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La democracia en Guatemala III

Redacción
06 de febrero, 2015

Si la democracia es un fin político tan perseguido por las sociedades modernas ¿por qué no ha arrojado los resultados esperados? Veamos a Guatemala nada más, está por cumplir 30 años de vivir en democracia y sus avances en bienestar humano son magros.

Según el reporte Crimen y Violencia en Centroamérica del Banco Mundial (BM), Guatemala es uno de los países más violentos de América Latina. El estudio Evaluación de la Pobreza en Guatemala del BM indica que un 53.7% de los guatemaltecos viven en la pobreza. El Economic Freedom of the World Report colocó a Guatemala en el puesto 56 de 152 países en materia de libertad económica. El Índice de Desarrollo Humano muestra que nuestros niveles de desnutrición y mortalidad materno-infantil son los más altos de Centro América y de 187 países evaluados, ocupamos la posición 137.

¿Por qué tenemos tan malos índices? Primero dejemos claro algo, los fenómenos sociales son el resultado de varias fuerzas que operan al mismo tiempo y que a su vez son causas que desatan nuevos fenómenos. Es demasiado difícil –por no decir simplista– abarcar todo lo que sucede en la sociedad en una única explicación. Digo esto porque en el mundo que nos ha tocado vivir encontraremos de todo: países como China, que no es una democracia pero su economía prospera a un ritmo envidiable, o las naciones latinas con sus democracias por un lado y sus débiles economías por el otro. O qué tal las antiguas colonias europeas en África, semilleros de la anarquía, en comparación con Hong Kong, colonia británica hasta finales del siglo XX y hoy luminaria del primer mundo.

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Regresando a Guatemala, el hecho de tener una democracia que procesalmente funcione, es decir, que permita el cambio pacífico del poder, no asegura prosperidad económica, paz o civilización. La democracia es otra manifestación del poder. Es un mecanismo para elegir a las personas que crearán leyes que nos obliguen a hacer algo que probablemente no queremos o que nos prohíban hacer algo que sí queremos hacer. Más allá de permitir una suave renovación del poder y darle opinión al pueblo, la democracia no podrá hacer más. Un pueblo civilizado necesita de más instituciones, de tribunales fuertes e independientes del poder político que permitan resolver las controversias de la sociedad, que pongan un alto al abuso del gobierno y que le pongan límites a la democracia. Necesita también de una clara distinción entre las funciones ejecutivas y legislativas y que cada una de estas pueda impedir que la otra cree desmanes. Un país civilizado necesita marchar sobre ciertos principios fundamentales, como el hecho que todos los hombres son creados iguales y que a nadie se le puede privar de sus derechos por razones de raza o religión. También necesita de una prensa libre que sigua los pasos del poder como la sombra al cuerpo.

La democracia, junto con estas otras instituciones, permite una sociedad pacífica y civilizada que resuelve sus problemas con el diálogo, no con las armas, y que crea un clima cálido para las inversiones que llevan pan y leche a los hogares de las clases medias. Estas condiciones, unidas a fronteras abiertas, impuestos benignos, políticas laborales flexibles y una moneda estable, permiten el desarrollo económico.

En conclusión, para que un país sea verdaderamente civilizado y próspero debe cumplir de presupuestos fundamentales: gozar de libertad política y de libertad económica. Dichosos los países que lo han logrado.

¿Y Guatemala para cuándo?

La democracia en Guatemala III

Redacción
06 de febrero, 2015

Si la democracia es un fin político tan perseguido por las sociedades modernas ¿por qué no ha arrojado los resultados esperados? Veamos a Guatemala nada más, está por cumplir 30 años de vivir en democracia y sus avances en bienestar humano son magros.

Según el reporte Crimen y Violencia en Centroamérica del Banco Mundial (BM), Guatemala es uno de los países más violentos de América Latina. El estudio Evaluación de la Pobreza en Guatemala del BM indica que un 53.7% de los guatemaltecos viven en la pobreza. El Economic Freedom of the World Report colocó a Guatemala en el puesto 56 de 152 países en materia de libertad económica. El Índice de Desarrollo Humano muestra que nuestros niveles de desnutrición y mortalidad materno-infantil son los más altos de Centro América y de 187 países evaluados, ocupamos la posición 137.

¿Por qué tenemos tan malos índices? Primero dejemos claro algo, los fenómenos sociales son el resultado de varias fuerzas que operan al mismo tiempo y que a su vez son causas que desatan nuevos fenómenos. Es demasiado difícil –por no decir simplista– abarcar todo lo que sucede en la sociedad en una única explicación. Digo esto porque en el mundo que nos ha tocado vivir encontraremos de todo: países como China, que no es una democracia pero su economía prospera a un ritmo envidiable, o las naciones latinas con sus democracias por un lado y sus débiles economías por el otro. O qué tal las antiguas colonias europeas en África, semilleros de la anarquía, en comparación con Hong Kong, colonia británica hasta finales del siglo XX y hoy luminaria del primer mundo.

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Regresando a Guatemala, el hecho de tener una democracia que procesalmente funcione, es decir, que permita el cambio pacífico del poder, no asegura prosperidad económica, paz o civilización. La democracia es otra manifestación del poder. Es un mecanismo para elegir a las personas que crearán leyes que nos obliguen a hacer algo que probablemente no queremos o que nos prohíban hacer algo que sí queremos hacer. Más allá de permitir una suave renovación del poder y darle opinión al pueblo, la democracia no podrá hacer más. Un pueblo civilizado necesita de más instituciones, de tribunales fuertes e independientes del poder político que permitan resolver las controversias de la sociedad, que pongan un alto al abuso del gobierno y que le pongan límites a la democracia. Necesita también de una clara distinción entre las funciones ejecutivas y legislativas y que cada una de estas pueda impedir que la otra cree desmanes. Un país civilizado necesita marchar sobre ciertos principios fundamentales, como el hecho que todos los hombres son creados iguales y que a nadie se le puede privar de sus derechos por razones de raza o religión. También necesita de una prensa libre que sigua los pasos del poder como la sombra al cuerpo.

La democracia, junto con estas otras instituciones, permite una sociedad pacífica y civilizada que resuelve sus problemas con el diálogo, no con las armas, y que crea un clima cálido para las inversiones que llevan pan y leche a los hogares de las clases medias. Estas condiciones, unidas a fronteras abiertas, impuestos benignos, políticas laborales flexibles y una moneda estable, permiten el desarrollo económico.

En conclusión, para que un país sea verdaderamente civilizado y próspero debe cumplir de presupuestos fundamentales: gozar de libertad política y de libertad económica. Dichosos los países que lo han logrado.

¿Y Guatemala para cuándo?