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¿Quiénes somos indígenas en Guatemala?

Redacción
08 de febrero, 2015

Por Oscar Bonilla

De acuerdo al diccionario de la lengua de la Real Academia Española, el significado de “indígena” es: “originario del país de que se trata”. Por lo que en cuanto a Guatemala se refiere, esto incluye a todas aquellas personas que hemos nacido en el territorio delimitado como tal, sin importar nuestra apariencia física, la vestimenta o lenguaje materno. Y si no acoge a todos los extranjeros que por voluntad propia decidieron naturalizarse como guatemaltecos, es totalmente seguro que sus hijos, nacidos y originarios de este terruño sí lo serán.

Basado en lo anterior, me pregunto: ¿Qué se busca entonces, con el concepto de la diferenciación indígena? Esta estrategia de ponerle etiquetas a los guatemaltecos, sean estos indígenas o naturalizados, no tendrá una opacidad maliciosa, que no tiene ninguna lógica o razón. En Guatemala somos indígenas todos aquellos que dejamos el ombligo en este pedazo de tierra. ¡Y PUNTO!

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Que tanta diferencia puede haber entre el amor de un niño hacia su patria, dependiendo del origen fenotípico que pueda tener. Yo en lo personal creo firmemente que más bien dependerá de lo que sus padres y mentores puedan inculcarle durante el transcurso de su vida, que por los genes que posea. Que dicho sea de paso, se ha demostrado gracias a la tecnología moderna, que los seres humanos compartimos más del 99.9% del genoma, a diferencia de dos aldeas de simios en Africa a no más de 50 Kms de distancia, donde si han encontrado mayores diferencias. Y se cree que las distintas características físicas son más bien adaptaciones mínimas al entorno donde se desarrollaron. Y en la mayoría de los casos, una o a lo sumo dos generaciones son suficientes, para modificar la apariencia de los descendientes de cualquiera de los biotipos más extremos. Esto sin tomar en cuenta el mestizaje que en una sola generación puede, según las Leyes de Mendel, dar una progenie parecida a uno u otro progenitor, sino la mezcla de ambos.

Por otro lado, es suficiente con ir a cualquier aldea del Altiplano, emblemáticamente mayense, y cotejar los nombres de las personas que la habitan y encontraremos que una gran mayoría son de origen castellano. ¿Entonces qué paso aquí? Algún antropólogo podrá decir que un señor feudal de la época de la Colonia dio su apellido a los indígenas que eran de su propiedad o estaban asignados a su obediencia en determinado territorio. Situación hipotética, pero cuestionable. ¿Quién puede asegurar que no fueran en realidad sus hijos naturales con alguna mujer autóctona? Hoy día la prueba del ADN podría sin lugar a dudas dilucidar tal situación, pero 500 años atrás lo dudo. Cualquier conjetura no es más que una hipótesis muy difícil o imposible de probar.

De igual manera, todos aquellos que se creen criollos, es decir sin mestizaje, más vale que investiguen a fondo, y sin duda encontrarán a más de alguno de sus sesenta y cuatro tatarabuelos con gran cantidad de herencia indígena.

Por lo tanto, la única forma de indigenismo que nos debe importar es la de ser guatemalteco. Y esto es sentirnos todos orgullosos de ser el resultado de dos grandes culturas. Y hasta el día de hoy uno más uno es dos, nunca medio. Incluso desde el punto de vista de diversidad genética es una ventaja competitiva.

Un ejemplo de ello es la belleza de nuestros trajes típicos, que en realidad tuvieron un origen español. Que gracias al arte, laboriosidad y creatividad de nuestras mujeres, se vio enriquecido por la gama de colores que adornan nuestro paisaje e incrustado en los tejidos a través del telar. Otros son Antigua Guatemala o Chichicastenango, donde se puede ver una amalgama de ambas culturas en proporciones inversas, pero ambas con ese aporte de belleza, sin palangón en el mundo.

De esta suerte, cuando oigamos hablar de indígenas recordemos que estamos hablando de nosotros mismos, si todos aquellos que somos originarios de este bello país, llamado Guatemala.

