El nueve de marzo, Barak Obama – presidente de EE.UU.- anunció una serie de medidas en contra de siete funcionarios venezolanos, entre ellos la fiscal Katherine Harrington conocida por investigar y acusar a líderes de la oposición como la exdiputada María Corina Machado y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, entre otros. Las sanciones incluyen suspensión de visas y congelación de activos en territorio estadounidense, así como la prohibición de hacer negocios con los señalados.
La orden ejecutiva, firmada por Obama, declara que: “la situación en Venezuela, incluida la erosión de garantías constitucionales por parte del Gobierno de Venezuela, la persecución de los oponentes políticos, el constreñimiento de la libertad de prensa, el empleo de la violencia y las violaciones y abusos de derechos humanos en respuesta a las protestas antigubernamentales, y el arresto y la detención de manifestantes antigubernamentales, así como el agravante de una corrupción pública significativa, constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política externa de Estados Unidos, y yo por la presente declaro emergencia nacional para abordar esa amenaza”.
A raíz de estas sanciones, el presidente venezolano Nicolás Maduro fue recibido de urgencia en la Asamblea Nacional de su país para pedir “poderes especiales”. Estos poderes según explicó –o durmió-, en un discurso de más de dos horas, serían para defender “a la patria” de las agresiones del “imperialismo norteamericano”.
Básicamente lo que Maduro estaba haciendo era aprovechar la oportunidad para pedir una Ley Habilitante para gobernar a su sabor y antojo, sin recato o pudor alguno, sin hacer siquiera la farsa de una división de poderes –de por sí inexistente- ya que la Ley Habilitante faculta al presidente para dictar “Decretos con Rango, Valor y Fuerza de Ley sobre las materias que estime pertinentes de acuerdo a las necesidades y/o emergencia del país”.
Es irónico que en una “república” como Venezuela exista en su Constitución un artículo que permita la dictadura. Es claro entonces que la democracia permite esos caminos retorcidos en busca de la legitimidad del totalitarismo. Así que ayer, democráticamente, en sesión extraordinaria la Asamblea Nacional aprobó la “Ley Habilitante Antiimperialista para la Paz” la cual tendrá vigencia hasta finales de este año.
Pretextos quiere Maduro para desviar la atención de los problemas más importantes en el país como la inflación –la mayor en el mundo-, la escasez de productos básicos, el aumento de la criminalidad y las próximas elecciones parlamentarias, por solo mencionar algunos. Pretextos quiere Maduro para obviar que su popularidad va en declive, ahora tiene la excusa perfecta para autonombrarse defensor de la patria.
Los regímenes totalitarios necesitan de un enemigo común, por lo general imaginario, para obtener más poder y controlar aún más los pocos espacios libres de intervención. Con la excusa de una “invasión extranjera” ya sea territorial, cultural o económica -no importa cuál- politiqueros como Maduro intentan legitimar el poder absoluto. Como era de esperarse, gobiernos como el de Cuba, Nicaragua e Irán ya le han ofrecido su apoyo incondicional: a final de cuentas entre ellos se tienen que respaldar.
Maduro está aprovechando el debilitamiento de las instituciones para enterrarlas cada vez más. Está utilizando cualquier excusa que pueda para dar rienda suelta a su vena totalitaria, y quienes están a su alrededor también buscan permanecer en el poder el mayor tiempo posible.
Los politiqueros siempre van a encontrar pretextos para hacerse de más poder y aumentar así su fortuna y la de quienes les rodean. Siempre van a buscar pretextos para debilitar aquellos contrapesos que los limiten. Los pretextos los harán exitosos si no hacemos el esfuerzo de pensar por nosotros mismos y actuar. Entonces, ¿usted pone algún pretexto para evitar la tarea de aclararse las ideas?
@Md30
Facebook.com/mda30
https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2015/03/09/fact-sheet-venezuela-executive-order
El nueve de marzo, Barak Obama – presidente de EE.UU.- anunció una serie de medidas en contra de siete funcionarios venezolanos, entre ellos la fiscal Katherine Harrington conocida por investigar y acusar a líderes de la oposición como la exdiputada María Corina Machado y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, entre otros. Las sanciones incluyen suspensión de visas y congelación de activos en territorio estadounidense, así como la prohibición de hacer negocios con los señalados.
La orden ejecutiva, firmada por Obama, declara que: “la situación en Venezuela, incluida la erosión de garantías constitucionales por parte del Gobierno de Venezuela, la persecución de los oponentes políticos, el constreñimiento de la libertad de prensa, el empleo de la violencia y las violaciones y abusos de derechos humanos en respuesta a las protestas antigubernamentales, y el arresto y la detención de manifestantes antigubernamentales, así como el agravante de una corrupción pública significativa, constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política externa de Estados Unidos, y yo por la presente declaro emergencia nacional para abordar esa amenaza”.
A raíz de estas sanciones, el presidente venezolano Nicolás Maduro fue recibido de urgencia en la Asamblea Nacional de su país para pedir “poderes especiales”. Estos poderes según explicó –o durmió-, en un discurso de más de dos horas, serían para defender “a la patria” de las agresiones del “imperialismo norteamericano”.
Básicamente lo que Maduro estaba haciendo era aprovechar la oportunidad para pedir una Ley Habilitante para gobernar a su sabor y antojo, sin recato o pudor alguno, sin hacer siquiera la farsa de una división de poderes –de por sí inexistente- ya que la Ley Habilitante faculta al presidente para dictar “Decretos con Rango, Valor y Fuerza de Ley sobre las materias que estime pertinentes de acuerdo a las necesidades y/o emergencia del país”.
Es irónico que en una “república” como Venezuela exista en su Constitución un artículo que permita la dictadura. Es claro entonces que la democracia permite esos caminos retorcidos en busca de la legitimidad del totalitarismo. Así que ayer, democráticamente, en sesión extraordinaria la Asamblea Nacional aprobó la “Ley Habilitante Antiimperialista para la Paz” la cual tendrá vigencia hasta finales de este año.
Pretextos quiere Maduro para desviar la atención de los problemas más importantes en el país como la inflación –la mayor en el mundo-, la escasez de productos básicos, el aumento de la criminalidad y las próximas elecciones parlamentarias, por solo mencionar algunos. Pretextos quiere Maduro para obviar que su popularidad va en declive, ahora tiene la excusa perfecta para autonombrarse defensor de la patria.
Los regímenes totalitarios necesitan de un enemigo común, por lo general imaginario, para obtener más poder y controlar aún más los pocos espacios libres de intervención. Con la excusa de una “invasión extranjera” ya sea territorial, cultural o económica -no importa cuál- politiqueros como Maduro intentan legitimar el poder absoluto. Como era de esperarse, gobiernos como el de Cuba, Nicaragua e Irán ya le han ofrecido su apoyo incondicional: a final de cuentas entre ellos se tienen que respaldar.
Maduro está aprovechando el debilitamiento de las instituciones para enterrarlas cada vez más. Está utilizando cualquier excusa que pueda para dar rienda suelta a su vena totalitaria, y quienes están a su alrededor también buscan permanecer en el poder el mayor tiempo posible.
Los politiqueros siempre van a encontrar pretextos para hacerse de más poder y aumentar así su fortuna y la de quienes les rodean. Siempre van a buscar pretextos para debilitar aquellos contrapesos que los limiten. Los pretextos los harán exitosos si no hacemos el esfuerzo de pensar por nosotros mismos y actuar. Entonces, ¿usted pone algún pretexto para evitar la tarea de aclararse las ideas?
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