de menos personal.  Los empleados que logren retener su empleo estarán en mejores condiciones pero existirán otros empleados que se quedarán sin trabajo, por lo tanto en el corto plazo las leyes laborales benefician a unos y perjudican a otros.

La potencial expansión de operaciones de empresas existentes y la introducción de nuevas empresas también tomarán en cuenta los costos de las leyes laborales y por lógica menos inversiones serán realizadas de las que hubieran existido en la ausencia de las leyes laborales, ya que los inversionistas también tienen opciones geográficas.  Por ejemplo, en Europa, Inglaterra tiene menos leyes laborales que Francia, el salario mínimo es menor y las empresas pueden despedir a sus empleados con relativa facilidad.  Esto ha llevado a que se establezcan más empresas en Inglaterra y menos en Francia, llevando a que el desempleo en Francia sea mucho mayor que en Inglaterra.  Por lo que, en el largo plazo las leyes laborales perjudican a todos los trabajadores porque elevan los costos unitarios y desalientan la inversión.  Analicemos este tema sin pasiones y desde un punto de vista técnico, las emociones no tienen mucha utilidad en la ciencia de la economía y las buenas intenciones no son suficientes para obtener los resultados deseados.

Análisis de las leyes laborales

Redacción
24 de febrero, 2015

Es común pensar que las leyes laborales benefician a los trabajadores, sin embargo en el corto plazo benefician a unos trabajadores pero perjudican a otros y en el largo plazo perjudican a todos.  Es contra-intuitivo pero demostrar este argumento es el objetivo de este comentario.  Cualquiera que ha sido empleado en algún momento de su vida se puede relacionar con un sentimiento de dependencia ante su empleador, se percibe que la empresa tiene todo el poder y que el empleado debe de aceptar las condiciones del trabajo sin ninguna posibilidad de protesta.  Estos sentimientos existen y son la génesis de leyes laborales que buscan nivelar la ecuación de poder entre empresa y empleado, las leyes buscan garantizar un nivel mínimo de ingresos, mejorar las condiciones físicas de trabajo, limitar las horas de trabajo por semana, proteger a los empleados de ser despedidos, etc.  Las leyes tienen buenas intenciones pero los legisladores no controlan la cantidad de puestos de trabajo disponibles en la economía, esto dependerá de las empresas.

Una empresa, para sobrevivir, tiene que generar ganancias, podríamos decir que ese es el oxígeno de una empresa, sin ganancias la empresa no existirá mucho tiempo.  Una empresa no existe para crear puestos de trabajo, es más, las empresas buscarán producir la mayor cantidad de bienes con la menor cantidad de personas, o lo que es lo mismo, buscarán ser productivas.  Bajo la misma lógica, buscarán pagarle lo menos posible a sus trabajadores.  Esta es nuestra realidad, y comienza con el consumidor, ya que cada día que alguien decide comprar un producto y no comprar otro, está recompensando a una empresa y rechazando a otra.  Si un consumidor analiza dos artículos parecidos y uno es más caro, usualmente elegirá el más barato.  Las empresas operan en este ambiente competitivo y están siempre entre dos límites, uno es el precio que los consumidores están dispuestos a pagar y el otro son los costos necesarios para producir el producto y llevarlo al punto de venta (“costo total unitario”).  La diferencia entre el costo total unitario y el precio al consumidor es la ganancia unitaria.

El trabajador es un costo para la empresa, y como todo costo, la empresa buscará que sea lo más bajo posible.  Sin embargo, así como la empresa tiene que observar los precios de sus competidores directos, también tiene que pagar salarios que logren retener a sus empleados.  Las empresas por si solas serán muy reacias a incrementar salarios, pero si ven que los trabajadores están renunciando y están obteniendo trabajo en otra empresa, tendrán que reaccionar y ver cómo retienen personal.  La competencia entre empresas en el mercado laboral es el mejor y tal vez único amigo de la clase trabajadora.  Y para que exista competencia en el mercado laboral se necesitan más empresas y más inversiones.

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Cuando el gobierno restringe la cantidad de horas de trabajo o impone salarios mínimos, las empresas necesariamente ajustan su estructura de costos, la cual ha incrementado debido a las leyes.  Las empresas en donde el costo total unitario ahora excede el precio unitario tendrán que realizar cambios, ya sea cerrar operaciones o solo producir y tener sus productos disponibles en los puntos de venta más rentables, en ambos casos requerirán de menos personal.  Los empleados que logren retener su empleo estarán en mejores condiciones pero existirán otros empleados que se quedarán sin trabajo, por lo tanto en el corto plazo las leyes laborales benefician a unos y perjudican a otros.

La potencial expansión de operaciones de empresas existentes y la introducción de nuevas empresas también tomarán en cuenta los costos de las leyes laborales y por lógica menos inversiones serán realizadas de las que hubieran existido en la ausencia de las leyes laborales, ya que los inversionistas también tienen opciones geográficas.  Por ejemplo, en Europa, Inglaterra tiene menos leyes laborales que Francia, el salario mínimo es menor y las empresas pueden despedir a sus empleados con relativa facilidad.  Esto ha llevado a que se establezcan más empresas en Inglaterra y menos en Francia, llevando a que el desempleo en Francia sea mucho mayor que en Inglaterra.  Por lo que, en el largo plazo las leyes laborales perjudican a todos los trabajadores porque elevan los costos unitarios y desalientan la inversión.  Analicemos este tema sin pasiones y desde un punto de vista técnico, las emociones no tienen mucha utilidad en la ciencia de la economía y las buenas intenciones no son suficientes para obtener los resultados deseados.