Lo que nos se vale es incentivar este divisionismo que no existe y poner etiquetas basadas en una falacia diseñada para separar y lograr poder a través de este artilugio que no tiene razón de ser.

De igual modo el vocablo maya se define como: “dícese del individuo de cualquiera de la las tribus indias que hoy habitan Yucatán y otras regiones adyacentes” o “perteneciente o relativo a estas tribus”. Sin embargo, se sabe que estas tribus indígenas desaparecieron de estas áreas, incluso mucho antes de la llegada de los españoles, por lo que sus descendientes seguramente se mezclaron con otras de origen Azteca u Olmeca, por lo que estas raíces mayensis tienen una connotación dudosa, además de que el mestizaje es tal, que difícilmente haya una línea pura que podamos identificar como Maya.

Yo creo que ya es hora de conocer mejor nuestras raíces y tomar ventaja de las cualidades de todas aquellas culturas que han formado la GUATEMALIDAD de hoy y sentirnos muy orgullosos de ser guatemaltecos. Antes de empantanar nuestro desarrollo en conceptos sin fundamento y peor aún sin futuro.

Hoy día el idioma internacional es el inglés. ¿Por qué? Pues simplemente porque la mayoría de los que se aliaron a ganar las guerras mundiales hablaban este idioma, de lo contrario posiblemente sería alemán o ruso. En este idioma se encuentra disponible hoy la mayor cantidad de información de la modernidad e incluso la historia del mundo. Por tal razón, busquemos que nuestros indígenas, nosotros, nos eduquemos en una lengua viva. No los condenemos a la ignorancia por la falta de información disponible. Busquemos que no se pierdan las lenguas autóctonas por cuestiones académicas, pero eso no implica que se estudie en ellas. Que el gobierno rescate las más importantes y no perdamos nuestro patrimonio, pero eso es algo diferente. En Conclusión: ¡SINTAMONOS ORGULLOSOS TODOS, DE SER, INDÍGENAS GUATEMALTECOS!

¿Quiénes somos indígenas en Guatemala?

Redacción
08 de febrero, 2015

Por Oscar Bonilla

De acuerdo al diccionario de la lengua de la Real Academia Española, el significado de “indígena” es: “originario del país de que se trata”. Por lo que en cuanto a Guatemala se refiere, esto incluye a todas aquellas personas que hemos nacido en el territorio delimitado como tal, sin importar nuestra apariencia física, la vestimenta o lenguaje materno. Y si no acoge a todos los extranjeros que por voluntad propia decidieron naturalizarse como guatemaltecos, es totalmente seguro que sus hijos, nacidos y originarios de este terruño sí lo serán.

Basado en lo anterior, me pregunto: ¿Qué se busca entonces, con el concepto de la diferenciación indígena? Esta estrategia de ponerle etiquetas a los guatemaltecos, sean estos indígenas o naturalizados, no tendrá una opacidad maliciosa, que no tiene ninguna lógica o razón. En Guatemala somos indígenas todos aquellos que dejamos el ombligo en este pedazo de tierra. ¡Y PUNTO!

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Que tanta diferencia puede haber entre el amor de un niño hacia su patria, dependiendo del origen fenotípico que pueda tener. Yo en lo personal creo firmemente que más bien dependerá de lo que sus padres y mentores puedan inculcarle durante el transcurso de su vida, que por los genes que posea. Que dicho sea de paso, se ha demostrado gracias a la tecnología moderna, que los seres humanos compartimos más del 99.9% del genoma, a diferencia de dos aldeas de simios en Africa a no más de 50 Kms de distancia, donde si han encontrado mayores diferencias. Y se cree que las distintas características físicas son más bien adaptaciones mínimas al entorno donde se desarrollaron. Y en la mayoría de los casos, una o a lo sumo dos generaciones son suficientes, para modificar la apariencia de los descendientes de cualquiera de los biotipos más extremos. Esto sin tomar en cuenta el mestizaje que en una sola generación puede, según las Leyes de Mendel, dar una progenie parecida a uno u otro progenitor, sino la mezcla de ambos.

Por otro lado, es suficiente con ir a cualquier aldea del Altiplano, emblemáticamente mayense, y cotejar los nombres de las personas que la habitan y encontraremos que una gran mayoría son de origen castellano. ¿Entonces qué paso aquí? Algún antropólogo podrá decir que un señor feudal de la época de la Colonia dio su apellido a los indígenas que eran de su propiedad o estaban asignados a su obediencia en determinado territorio. Situación hipotética, pero cuestionable. ¿Quién puede asegurar que no fueran en realidad sus hijos naturales con alguna mujer autóctona? Hoy día la prueba del ADN podría sin lugar a dudas dilucidar tal situación, pero 500 años atrás lo dudo. Cualquier conjetura no es más que una hipótesis muy difícil o imposible de probar.

De igual manera, todos aquellos que se creen criollos, es decir sin mestizaje, más vale que investiguen a fondo, y sin duda encontrarán a más de alguno de sus sesenta y cuatro tatarabuelos con gran cantidad de herencia indígena.

Por lo tanto, la única forma de indigenismo que nos debe importar es la de ser guatemalteco. Y esto es sentirnos todos orgullosos de ser el resultado de dos grandes culturas. Y hasta el día de hoy uno más uno es dos, nunca medio. Incluso desde el punto de vista de diversidad genética es una ventaja competitiva.

Un ejemplo de ello es la belleza de nuestros trajes típicos, que en realidad tuvieron un origen español. Que gracias al arte, laboriosidad y creatividad de nuestras mujeres, se vio enriquecido por la gama de colores que adornan nuestro paisaje e incrustado en los tejidos a través del telar. Otros son Antigua Guatemala o Chichicastenango, donde se puede ver una amalgama de ambas culturas en proporciones inversas, pero ambas con ese aporte de belleza, sin palangón en el mundo.

De esta suerte, cuando oigamos hablar de indígenas recordemos que estamos hablando de nosotros mismos, si todos aquellos que somos originarios de este bello país, llamado Guatemala.

Lo que nos se vale es incentivar este divisionismo que no existe y poner etiquetas basadas en una falacia diseñada para separar y lograr poder a través de este artilugio que no tiene razón de ser.

De igual modo el vocablo maya se define como: “dícese del individuo de cualquiera de la las tribus indias que hoy habitan Yucatán y otras regiones adyacentes” o “perteneciente o relativo a estas tribus”. Sin embargo, se sabe que estas tribus indígenas desaparecieron de estas áreas, incluso mucho antes de la llegada de los españoles, por lo que sus descendientes seguramente se mezclaron con otras de origen Azteca u Olmeca, por lo que estas raíces mayensis tienen una connotación dudosa, además de que el mestizaje es tal, que difícilmente haya una línea pura que podamos identificar como Maya.

Yo creo que ya es hora de conocer mejor nuestras raíces y tomar ventaja de las cualidades de todas aquellas culturas que han formado la GUATEMALIDAD de hoy y sentirnos muy orgullosos de ser guatemaltecos. Antes de empantanar nuestro desarrollo en conceptos sin fundamento y peor aún sin futuro.

Hoy día el idioma internacional es el inglés. ¿Por qué? Pues simplemente porque la mayoría de los que se aliaron a ganar las guerras mundiales hablaban este idioma, de lo contrario posiblemente sería alemán o ruso. En este idioma se encuentra disponible hoy la mayor cantidad de información de la modernidad e incluso la historia del mundo. Por tal razón, busquemos que nuestros indígenas, nosotros, nos eduquemos en una lengua viva. No los condenemos a la ignorancia por la falta de información disponible. Busquemos que no se pierdan las lenguas autóctonas por cuestiones académicas, pero eso no implica que se estudie en ellas. Que el gobierno rescate las más importantes y no perdamos nuestro patrimonio, pero eso es algo diferente. En Conclusión: ¡SINTAMONOS ORGULLOSOS TODOS, DE SER, INDÍGENAS GUATEMALTECOS!